«Del campo a la ciudad» se titula el libro que escribió José María Saucedo (72), oriundo de Santa Fe, pero hace muchos años está radicado en Posadas. Fue funcionario de cultura en Buenos Aires en la época de Juan Domingo Perón y de Isabel. La obra la quiere dedicar a sus muchos amigos, «este libro es un recorrido por mi azarosa vida, para que sirva de ejemplo el hecho que nunca se debe bajar los brazos», dice el autor.
Saucedo (izq.) con el ex secretario de Cultura de Buenos Aires (centro), coronel Antonio Montel y el secretario de Servicios Públicos.
Se considera un hombre de mundo, funcionario, empresario, fue agente de la cultura, de la radio y de la televisión argentina, y es por ello que quiso relatar aspectos de su vida y dejar especiales testimonios a quienes lo conocen, además como esposo de Susana Ríos, conocida comerciante de elementos para peinadores.
Saucedo nació en el partido de San Javier, en el mismo donde nació Carlos Monzón. A los 10 años ya trabajaba en el campo, y recuerda que dormía en un galpón sobre los marlos y a cien metros había un viejo cementerio donde los esqueletos estaban todos afuera.
Fue boxeador y sus comienzos en la vida social y laboral fueron en Canal 7 en Buenos Aires como productor del programa Payasen, luego supo estar vinculado al mundo de los artistas nacionales a través de su paso por el área de cultura municipal. Y como tal en 1970 en el Festival del Litoral en Posadas presentó a Rosendo Arias y al dúo del Altiplano, Cristina y Hugo.
Cuando terminó sus funciones en Buenos Aires en 1976 vino a Apóstoles y luego a Posadas. Y en los tiempos previos a la guerra con los ingleses participó en una misión de radio y televisión en Comodoro Rivadavia y al finalizar la contienda de Malvinas volvió a Posadas, donde instaló el negocio de insumos cosméticos.
En su momento fue convocado por políticos, ex gobernadores y dirigentes de partidos para generar la salida política democrática, por sus vinculaciones con un general del Ejército en Santa Fe.
Saucedo también recuerda en su libro que en las selvas misioneras practicaban maniobras con los «boinas verdes» o llamados «lagartos», quienes pertenecen a un comando especial del Ejército de Estados Unidos.
