«Cada uno tiene una misión y la mía estaba inconclusa»

Yvonne Pierron vive en Argentina desde hace 50 años y hace 17 en Pueblo Illia. Sus colegas desaparecieron durante el régimen militar de la década del 70’. Ayudó a levantar el lugar y fundó un albergue. [su_note note_color=»#cdcdcd»]“Un testigos me contó que pintó en la bandera argentina ‘Montoneros’ sobre la foto de desaparecidas”[/su_note]»Decidimos luchar desde afuera para alejar a la dictadura del mundo entero». Ése es el estandarte de la hermana Yvonne Pierron y sus pares en la disputa por recuperar la libertad y vencer el terrorismo de Estado. Desde hace 50 años reside en Argentina y hace 17 en Pueblo Illía específicamente.
De Alsacia, Francia, la religiosa de la orden Hermanas de las Misiones Extranjeras, es la única sobreviviente de las testigos del juicio contra el marino Alfredo Astíz. Sus colegas Alicia Domon y Leoni Duquet, desaparecieron durante el régimen militar que asoló al país entre el 76 y el 82.

Fue partícipe de incontables misiones en América incluyendo la revolución en Nicaragua. Incansable luchadora de la democracia compartió sus penas con los más grandes revolucionarios de los últimos tiempos como el Che Guevara y Ernesto Sábato con quien mantiene una fluida relación.

Sus 77 años dan que hablar. Su piel arrugada, sus manos, su andar hablan de sí misma aunque ella no exprese ninguna palabra. Dice de su huida de Francia ante la invasión del nazismo y la realidad que se repite en Argentina en la época del proceso: «Vivimos como cuatro años bajo tierra en los refugios», contó en referencia al gobierno de Hitler.

En enero del ’78 abandonó el país rumbo a Francia, a un exilio forzoso después de las desapariciones de sus compañeras. «Cada uno tiene una misión y yo pienso que las otras hermanas ya estaban listas y santas. A mí me faltaba mucho por llegar, estoy convencida de eso», relató.

Peligro de desaparecer

Ivonne en los años de plomo no vivía en la Capital, pero participó con Alice Domon de algunas rondas de las Madres, que empezaron a reunirse el 30 de abril de 1977. Alice Domon y Leonie Douquet compartieron el cautiverio en la ESMA como integrantes del grupo de los desaparecidos de la Santa Cruz, 12 en total y entre ellos tres madres de Plaza de Mayo del grupo fundacional: Azucena Villaflor, Esther Careaga y Mary Ponce.

Una vez más a sus compañeras: «Cuando la secuestraron a Caty yo estaba en Perugorría (Corrientes) y trabajaba con los campesinos de las Ligas Agrarias en el área de Salud. A mi me «fletaron» rápido. La embajada de Francia mandó a una hermana para decirme que debía irme sino me mataban. No quería irme, pero acepté con el compromiso de no callarme y contar la verdad en Europa. A mi llegada a Francia formamos Cosofam y el movimiento de desaparecidos franceses. El que luchaba sabía que corría peligro de desaparecer».

Fue inevitable que en ese instante sus ojos se llenasen de lágrimas. Mantuvo silencio por unos minutos y continuó el relato.

«El año pasado me invitaron a conocer la Esma, yo no conocía. Vinieron cuatro testigos de los cuales uno de ellos me confesó que le habían obligado con el revolver apuntándole a la cabeza que dibujara Montoneros en la bandera argentina arriba de la foto de las hermanas de desaparecidas. Tuvo que pintar, estuvo obligado», señaló.

«Otro de los testigos se acercó a mí a contarme que estaba en la cama de al lado de la hermana mayor y me decía ‘yo la veía todos los días a las 7 de la mañana totalmente desecha, con golpes, sangre y hablaba con ella hasta que un día la llevaron y no volvió nunca más'», dijo ofuscada.

Con respecto a la inconstitucionalidad de las leyes de Perdón señaló que toda su vida fue una marcha y consideró que «ya era tiempo».

«No soy quien para juzgar pero a Astiz le va a llegar su momento. Toda esa gente lo va a pagar», sentenció la mujer.

– ¿Cuál considera que haya sido el mayor logro de su vida, de su lucha?
«El mayor logro para mi vida fue liberarme»

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