River y Boca juegan el partido del año

Los dos vienen con rachas negativas. Benítez no confirmó el equipo ni tampoco la situación de Palacio. Astrada tiene todo listo desde el viernes. Las circunstancias pueden ser distintas. Lo son, en realidad. Pero el clásico Boca-River tiene siempre el condimento básico, intransferible, de la extrema popularidad. Entonces, sólo se pueden describir los elementos accesorios, complementarios, como recurso para medir perspectivas. No vienen bien perfilados —ni en juego, ni en resultados— ninguno de los dos. A Boca lo anteceden tres derrotas consecutivas en este Clausura que —prácticamente— lo dejaron afuera de la lucha por la punta.

El empate, casi milagroso ante el Junior, en Barranquilla, por la Copa (sobre la hora, y tras una desventaja de 1-3), le reabrió la esperanza en la apuesta única con miras a la revancha del jueves en la Bombonera. La Libertadores del 2006 está muy lejos (lo dice la tabla general) y sólo el título, este año, le brindaría —además de la sexta consagración— la posibilidad de jugarla.

La situación de River no es muy diferente. Resignó dos partidos seguidos en el torneo (San Lorenzo y Olimpo) luego de su empate con Lanús. Y cayó también en su visita a la Liga Deportiva Universitaria de Ecuador, en Quito, en el comienzo de la búsqueda de su ansiada Copa Libertadores. Con eso perdió aire en el Clausura (todavía está cerca) y se comprometió a una victoria irremediable en la revancha del jueves para seguir en carrera.

La novela de Boca y su técnico Jorge Benítez escribió un nuevo capítulo el viernes. El entrenador —sorpresivamente— había dejado afuera de la nómina de los concentrados a Rodrigo Palacio, flamante figura del equipo. En la puja generacional que está planteada en el club pareció inclinarse esta vez por los más experimentados. Por eso se presume la presencia de Guillermo Barros Schelotto —no titular, últimamente— con una intención más psicológica que futbolera. Y quizás, también, Raúl Cascini. Pero sobre la alta noche del viernes se reincorporó Palacio a la concentración, abriendo un abanico de intrigas y suspicacias sobre el motivo de la medida y la contramedida. Nadie aclaró nada.

En River, las dudas se disiparon con anticipación. Leonardo Astrada anunció la formación el viernes. Con Gerlo como segundo marcador central, en lugar de Tuzzio; con Mareque como lateral izquierdo y con Sand como acompañante del Tecla Farías, en el ataque. Estarán también, Lucho González, Mascherano y Gallardo, las piezas fuertes.

Como se dice sin originalidad en estos casos: los dos necesitan la victoria. No traen demasiados avales como para proyectarla con seguridades. Pero saben, ellos y las multitudes que los respaldan, que nada cuenta más que el partido mismo. Para cicatrizar heridas o profundizar desconciertos. (Clarín).

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