Un Sínodo que busca el compromiso de la grey católica en las cuestiones sociales

La Diócesis de Posadas, a cargo de Monseñor Juan Rubén Martínez, prepara el encuentro que se realizará en 2007. Escuchan las dudas y críticas de los feligreses. Satisfacción por la misa en homenaje a Juan Pablo II [su_note note_color=»#cdcdcd»]Debates. Martínez prepara el primer Sínodo en la historia de la Diócesis de Posadas, creada a mediados del siglo pasado.[/su_note]Mientras los organizadores de la misa de exequias por el alma de Juan Pablo II no podían creer el éxito que tuvo la convocatoria, monseñor Juan Rubén Martínez, y un equipo de colaboradores continúan en la organización del Sínodo Diocesano que se realizará en Junio del 2007, cuando la Diócesis celebre el 50º aniversario de su fundación.
Un sínodo es una reunión de los principales referentes de una diócesis, que buscan dar respuestas a problemas religiosos o de fe. El derecho canónico brinda una herramienta legal para que los Obispos puedan contar con información para producir cambios sustanciales en sus Diócesis.
En la historia de la Iglesia varios Papas recurrieron a este mecanismo para los problemas de las Iglesias de cada país. Baste recordar el conflicto que tuvo que enfrentar Juan Pablo II con la «teología de la Liberación». Una conjunción religiosa-marxista que buscó a través de la relectura del evangelio con teorías marxistas crear un «reino de los cielos» en América Latina. Por ese entonces, Juan Pablo II llamó a un sínodo de Obispos para marcar los caminos que había que transitar de acuerdo al dogma de la Iglesia de Roma y así exorcizar a los marxistas de las Iglesias Latinoamericanas. Y es por eso que Martínez busca con este Sínodo, afirmar una identidad que se refleje en los valores del Evangelio y se traduzca en un compromiso social más concreto.

La Historia
En 1957, cuando Monseñor Jorge Kemerer se hizo cargo de la Diócesis creada, un 8 de junio de ese año, por la bula papal «Quando Quidem Adoranda» del Papa Pío XII había que hacer prácticamente todo. Y Kemerer comenzó por la educación, siguió con los aborígenes y continuó con la defensa de los derechos humanos. A tal punto que muchos misioneros secuestrados por la dictadura salvaron sus vidas, merced a las gestiones que realizó ante la junta militar. Uno de ellos fue el actual presidente de Emsa, Esteban Lozina. Con Monseñor Giaquinta este compromiso se acentuó acorde a los tiempos que se vivían. A tal punto que llegó a amonestar desde su púlpito a los militares golpistas (Aldo Rico y compañía) que en Semana Santa marcharon desde San Javier hasta Buenos Aires.
Después que Giaquinta fue enviado a Chaco como Arzobispo de Resistencia, llegó a la Diócesis Monseñor Alfonso Delgado. Hombre del Opus Dei con excelentes contactos con la Justicia misionera y con Ramón Puerta. Después de unos años también partió hacia Mendoza como Arzobispo. Por último llegó Martínez, un moderado de bajo perfil que sin embargo comparte la línea de Monseñor Giaquinta y forma parte del grupo de Obispos que en la Conferencia Episcopal Argentina son «críticos del modelo económico neoliberal y alejados de los entuertos políticos», según la prensa especializada.

La administración Martínez

Dice Jesucristo en el Evangelio que «a un árbol se lo conoce por sus frutos». Y Martínez convirtió el seminario menor «Santo Cura de Ars» en uno mayor que en pocos años dará a la diócesis sacerdotes que conocerán la realidad de la provincia. Así comenzó a captar las vocaciones sacerdotales disputándoselas a los verbitas, jesuitas y otras congregaciones religiosas, que las enviaban a países de misión dejando a la provincia huérfanos de asistencia espiritual. Alentó además las peregrinaciones a Loreto al cual ha convertido en el «Centro Espiritual de la diócesis» permitiendo que los misioneros también tengan su lugar de encuentro en la provincia y no en Itatí, Corrientes. También dio apoyo a las «escuelas religiosas de formación de Laicos» con lo que «forma cuadros» para que hagan el trabajo espiritual de los sacerdotes que faltan para atender a comunidades alejadas donde los sacerdotes no llegan.

Un oído en el pueblo

«Y otro en el Evangelio» decía Monseñor Angelleli, mártir de la dictadura. En las consultas que se realizan en las parroquias ya se escuchan quejas como: por aquellos «sacerdotes que no dan testimonio de vida» o fulano de tal que «se cree dueños del templo y no dejan que otros participen» o dudas «¿por qué los divorciados no pueden comulgar?» o «por qué la Iglesia prohíbe el uso de preservativos». Cuestiones que monseñor Martínez escucha con mucho interés.

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