Una familia tuvo que mudarse por el homicidio de un joven

Un carnicero mató a puñaladas a un joven que había amenazado a su esposa porque no le quiso dar vino y gaseosas a cambio de una garrafa robada. Ocurrió en una villa de la zona suroeste de Posadas

La violenta muerte de un joven en la villa de la Chacra 252 de Posadas obligó a una mujer y sus dos pequeños hijos a abandonar el asentamiento por temor a represalias por parte de los amigos de la víctima.
El homicidio ocurrió el lunes alrededor de las 22.00, en uno de los pasillos del barrio que está ubicado en la intersección de las avenidas Vivanco y Andresito, detrás del Hospital Pedro Baliña.
Fuentes policiales dijeron que todo comenzó cuando Martín Gustavo Barrath, de 22 años, llegó hasta el kiosco San Antonio con la intención de comprar vino y Coca Cola para tomar con sus amigos.
La propietaria del comercio, Ester Páez, se negó a venderle las bebidas porque el muchacho no tenía dinero y ofrecía como pago una garrafa de diez kilogramos.
Borrath se puso furioso por la actitud de la comerciante. Los testigos le contaron a la Policía que amenazó con incendiar el local y también amenazó de muerte a la mujer y sus dos hijos, que tienen uno y cuatro años.
La mujer llamó por teléfono a su marido, Miguel Angel Pereyra, de 26 años, quien trabaja en una carnicería.
El hombre abordó su motocicleta junto a su amigo, Claudio Kiesel y se dirigieron rápidamente hacia la villa.
Cuando ingresaron en uno de los pasillos, se toparon con Borrath y sus amigos, que intentaron derribar a los ocupantes de la moto a patadas.
En esas circunstancias, el carnicero reaccionó: sacó un cuchillo de 16 centímetros de hoja que utiliza en su trabajo y le asestó una puñalada en la zona abdominal a Borrath, quien falleció poco antes de recibir atención médica.
La rápida intervención de la Seccional Sexta evitó que los amigos de la víctima intentaran linchar al carnicero y su amigo, que buscaron refugio en la casa del primero.
Los investigadores detuvieron a Pereyra y Kiesel en averiguación del hecho. Sin embargo, ayer a la mañana estaba claro que el autor del mortal puntazo fue el carnicero.
La Policía dispuso una custodia especial frente a la vivienda de Pereyra. Ayer a la tarde su esposa y algunos familiares cargaron los muebles en un camión y dejaron el barrio al que habían llegado hace seis años. A menos de cien metros, en una esquina, la familia Borrath velaba el cuerpo del joven.
Páez sólo alcanzó a decir que habían conseguido alojamiento en la casa de un familiar.
Fuentes policiales revelaron ayer que la garrafa que la víctima llevó hasta el Kiosco de Pereyra le había sido sustraída un rato antes a José Bepo, quien radicó la correspondiente denuncia.
La esposa del joven asesinado, Sara Elizabeth de Borrath dio una versión distina de los hechos: dijo que fue Pereyra quien le pidió a su pareja la garrafa porque tenía previsto comercializarla.
La joven, que tiene un hijo de un año y diez meses con la víctima, dijo que el carnicero atacó a puñaladas y patadas al joven sin que existiera una provocación previa.
«Mi marido quiso correr, pero cayó al piso y murió ahí», dijo la joven mientras encendía el último cigarrillo del paquete. Detrás, su hijo Gustavo corría sin saber que allí cerca su padre yacía sin vida.

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