Un cardenal español quedó temporalmente al frente de la Iglesia

De acuerdo a la tradición y las normas establecidas, Eduardo Martínez Somalo, de 78 años de edad, pasó a ser la máxima autoridad del Vaticano hasta que haya un sucesor a Juan Pablo II. El cardenal español Eduardo Martínez Somalo quedó como máxima autoridad de la Iglesia católica tras la muerte del Papa Juan Pablo II, debido a que es el actual camarlengo del Pontífice.

De acuerdo a la tradición y las normas establecidas, Somalo, de 78 años de edad, pasó a ser desde hoy, la máxima autoridad del Vaticano hasta que haya un sucesor a Juan Pablo II.

El camarlengo, dentro de la Iglesia católica romana, es el encargado del Palacio Apostólico, residencia del Papa, y prefecto de la Congregación vaticana para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Una vez recibida la noticia de la muerte y que ésta fue certificada por un médico, el camarlengo es quien debe comprobarla oficialmente. La tradición dice que debe ubicarse ante el lecho de muerte y golpear con un pequeño martillo de plata tres veces la frente del Pontífice, mientras lo llama por su nombre.

En el paso siguiente, el camarlengo debe precintar el despacho del Papa y sellar sus aposentos privados. Luego, retira al difunto su anillo (símbolo del poder papal) y seguidamente los cardenales prefectos y el cardenal Secretario de Estado (quienes deben presenciar los actos) renuncian a sus cargos.

La tradición dicta que, terminado el reconocimiento del cuerpo sin vida, es recompuesto por los médicos y vestido con los paramentos pontíficios: la mitra blanca en la cabeza, la casulla (la capa que se usa para celebrar la misa, de color rojo que es el color de luto para los Papas) y la estola de lana blanca con cruces negras, símbolo de dignidad.

Antes de los funerales, que se celebrarán en el Vaticano, el cuerpo del Pontífice quedará expuesto al público durante tres días en la Basílica de San Pedro. Nadie puede tomar fotografías del cuerpo del Papa difunto, a menos que tenga el permiso del camarlengo.

Los cardenales celebrarán los «Novendiali», el funeral por el alma del difunto, que durarán nueve días. Los solemnes funerales se llevan a cabo tres días después de la muerte y los especialistas del Instituto Forense de la Universidad de Roma son los encargados de verificar el estado de conservación del cuerpo.

En el pasado, el cuerpo era vaciado, ya que se le quitaban los órganos internos para hacer más duradero el embalsamamiento, pero Pío X abolió este uso y, desde entonces, se probaron diversos sistemas para conservar los restos mortales de los Papas. Aún hoy se recuerdan los desvanecimientos cerca del cuerpo de Pío XII, a causa del hedor por la descomposición de su cuerpo, en el que había fallado el intento de conservación.

La «Missa Poenitentialis» (el funeral) es celebrada en San Pedro, ante la presencia de delegaciones de Estado de todo el mundo. El cuerpo sin vida del Papa es introducido en un triple ataúd (uno de ciprés, otro de plomo y el último de nuez) y enterrado en las grutas vaticanas.

Tras la muerte del Papa y durante la elección de su sucesor, nadie puede habitar ningún ambiente de su departamento privado. Si el difunto hizo testamento y nombró un ejecutor testamentario, éste deberá ejecutar el mandato y rendir cuentas al nuevo pontífice. (Clarín).


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