Cuáles son los pasos para elegir al sucesor del Papa

El proceso para elegir al Papa dura cerca de veinte días. El nuevo Santo Padre debe ser votado por al menos dos tercios de los cardenales. Si hay algo que siempre caracterizó al Vaticano es el total hermetismo con que maneja sus asuntos internos. A tal punto que la elección del nuevo Pontífice es el resultado de una compleja elección que puede llegar a demorar alrededor de veinte días.

Con la muerte del Papa, la Iglesia ingresará en el período de sede vacante. Todo quedará en manos del cardenal español Eduardo Martínez Somalo y otro prelado de peso, el africano Bernardín Gantin, decano del Sacro Colegio. Sin embargo, no podrán tomar decisiones de fondo, que afecten al Papado del próximo Pontífice.


El anuncio de la muerte

La muerte del Papa debe ser certificada por un médico, pero en ese momento la tradición dice que el Camarlengo (el español Martínez Somalo) deberá situarse frente al lecho de muerte y golpear con un pequeño martillo de plata la frente del Pontífice, mientras le llama tres veces por su nombre de pila.

A continuación, el vicario de Roma anunciará oficialmente la muerte del Papa. Mientras tanto, la Santa Sede enviará a todos los miembros del Colegio Cardenalicio un telegrama convocándolos a la elección. En la última ocasión (1978), el texto era bien claro: «El Papa ha muerto, ven de inmediato».


Los funerales

El cadáver del Papa será embalsamado para ser velado ante el público durante tres días. Luego, será introducido dentro de tres ataúdes (de cedro, piedra y pino) y llevado hasta la cripta bajo el Baldaquino de la Basílica de San Pedro, donde descansará junto a los restos de otros 147 Papas.


La elección del nuevo Papa

Las deliberaciones para elegir al nuevo Pontífice comenzarán entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa, una medida adoptada en plena época medieval, cuando llegar hasta el Vaticano era cuestión de semanas. Hoy, las comunicaciones acercaron las distancias. Sin embargo, la tradición se mantiene.


El cónclave

Será secreto se realizará en la Capilla Sixtina, bajo la presidencia del influyente cardenal alemán Joseph Ratzinger. Participarán 183 cardenales, aunque sólo 117 (por su edad) tienen derecho a voto (58 son europeos, 14 norteamericanos, 21 latinoamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y dos de Oceanía).

La seguridad de los votantes es una de las claves en este proceso: los cardenales son trasladados desde la Casa de la Santa Marta hasta la Capilla Sixtina en un ómnibus con vidrios blindados. El aislamiento es fundamental: se controla que no se ingresen grabadores, celulares, cámaras u otros elementos que pongan en riesgo el secreto de la votación.


El voto de los cardenales

Como no hay candidatos -aunque sí favoritos-, cada elector vota por el cardenal que prefiera. El sufragio se realiza a través de un papel escrito con la letra más ilegible posible, para evitar que se reconozca su autor.

Al introducir el voto, cada cardenal realiza un juramento: «Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido», deben decir en voz alta.


El escrutinio:

Una vez que todos votaron, los papeles (que en la mitad superior llevan la leyenda «eligo in Summum Pontificem») se revuelven antes de iniciar el recuento. Posteriormente, se colocan uno por uno en un recipiente vacío. Se suman los votos que acumula cada nombre y se van anotando en una lista.

El sistema utiliza métodos tradicionales, pero que aseguran la transparencia: a medida que los papeles se van leyendo, se perforan con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra «Elijo».

Luego, se encadenan con un hilo, para que puedan conservarse con mayor seguridad. Al finalizar la lectura, se atan los extremos con un nudo y así unidos se colocan sobre una mesa.


Las señales:

Para ser elegido Papa, el candidato debe obtener dos tercios de los votos. De ocurrir así, los electores abandonan inmediatamente la Capilla Sixtina, previa quema de los papeles.


Los anuncios:

Mientras todo esto sucede adentro, en la Plaza de San Pedro los fieles siguen atentamente los resultados de la votación. La clave es el color de la famosa «fumata», el humo que sale de una pared lateral de la Capilla Sixtina.


La fumata

Si la «fumata» es negra (se mezclan los papeles con paja humeda) quiere decir que los cardenales no llegaron a un acuerdo y se sigue intentando elegir al nuevo Pontífice. El blanco, en cambio, es la señal de que la Iglesia Católica ya tiene nuevo líder.

Una vez designado al nuevo Papa, el Cardenal Decano (será el influyente alemán Joseph Ratzinger) le preguntará: ¿Aceptas la elección canónica como Supremo Pontífice?. «Acepto», debe contestar el elegido.

El decano, luego, le preguntará con qué nombre desea ejercer su Papado. Tras esto, todos los cardenales se arrodillarán ante el nuevo Santo Padre.


El encuentro con los fieles en San Pedro

El protocolo reserva una ceremonia final: el anuncio a los fieles del nuevo Papa desde la ventana de San Pedro. El encargado de hacerlo será el cardenal de mayor edad (el chileno Arturo Medina Estévez, de 79 años) dirá las palabras que todos esperan: «Annuntio vobis gaudium magnum Habemus Papa».

En ese instante, comenzarán a repicar las campanas de la Basílica, seguidas por la de las iglesias en todo el mundo. Tras esto, el elegido se asomará por primera vez a la ventana de la Basílica de San Pedro.


La última ceremonia

Varios días después del anuncio a los fieles, el nuevo Papa encabezará la misa de «Coronación», que marcará el comienzo de su pontificado. Con esa ceremonia, el proceso habrá terminado. Y el nuevo Pontífice comenzará a dedicarse por completo a la difícil tarea de guiar espiritualmente a los más de mil millones de fieles con los que cuenta la Iglesia Católica.

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