«El proceso es sencillo pero te sentís mal porque estás matando»

Ella tiene ahora 25 años, trabaja de manera independiente y tiene dos abortos en su haber. «A falta de uno pasé por dos abortos, uno a los 16 y otro a los 17 años. La primera vez fue casi sin saberlo, tuvimos relaciones con mi novio y no nos cuidábamos, es como que sentí que estaba embarazada. No sé pero como que lo presentía», dijo con los ojos llorosos, casi esgrimiendo el peso de la culpa entre sus palabras.
Sin más, Ana relató su experiencia que según ella misma calificó -prefirió ocultar su verdadera identidad- marcaron su vida.
«En el primero nos hicimos un test de embarazo que efectivamente dio positivo. Los dos teníamos la misma edad y estábamos asustados, con mucho miedo porque sabíamos lo que significaba. La pregunta en ese momento fue qué hacemos», sostuvo.
En ese entonces, allá por octubre de 1996 tenía 16 años, pudo confiar un su hermana que tenía 27 años. Pero de antemano la decisión ya estaba tomada.
En su argumento detalló que por momentos pensaba que un bebé iba a ser la alegría de la casa pero con 16 años sin trabajo y sin siquiera terminar la secundaria «éramos concientes que abortar era lo mejor para ese chico y para nosotros».
Con 500 pesos en mano accedieron a la operación de la que sólo recuerda una especie de siesta inducida por una efectiva anestesia. «Pese a saber que no lo podía tener, porque no le ibas a poder dar un futuro como corresponde, te sentís muy mal porque estás matando una vida. El proceso en siíes muy sencillo, te anestesian, hasta que te dormís y listo. Después me sentí muy mal, una basura, pero era lo mejor», añadió.
En cuanto a su segunda vez, un año más tarde explicó que en ningún momento le hablaron para decirle cómo debía cuidarse, casi penando porque «jamás había tocado el tema con sus padres ni con sus hermanos mayores».
El segundo aborto fue distinto, según ella lo quería tener y por eso esperó hasta los 3 meses, pero «no hubo más remedio».
En esta oportunidad fue con contracciones porque fue una especie de parto, comentó dado que se sentía avergonzada y culpable.
«Lo hicimos en una clínica del microcentro de Posadas, y el costo en ese entonces ascendía a los 800 pesos», comentó.
En cuanto al mecanismo de la operación hoy sabe que para realizar un aborto «se agarra el feto con una pinza y se desprende de la pared del útero y es muy peligroso dado que ese raspaje que se realiza deja una cicatriz donde nunca más podrá volver a adherirse un huevo. Hoy sé que puedo tener secuelas y hasta no poder quedar embarazada. Ahí me puse un DIU».

Que lo legalicen
Finalmente, sobre la polémica suscitada entre la Iglesia y el Gobierno respecto a la legalidad del aborto que propone el Gobierno nacional, sostuvo que «habría que legalizar el aborto porque igual se hace y es un secreto a voces, si yo hace nueve años lo hice en pleno centro, como lo deben hacer ahora».
En cuanto a la Iglesia señaló que no es lo mismo que Dios. «Siempre se opone pero no se encarga de recoger a los chicos de la calle y cuidar a las madres», acotó.
Para la joven, la Iglesia debería hacerse cargo de los chicos que deambulan por la ciudad, porque se queda en declaraciones y eso no ayuda dado que cada vez hay mas criaturas deambulando producto de la pobreza y la ignorancia.
Y añadió que debería darse educación sexual como materia en los establecimientos educativos, en los últimos años de la EGB, previo paso al Polimodal, no como las charlas irregulares que no profundizan con la gravedad del caso.

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