Triple Frontera: ¿un rincón árabe?

Un viaje al interior de Sudamérica, al centro de una importante comunidad sirio-libanesa que ha sido acusada de tener vínculos con grupos integristas. Cómo viven y qué dicen. La Triple Frontera es la zona donde confluyen los límites de Brasil, Paraguay y Argentina.

Se trata de un sitio con una gran biodiversidad. Allí se encuentran las famosas cataratas del Iguazú en medio de una fabulosa vegetación, y una de las mayores represas del mundo: Itaipú.

En el área se halla también el acuífero guaraní, una de las reservas de agua potable más importantes del planeta.


Las cataratas del Iguazú son patrimonio de la humanidad declarado por la Unesco.
La Triple Frontera tiene alrededor de 470.000 habitantes, cifra que incluye a una gran comunidad árabe de unas 25.000 personas (5%), tanto musulmanes como cristianos.

Esta población de origen libanés y sirio se estableció en la zona hace casi cuatro décadas.

Una mezquita en Foz do Iguaçu (Brasil) y dos en Ciudad del Este (Paraguay), además de dos jeques -uno de cada lado-, dan cuenta de esta presencia.

También han llegado inmigrantes de China, Taiwán y Corea del Sur (5.000 personas) y decenas de familias provenientes de India.

En la Triple Frontera se ha detectado la presencia de algunas temidas «triadas» chinas, pequeños clanes que se mueven en la ilegalidad.

Esta zona fronteriza, considerada una de las más «porosas» del mundo, vive principalmente del turismo y de un intenso comercio. Tiene una población «flotante» de alrededor de 50.000 trabajadores, que se trasladan a diario desde ciudades aledañas.

Desde hace tiempo las autoridades tratan de combatir actividades ilegales como el contrabando, la piratería, el lavado de dinero, el tráfico de drogas y de armas, y la explotación sexual.

Un antes y un después

Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, congresistas y fuentes militares y de inteligencia de este país han colocado a la Triple Frontera en la mira.

Se ha dicho que allí había células y campos de entrenamiento de los grupos extremistas Hizbolá y Hamas, y hasta se especuló con la presencia de al-Qaeda.

Un alto funcionario del gobierno estadounidense incluso sugirió al Pentágono lanzar un ataque en América del Sur, entre otros posibles blancos, para «sorprender a los terroristas».


En Ciudad del Este hay dos mezquitas.
Y hubo un periodista, Jeffrey Robinson, que llegó a referirse a la zona como «el ano del mundo».

Ante esta creciente ola de versiones, el Departamento de Estado debió aclarar una y otra vez que no se han detectado actividades terroristas en la Triple Frontera.

Sin embargo, Estados Unidos se ha mostrado preocupado por el hecho de que la región podría ser una fuente de financiamiento para grupos extremistas en el Medio Oriente.

Los árabes en la Triple Frontera han negado todas las acusaciones en su contra, asegurando que no hay un sólo terrorista en la zona y que Washington los ha colocado bajo sospecha para militarizar la zona.

Para ellos, Estados Unidos codicia las riquezas y la importancia estratégica de la región.

Sin embargo, en el pasado las autoridades paraguayas dijeron haber detectado aportes individuales a la rama social de Hizbolá.

Por otra parte, la Triple Frontera ha sido vinculada con los atentados contra la embajada de Israel (1992) y la mutual judía AMIA (1994) en Buenos Aires, pero hasta el momento no ha habido pruebas concluyentes de ello.

Este sitio es actualmente uno de los más controlados de Sudamérica. En 2002 se creó el grupo «3+1» entre Argentina, Brasil, Paraguay y Estados Unidos (el «1») para reforzar la seguridad en la región.

Desde 1996 funciona en Foz do Iguaçu el llamado Comando Tripartito de la Triple Frontera, que coordina las tareas de control de los tres países sudamericanos.

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