Zygmunt Kowalski, el arte polaco afincado en Misiones

El artista plástico oriundo de Polonia reside en la provincia hace más de 50 años y se considera misionero. Recordó su llegada al país, su primera exposición, como así también la seducción de la tierra colorada

Podría decirse que Zygmunt Kowalski es una marca registrada en el arte plástico de la provincia, el país y el mundo. Hace más de 50 años llegó a Misiones y desde entonces no pudo marcharse ante la implacable seducción de la naturaleza de la tierra colorada. Su vida prácticamente transcurrió en la provincia, por lo que su carrera, su familia y sus amigos son misioneros.
Su inquietud por el dibujo y la pintura se manifestó muy temprano, adquirió las nociones elementales en su Polonia natal y con los años el artista sigue más vigente que nunca.
Recorrió muchos lugares del país y del mundo. Retrató tanto playas brasileñas, paisajes de Tierra del Fuego, de Córdoba, como también de su Polonia natal y los lugares más recónditos de Misiones. «A donde voy, pinto», aseguró haciéndose eco de su conocido pensamiento «la pintura es una manera de ver el mundo». También sostiene, cada vez que alguien le pregunta sobre la musa inspiradora, que «no hay que esperar a que venga, hay que largarse a pintar directamente».
«En Misiones estoy hace 55 años, y me siento absolutamente misionero», apuntó en referencia a las costumbres adoptadas y al modo de vida que eligió. «Ahora me voy a Polonia y me siento extraño. Allá no toman mate, una vez llevé mi mate y pensaron cualquier cosa cuando me veían tomar», recordó entre risas.
«Me atrajo la belleza natural de la provincia, por lo que principalmente pinto paisajes y rostros con rasgos regionales», explicó. Asimismo advirtió que «Misiones era más linda antes que ahora» y actualmente «quedan pocos lugares bellos naturalmente», lamentó.
Sin embargo, pese al cariño manifiesto por esta tierra, Kowalski indicó que hay cosas a las que nunca se acostumbrará, como la impuntualidad de los misioneros y los cambios de temperatura. «Te dicen un horario y vienen tres horas después. No saben apreciar el tiempo. Y los cambios bruscos de temperatura me tenían permanentemente enfermo», rememoró.


Historia de un inmigrante


El artista plástico Zygmunt Kowalski nació en Torun, Polonia, y a los 16 años salió de su tierra natal rumbo a Alemania, de donde emigró a América del Sur tras estar cinco años prisionero durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Se afincó en Paraguay por unos meses y se dirigió a Misiones en 1949, donde el encanto de sus bellezas naturales no lo dejaría irse más.
Ni bien arribó a Posadas como inmigrante ilegal comenzó a buscar a sus «paisanos» polacos, quienes le dieron una mano ya que no tenía dinero, empleo o elementos para trabajar. «En ese momento había mucho trabajo y comencé a trabajar en un taller de electromecánica como ayudante. Paralelamente me compraba de nuevo los elementos para pintar», contó. También consiguió alojamiento con otro polaco, quien le pidió un adelanto y él abonó en guaraníes, que era lo único que tenía en ese momento.
Posteriormente, mientras incursionaba en el lenguaje castellano -y por su facilidad en el aprendizaje de los idiomas- se dedicó a dar clases de francés, inglés e italiano, preparaba alumnos y hacía traducciones. «Cuando leía el diario entendía la mitad de las cosas, la otra mitad me la imaginaba», dijo entre risas.


Su familia


Conoció a Helena, su actual esposa, durante un baile de la Colectividad Polaca que se hizo en Posadas. Ella es brasileña de nacimiento, con raíces polacas, aunque según el artista, «es argentina, de Brasil no tiene nada, nació allí nomás. No le gusta ese país», sonrió.
Tuvo dos hijos varones que, aunque les gusta mucho el arte y tienen potencial, uno es ingeniero y reside en Oberá, y el otro es antropólogo y vive en la capital misionera. «El mayor, que vive en Oberá piensa algún día dedicarse por completo a la pintura», indicó manteniendo viva la ilusión de legar su intachable carrera artística desde el dibujo y la pintura en su hijo mayor.


Primera exposición


Cuando ya hacía unos años que residía en Posadas y tenía varias obras realizadas, un realizador de marcos vio algunos de sus cuadros y le propuso exponerlos en su local. Así fue.
Y por esas casualidades de la vida pasó por el lugar de exposición improvisada un periodista de un diario local, quien le planteó la realización de una muestra con el auspicio del medio gráfico en el que trabajaba. El artista plástico analizó la propuesta y en 1963 sus obras fueron exhibidas por primera vez en una sala céntrica por la calle Colón, que hoy ya no existe. «Lo recuerdo perfectamente y con mucho cariño porque en ese año nació mi primer hijo», dijo.
Aunque recorrió muchos lugares del mundo haciendo exposiciones, hoy ya no se reconoce con la energía necesaria ni la paciencia para realizar la gran movida que significa exponer en otros lugares. «Ahora todo depende del artista, el que tiene que embalar, trasladarlos, correr con los gastos, entre otras cosas. Cuando expuse en Bahía Blanca la Dirección de Cultura de acá y la de Bahía se ocuparon de estas cosas, ahora no pasa eso», lamentó.

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