En llamas

En medio de las llamas, que no se apagan con una o dos dotaciones de bomberos, ni con un avión hidrante, el jefe de los bomberos cuenta que no se arrepiente de su elección a la hora de ser bombero o policía.

Los refuerzos tardan en llegar, el avión tira el agua a quinientos metros del lugar donde están trabajando, pero la verdadera pelea con el fuego se da debajo de cada pino, en cada rama que se prende (nuevamente), al ver las explosiones producidas por la resina del árbol, el pinar seco y abandonado que espera quemarse. Detrás, el esfuerzo por conservar algo que ya es sólo cenizas.

La atenta mirada de los jóvenes que lo acompañan, que no son más de cuatro, observan una de sus primeras experiencias con el fuego. Esto hace pensar si la vida arriesgada de éstos vale un campo o un árbol, que ni siquiera su propio dueño, ni los refuerzos se acercaron a observar.
Por último, mientras las llamas continúan pasando de rama en rama; los aprendices y su superior se debaten entre quién llegará primero: la dotación de bomberos que fue a cargar (nuevamente), o la puesta del sol, que dejaría todo en un clima más tenebroso, aún.

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