En la región, sólo los brasileños cuidan su espacio aéreo y combaten los vuelos ilegales

El viejo radar instalado cerca del aeropuerto posadeño recién volvería a operar en marzo. La situación beneficiaría a los pilotos contratados por narcos y contrabandistas, que despegarían de manera diaria desde suelo paraguayo

Evidencia. En noviembre, hallaron en Itapúa cinco naves en un campo.

Evidencia. En noviembre, hallaron en Itapúa cinco naves en un campo.

En la zona de la Triple Frontera el único país que está vigilando con celos su espacio aéreo es el Brasil. El Paraguay ni siquiera tiene radares funcionando. El que está instalado en el aeropuerto de Ciudad del Este está fuera de servicio desde hace dos meses. Del lado argentino, la situación es parecida. Al radar TPS 43 Westinghouse, montado cerca de la estación aérea de Posadas, no lo encienden desde noviembre del año pasado, explicaron hombres de la Fuerza Aérea apostados en la capital misionera.
Los únicos que sacan provecho de esta situación son los contrabandistas y traficantes de droga que violan la jurisdicción de argentinos y paraguayos con el menor esfuerzo. Se estima que, por día, salen de suelo guaraní entre cinco y ocho vuelos ilegales, al mando de pilotos temerarios que muchas veces ponen en riesgo su vida para aterrizar en pistas clandestinas sus cargas de estupefacientes y otras mercancías ilícitas.
Probablemente en marzo vuelva a Posadas el personal especializado para operar de nuevo el radar, una máquina antigua, que data de finales de los 70 y es considerada como obsoleta en otras latitudes. El aparato, al que terminaron de montar el 18 de septiembre del 2004, tiene capacidad para rastrear un radio de 400 kilómetros. Pero apagado no le sirve a nadie.
El año pasado, funcionarios del Gobierno nacional reconocieron que la radarización de la frontera argentina es una materia pendiente. En una disertación ante periodistas de distintos puntos del país, el subsecretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico, Gabriel Yusef Abboud, explicó que la Argentina tiene monitoreado el diez por ciento de sus límites, apenas unas pocas horas al día.
Añadió que en el 2004, cuando el TPS instalado en Posadas y el similar montado en Resistencia, Chaco, estuvieron encendidos, detectaron alrededor de 50 vuelos clandestinos diariamente.
La Fuerza Aérea sólo está autorizada a identificar las naves ilegales, fotografiarlas y pedirles a los pilotos que regresen a su punto de partida. Demás está aclarar que los piratas jamás hacen caso.
En el Paraguay la historia es similar. El radar del aeropuerto Guaraní de Ciudad del Este no funciona. «El equipo tiene problemas en el sistema de protección para la alimentación de energía eléctrica», le explicó al diario Última Hora Ramón Salinas, funcionario de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil.
«Una vez que los aviones ilegales ingresan a territorio paraguayo, ya tienen total libertad», opinó ante una consulta del mismo medio Joâo Vera Moreira, funcionario de la Receita Federal del Brasil que trabaja en el Puente de la Amistad.
«Existe una lucha desigual en el combate al contrabando», añadió, al tiempo que comparó las realidades entre las dos naciones: mientras que el Brasil ya aprobó una ley que autoriza el derribo de aviones que invaden su cielo sin permiso, en el territorio paraguayo no tienen equipos ni siquiera para detectarlos.
El Brasil tiene radarizado el 95 por ciento de su frontera. De ahí que de manera continua su Fuerza Aérea alerte a sus pares paraguayos sobre el ingreso de naves ilegales al espacio aéreo de éstos, pero los funcionarios paraguayos no tienen cómo remediar la intrusión.
Según el suspendido fiscal encarnaceno Eduardo Petta San Martín, sólo en el distrito de Itapúa, ubicada frente a Misiones, del otro lado del río Paraná, hay alrededor de quince pistas clandestinas desde las que despegan casi una decena de vuelos todos los días. Las máquinas, cargadas con cigarrillos, droga o electrónicos, de acuerdo con el polémico abogado, tienen como destino principalmete a las provincias argentinas.
En noviembre del año pasado, un operativo que hicieron policías y funcionarios judiciales de su país corroboraron sus dichos. En una estancia distante 130 kilómetros de Encarnación, hallaron cinco avionetas sin matrículas y un voluminoso cargamento de cigarrillos. En esa redada terminaron presos paraguayos, argentinos y brasileños que se encontraban en el predio.
La política brasileña tiene su correlato en las estadísticas: entre enero y octubre del año pasado, detectaron en su jurisdicción 3.585 vuelos irregulares; 12,5 por día. En noviembre entró en vigencia la «ley de derribos» y en un mes el promedio bajó a 8,3.
La Argentina y el Paraguay, en cambio, cada vez registrarían más incursiones áreas clandestinas en su espacio aéreo; un problema cuya solución parece muy lejana.

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