Las narices rojas invadieron el Centro Cultural Vicente Cidade en su despedida

El sábado por la noche se presentó la última función del espectáculo de clowns a sala repleta bajo la coordinación del actor y director Iván Moschner. El siguiente escenario es la Capital Federal y para este año planean nuevos estrenos.

«Cada uno de nosotros tiene una manera de hacer las cosas, como una huella de identidad, entonces a través del escenario esas maneras funcionan o hacen contacto con el espectador. Esa suma de acciones es el clown», define el actor Iván Moschner.

«Es teatro en estado puro», aclaró el misionero justo antes de subir al escenario para realizar en Posadas la última función de la obra «Ripio y Coco, grandes éxitos musicales».

Junto al actor Ariel Aguirre, Moschner presentó el sábado por la noche en el Centro Cultural Vicente Cidade, la última de las cuatro aventuras que viven desde hace un par de años los clowns que representan. Antes, un grupo de 12 actores hicieron su bautismo de fuego sobre las tablas al presentar sus propias creaciones, que surgieron del taller que brindó Moschner en Posadas.

La historia cuenta la presencia de dos clowns, Ripio y Coco, en un recital de Madonna.
Mientras esperan que comience el show de la cantante, ambos personajes conviven con un mundo de lagartijas, lagartos y cocodrilos.
Luego viven intensamente el recital y al final se disponen a seguir su rumbo a los desfiles del carnaval de Brasil. Mientras esperan hacen de las suyas y ellos la ven desde la popular a través del público.

«En realidad el argumento es una excusa para permanecer ahí y mostrar el material que tenemos», explicó Moschner.
La obra dura unos 50 minutos. «Éste es el cuarto espectáculo con Ripio y Coco y es el más lindo, el más intenso», resumió entusiasmado el actor misionero.

En realidad la función del sábado por la noche fue el broche de oro de las presentaciones porque Moschner y Aguirre hicieron antes varias funciones de prueba o «ensayos abiertos al público» en los barrios de la ciudad. El objetivo era ver «qué pasaba con el material, y fue interesante porque los niños leen algunas cosas y los adultos otras, que están intencionalmente puestas para nosotros». No sólo eso, de vez en cuando los actores se toparon con situaciones no previstas como por ejemplo el paso de un perro por el escenario o la presencia de algún espectador demasiado compenetrado con la obra al punto de dialogar con los personajes.

«Es que en el teatro convencional, entre el actor y el público hay una barrera. En cambio el clown se encarga de romper esa pared y estamos en comunicación directa con el público», indicó Moschner al recordar las anécdotas de las diferentes funciones.

«La actuación del clown depende de la reacción del público, tenemos una rutina pero cómo se hace la misma depende del público y eso se evalúa en cada función», señaló.

«Es una tarea agotadora porque se pone mucha energía y cuerpo para poder tomar contacto con el público», dijo.

Proyectos 2005

El espectáculo «Ripio y Coco…» se presentará próximamente en Buenos Aires, la gran duda es dónde, porque tras la catástrofe en el boliche República Cromagnón, las 220 salas o pequeños teatros que habían sido habilitadas por el Gobierno de la Ciudad ahora tendrán que rever su situación.
Moschner pertenece al grupo de teatro Morena Cantero Junior y entre sus proyectos para este año también está estrenar en el mes de abril Popurrí, que es un show de dos horas de sketchs.
El actor también tiene previsto dirigir una obra de teatro denominada La Biblia.
El estreno se planea para septiembre, aunque el proyecto comenzó a gestarse hace tres años. «Ese es el proyecto más importante del 2005 y a eso se suman las clases y los talleres que son de supervivencia», contó Moschner.
Mientras tanto los que no van al teatro, pueden seguir viendo a Moschner en los viejos programas de Cha, Cha, Cha que emite Isat a través del cable.

La movida vista desde afuera

Para el actor, que desde hace 20 años reside en Buenos Aires, el gran problema que tienen algunos trabajos producidos en Misiones es sobre todo la preparación técnica de los actores «para sumarle perfección a la creación».
«De lo que más me entero es de los problemas políticos en el ambiente teatral. Los artistas no tienen ninguna retribución más que la gente vea y aplauda», relató, a lo que agregó que «los grupos están divididos lo que hace que no haya una política teatral o cultural que se imponga» en la Provincia.

Actor por vocación
Iván Moschner tiene 41 años y desde los 14 comenzó a entusiasmarse con el teatro. Cuando estaba en tercer año y vivía en Colonia Caraguatay viajaba hasta Montecarlo para tomar cursos de teatro con una profesora.
Integró la asociación de Comedia Misionera. Desde 1981 vive en Buenos Aires («con algunas interrupciones»).
Estudió teatro en el Conservatorio. Paralelamente hacía teatro y tomaba clases de actuación.
En 1991 surgió el interés por los clowns.

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