Confesó haber violado a su hija y lo condenarán a diez años de cárcel

Se trata de un agricultor de 43, de Campo Ramón, al que denunciaron y detuvieron en mayo del 2004. Accedió a someterse a un juicio abreviado. Abusó sexualmente de la adolescente en tres ocasiones. Además, la golpeaba. [su_note note_color=»#cdcdcd»]El acusado tiene otros seis chicos; vivía de cosechar yerba y té para particulares[/su_note]Se dedica a la agricultura. Es jornalero donde se cosecha yerba o té. Bueno, al menos a eso se dedicaba hasta mediados del año pasado, cuando lo detuvieron sospechado de haber abusado sexualmente de su hija adolescente. Ahora, el hombre se declaró culpable. Reconoció haber ultrajado a la chica y accedió a someterse a un juicio abreviado. Lo condenarán a diez años de encierro, confirmaron fuentes judiciales.
El violador confeso tiene 43 años. Hasta el día en que lo apresaron vivía con su mujer y siete chicos en la sección Novena de Campo Ramón. Actualmente pasa sus días en la Unidad Penal Dos de Oberá. Una vez que se formalice el fallo condenatorio, seguirá en el mismo presidio.
Entre el 4 y 5 de septiembre del 2002, la vida de la familia de campesinos, de la que forman parte víctima y victimario, era normal. La mamá se encargaba del cuidado de los más pequeños. Los hijos más grandes ayudaban en la chacra. Y el padre sostenía la economía del hogar cultivando o tarefeando.
Sin embargo, en esos días, el papá tuvo un giro en su actitud. Una jornada en la que sus dos hijos más grandes, una chica de 15 años y un varón de 16, lo acompañaron a un teal, el hombre ejecutó un plan que, tal vez, haya girado por su cabeza desde mucho antes. Aprovechó a que el muchacho estaba en un sector lejano de la chacra y se acercó a la adolescente. Ella misma contó que el padre la amenazó y luego la accedió carnalmente.
Fue el primero de los abusos.
La segunda violación sucedió en momentos en que la mamá de la muchacha y pareja del agricultor se encontraba internada en la Capital del Monte para dar a luz. Otra vez aprovechando la ausencia de su mujer, ultrajó a su hija.
Además de someterla sexualmente, la maltrataba cada vez que podía. Los golpes y los insultos, de acuerdo con lo que denunció la adolescente, eran una constante.
El tercer y último abuso sucedió cuando víctima y victimario se encontraban juntando leña.

El final
La jovencita no le contó a nadie el horror que estaba padeciendo. Un buen día, allá por mayo del 2004, dijo basta. Sin explicar los motivos, abandonó su casa y se refugió en el domicilio de una tía. Fue esa pariente, luego de un largo interrogatorio, la que logró arrancarle el secreto.
La tía de la chica le contó a la madre de ésta qué es lo que había pasado. Entonces, la mamá, quien ya había notado cambios importantes en la conducta de la muchacha, fue hasta la comisaría de Campo Ramón y radicó la correspondiente denuncia.
Los exámenes médicos a los que sometieron a la joven confirmaron que ella había sido violada en reiteradas oportunidades.
La Justicia dispuso de inmediato la captura del denunciado, orden que ejecutó la Policía. Desde entonces, el campesino se encuentra tras las rejas. Las pruebas que los funcionarios judiciales recabaron durante la instrucción del caso no hicieron más que comprometerlo más y más. Tanto que lo procesaron y la causa llegó a la instancia del juicio oral.
En un principio, el acusado estaba dispuesto a someterse a un debate. Sin embargo, desistió. Se confesó culpable y su defensa y la Fiscalía llegaron a un acuerdo de condena. Las partes coincidieron en que al hombre debían sentenciarlo a diez años de cárcel. Así se lo pidieron al Tribunal Penal de Oberá, que dio luz verde a la realización del proceso acelerado.
Fuentes tribunalicias confiaron que en el 90 por ciento de las causas por abuso sexual en el que intervinieron en año pasado, los autores formaban parte del entorno más íntimo de la víctima. Añadieron que los casos más frecuentes fueron los de padrastros a hijastras. También, apuntaron, hubo violaciones de tíos a sobrinas y de abuelos a nietas.

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