Réquiem para la vieja estación de trenes

El edificio de la ex estación del ferrocarril «General Urquiza» podría ser demolido y reemplazado por una réplica en el mismo estilo inglés. El proyecto formaría parte del tramo de costanera que arranca en Bolívar hasta el puente. Pero todavía no está definido.

Los andenes duermen la siesta posadeña. El histórico edificio de la estación podría desaparecer.	Miguel Britos, defensor del patrimonio ferroviario posadeño.	Las locomotoras se quedarían si prospera una idea de Ferroaficionados.

Los andenes duermen la siesta posadeña. El histórico edificio de la estación podría desaparecer. Miguel Britos, defensor del patrimonio ferroviario posadeño. Las locomotoras se quedarían si prospera una idea de Ferroaficionados.

Arranca en Bolívar y termina contra el puente, en lo que dicen será una zona residencial exclusiva al estilo de Puerto Madero, e incorporada a la oferta turística de la ciudad. La información sobre el futuro de ese tramo de franja costera se consigue, sin embargo, en trazos gruesos. Hay mucha especulación y poca información clara. Vecinos y organizaciones opinan que hiere de muerte a Villa Blosset. Y de hecho, cambiará definitivamente su fisonomía, disipando esa atmósfera de barrio que hoy todavía se respira, y ese microclima único que se crea al trasponer los límites de la ex estación del Ferrocarril “General Urquiza”, hacia el río. Pero todavía no hay mayores novedades. El tramo no está licitado, y ningún organismo oficial, la Municipalidad, la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), o Vialidad Provincial, tiene definido un proyecto concreto. -Es increíble estar tan cerca del centro. La sensación no le parece extraña a quienes todavía habitan la parte más extrema de esa zona de la ciudad, arrinconada contra el Paraná, entre el esqueleto de hierro del muelle donde atracaban los ferrys, y la península Heller, condenada a desaparecer bajo el agua. “Acá es así, no se escucha nada, es como otro mundo”, dice Elvira, una de las pobladoras del puñado de familias que viven en las instalaciones ferroviaras abandonadas, donde fueron relocalizadas precariamente por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) hasta tanto se disponga de un asentamiento definitivo. “La tercera es la vencida, suelen decir”, afirma la mujer. Este mes de diciembre venció el segundo plazo que le habían dado para su relocalización, y según Elvira la información ahora apunta al término del verano como otra fecha probable para la mudanza a no saben tampoco dónde. Mientras tanto, conviven olvidados entre gigantescos gomeros, lapachos y jacarandáes centenarios que se agarran a los rojos terraplenes con gruesas raíces externas que levantan la tierra. De vez en cuando, entre la espesa vegetación que se devoró las vías y sepultó galpones y maquinaria ferroviaria, asoma un niño, o una niña. Más de cien almuerzan todos los días en el comedor comunitario administrado por la asociación civil Ferroaficionados, según Miguel Brito, a cargo de la iniciativa que se repite los mediodías en un vagón comedor de los desaparecidos Ferrocarriles Argentinos. Ex trabajador ferroviario, el hombre no puede creer que el futuro finalmente no le haga justicia a un legado histórico caro para la ciudad.negrita/Una víctima anunciada/negrita El edificio principal de la estación de trenes podría ser la mayor víctima del futuro paisaje de la zona. Hay versiones de que sería demolido y reemplazado por una réplica de estilo inglés que prometen exacto, pero “que no es lo mismo”, como señala la arquitecta Mary Sierra, directora de Patrimonio Histórico de la Municipalidad. Lo increíble es que el edificio fue declarado patrimonio histórico y cultural por el Concejo Deliberante. “Hay una Ordenanza y todo”, dice Sierra, encogiéndose de hombros. El arquitecto Julián López, director de Obras Públicas de la comuna, también está al tanto de esa posibilidad. López despliega algunos planos que presenta como “bocetos”, pero nada definitivo. Otro arquitecto, Narciso Aguilar, presidente de los Ferroaficionados, también conoce de ese proyecto, pero no lo considera tan descabellado porque aparentemente es la única manera de salvaguardar parte del paisaje existente. La arquitecta Sierra opina diametralmente lo contrario. Los tres convienen en que el problema en la zona es la diferencia entre el nivel al que llegará el río a cota final de la represa, y al que se encuentran ahora las ex instalaciones ferroviarias, de aproximadamente cuatro metros. “El problema ahí es la capilaridad, la filtración que seguro va a haber, y que hace imposible preservar todo ese patrimonio”. A Aguilar le duele, pero no ve otra salida. La idea inicial, de preservar la estación rodeándola con un murallón y protegiéndola de las filtraciones con bombas de desagüe no parece posible, según opinan, ya que el edificio quedaría en el fondo del terraplén, “en un pozo oscuro y sucio”, especula Aguilar. El edificio sería, sin embargo, lo único contemplado en la costanera futura. Otras joyas, como la mesa giratoria de 1910, un impresionante plato de acero de 150 toneladas donde se desplazaban locomotoras de otras 200 toneladas, y que en su época era accionado por dos operarios, y el mismo atracadero de ferrys, que hoy cobija a solitarios pescadores, se perderían para siempre.negrita/Los unos y los otros/negrita “Para recuperar el río para algunos, otros han tenido que perderlo. Y esos otros eran los que entendían al río. Para ellos el río no era parte de un paisaje, era cultura viva. Pero ellos ahora ya no están. ¿Quién, de acá en más, vivirá el río como ellos?”, se pregunta Elena Maidana, directora del Proyecto Espacio, comunicación y cultura, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, de la UNaM. El director de Obras Públicas del municipio, un área clave en el futuro de la zona en cuestión, anticipa que el barrio indefectiblemente cambiará, y que tampoco será posible guardar siquiera algo de la sensación que hoy se respira, con sus siestas taciturnas y su andar pausado. “No podrá abstraerse la zona a la instalación de centros comerciales, gastrómicos, al negocio inmobiliario, al turismo”, dice López, anunciando que incluso la idea es trabajar con el mismo grupo inversor del porteño Puerto Madero. “Adiós mi barrio Villa Blosset», dice en el final el chamamé con el que Antolín Gómez y Chaloy Jara, se anticiparon al futuro cercano de esa zona de Posadas, donde los vecinos de siempre serán reemplazados por los “otros” de los que habla Maidana..

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