Sueños desde el otro lado de la línea de pobreza

La esperanza y el empeño son el único capital con que cuentan los niños y niñas del barrio A-4 para sacar adelante sus sueños. La realidad, en cambio, parece empecinada en frustrar las ilusiones infantiles.
Una iniciativa del área social de la EBY sobre el Derecho a la Identidad de Niños y Niñas, puso en evidencia la naturaleza de los sueños infantiles en el barrio y cuán lejos están sus protagonistas de concretarlos.

1.200 sueños de niños y niñas del barrio se expusieron el jueves en la escuela.	A-4.	Julián eligió ser "presidente	La comunicación es uno de los dramas cotidianos de A-4.

1.200 sueños de niños y niñas del barrio se expusieron el jueves en la escuela. A-4. Julián eligió ser "presidente La comunicación es uno de los dramas cotidianos de A-4.

El sueño de Julián Nielsen es el más ambicioso, junto al de Martín, que quiere «ser técnico de Boca»; José Ignacio Insaurralde, que sueña con ser astronauta; Guillermo Stamm, que se imagina como un piloto de Fórmula Uno; o Ariel, cuyo sueño es despertarse un día convertido en Juan Román Riquelme y ganarse la ovación de «La 12» un domingo en la Bombonera.Julián se muerde los labios en la fotografía que lo pinta de cuerpo entero en su «Documento Universal de Identidad», una suerte de «DNI» otorgado a todos los niños y niñas de 4°, 5° y 6° grado de la Escuela N°809 del barrio A-4, de familias relocalizadas por la represa de Yacyretá, en un trabajo del área de Coordinación de Políticas Sociales de la EBY, que recoge la línea desarrollada por la UNICEF para trabajar el Derecho a la Identidad consagrado en la Convención Internacional por los Derechos del Niño y la Niña. El trabajo es una previa a la jornada de documentación de niños y niñas que se realizarán este jueves en el barrio.El DUI tiene dos páginas, una reservada para la tapa del verdadero DNI para menores de 16 años, y otra en que los niños y niñas disponen de un espacio en blanco para consignar cómo «me llamo», donde no fueron pocos los que anotaron los apodos con que los conocen en la escuela; y otro espacio para contestar a la pregunta que los grandes siempre hacemos a los chicos: «¿Qué querés ser cuando seas grande?», traducida en este caso en la frase «Sueño ser», junto a un recuadro para dibujar algo relacionado con el sueño elegido.Julián eligió ser «presidente», y no dibujó nada relacionado. La gran mayoría de sus compañeritos y compañeritas se inclinaron por profesiones y oficios más comunes en su vida cotidiana. El jueves pasado, en que los trabajos se expusieron en el salón de actos de la escuela -con la presencia del Coordinador de Políticas Sociales de la EBY, Omar Pérez, la arquitecta Marga Villalba; el mentor de la iniciativa, Hugo Baldoneyro; el director de la Escuela, Benicio de J. Landayda, y varios docentes-, abundaban los sueños de ser policías gendarmes y futbolistas, aún entre las niñas; aunque entre éstas eran también muchas las que soñaban con convertirse en bailarinas, cantantes, modelos y actrices de televisión.»Quiero ser policía», puso Matías y se dibujó a sí mismo al lado con un garrote en la mano. «Vailarina»(sic), escribió Vilma; «Abogada», puso Adri, del 4° A, y se dibujó elegante, de tacos altos y una discreta cartera de mano. «Doctora», escribió Adriana González, del 4° D; «un gran doctor», puso a su vez Claudio Ezequiel. Las paredes del salón de actos escolar estaban forradas con más de 1.200 sueños infantiles, muchos, la mayoría, se harán seguramente pedazos contra el implacable muro de una realidad que cuenta a los niños y niñas de A-4 entre los millones de argentinos y argentinas que viven colgando de la línea de pobreza.negrita/Siempre la esperanza/negrita Sus pobladores lo bautizaron como «La Nueva Esperanza», aunque la realidad conspire todos los días contra el nombre del barrio y su significado. A-4 está ubicado a unos 10 Km. del centro de Posadas. Es una urbanización reciente, con escuela, iglesia, centro de salud, policía, etc, poblada por unas 1.600 familias que vivían hasta hace tres años a orillas del río Paraná, y se ganaban la vida como cuentapropistas, pescadores, oleros, vendedores ambulantes en el centro, que estaba a pocas cuadras. Hoy, la mayoría son «Jefes», «Jefas», «Familia», planes sociales con que apenas sobreviven.El desempleo, dramático, no es sin embargo el único problema del barrio. El aislamiento, traducido en la distancia y en los dos ómnibus necesarios para llegar a la ciudad, atenta contra muchas de las posibilidades de supervivencia e integración de grandes y chicos al tejido social y económico posadeño.»Es una tortura llegar hasta acá, cuando llueve tenés el barro, cuando no llueve el polvo», dice Herminia Rivarola, maestra de 5° grado de la Escuela 809. Como docente le tocó trabajar el tema de la identidad y los sueños con su clase. Muchos de los trabajos expuestos el jueves eran de sus alumnos. «De bajo, para abajo son acá», describe Rivarola a los y las integrantes de su clase.»La escuela es muy linda pero los chicos están llenos de necesidades», apunta el director Landayda, argumentando que «esto también atenta contra la identidad de los chicos», como en su momento atentó también «la mudanza de sus lugares de origen junto al río», afirma el director. Omar Pérez sostiene que la idea de trabajar la Identidad con los chicos es precisamente por eso, «para darles un sentido de pertenencia al barrio, que no crean que están de paso por acá, que aprendan a querer este lugar en el que viven y estudian».Según Rivarola en las composiciones que escriben los chicos como tarea, se hace visible «el quiebre emocional» que significó para ellos cambiar de hábitat. «Los chicos extrañan mucho su manera de vivir, extrañan la sombra del mango, el agujero de la pared de sus ranchos, por donde espiaban no sé qué cosa», señala la maestra.La escuela asimismo tiene múltiples necesidades. Con una capacidad para 1.080 alumnos, alberga 1.400 entre los niveles EGB 1 y EGB 2. El déficit, de más de 300 chicos, se resolvió durante el año compartiendo los pupitres entre tres. La falta de aulas se resolvió habilitando la biblioteca y la sala de música. Landayda no sabe cómo van a resolver en el ciclo lectivo 2005 la demanda que se viene, de por lo menos otros 300 alumnos más.

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