El 70% de los pobres del Norte dice que pasa hambre

Pobreza no tiene por qué ser, necesariamente, sinónimo de hambre o desnutrición. Pero en la gran mayoría de los hogares con necesidades básicas insatisfechas del nordeste y del noroeste del país sí lo es. Casi el 70 por ciento de los pobres del norte argentino dice que pasa hambre. Y, más grave aún, en el 43,3 por ciento de los casos declaran que padecen mucha hambre. Estos datos surgen de un trabajo encargado por la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea a la Cruz Roja Alemana y a la Cruz Roja Argentina para conocer la dimensión del problema.

[su_note note_color=»#cdcdcd»]El acortamiento de la talla –chicos más bajos de lo que correspondería para su edad– es una de las consecuencias más graves de la desnutrición que encontraron los responsables del relevamiento.[/su_note]No se trata de un estudio cuantitativo, sino cualitativo. Para saber cuántos chicos desnutridos hay hoy en el país, el Ministerio de Salud de la Nación comenzó hace un mes la Encuesta Nacional de Nutrición, que estará lista en nueve meses, según se ha informado.El acortamiento de la talla –chicos más bajos de lo que correspondería para su edad– es una de las consecuencias más graves de la desnutrición con las que se encontraron los responsables del relevamiento.El Ministerio de Desarrollo Social dijo que destinó casi 630 millones de pesos a ayuda alimentaria entre agosto del año pasado a agosto de éste.»La cuestión es muy seria y muy compleja, porque la desnutrición es el resultado de una gran cantidad de factores que tienen que ver con condiciones de pobreza que se perpetúan a lo largo de generaciones, como altas tasas de desempleo, viviendas precarias, hacinamiento, malas condiciones sanitarias, falta de agua de red o de cloacas o falta de educación», dijo Alejo García, coordinador del trabajo por la Cruz Roja Argentina junto con Jorge Fernández.El Estudio nutricional y de las condiciones de vida de la niñez pobre del norte argentino (Encuna) fue encargado para conocer la dimensión del problema ante la falta de datos ciertos sobre el estado nutricional de los chicos luego de la crítica situación que puso en evidencia la crisis de 2001.Precisamente, a raíz de aquella crisis, un grupo de organizaciones y LA NACION habían impulsado el plan «El hambre más urgente», que se convirtió en ley el 27 de diciembre de 2002. La norma obliga al Estado a asegurar la contención nutricional y la asistencia integral a menores de cinco años y a las mujeres embarazadas.En agosto último el ministerio de Desarrollo Social de la Nación dijo haber asistido a 7.200.000 personas con un presupuesto de más de 600 millones de pesos. Para 2005 tiene previsto impulsar proyectos para que los beneficiarios produzcan sus propios alimentos.El trabajo de la Cruz Roja, en tanto, fue realizado entre fines del año último y principios de éste entre los hogares que están por debajo de la línea de la pobreza en Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero (NOA) y Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones (NEA). Esto equivale al 56,4% de los habitantes del NOA y al 60,3% de los del NEA, según la medición del primer trimestre de 2004 de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).El estudio fue procesado este año y, según la Cruz Roja, entregado a fines de julio pasado a los ministerios nacionales y provinciales, aunque nadie los difundió. Consultados los ministerios de Salud y Desarrollo Social, negaron conocer el trabajo. LA NACION accedió a él por medio de la Cruz Roja Argentina.Cuando a la gente encuestada se le preguntó si había tenido que reducir su dieta, suprimir alimentos o dejar de comer, y que por eso habían pasado hambre, el 69,9% de los consultados dijo que sí, con diferencias marcadas entre las distintas provincias que van desde el 89,2% en Salta hasta el 56,9% en Catamarca.Ya se dijo que en el 43,3% de los casos es severa la percepción de hambre; es decir que afecta a los chicos y de manera más intensa a los adultos y no es una situación aislada, sino que se mantiene. Es moderada en el 25, 8% de los casos. Sólo el 30,9% de los pobres dice que siempre tiene qué comer.¿Cuál es el problema más grave? La desnutrición crónica, que se manifiesta principalmente en una disminución de la talla y es muy difícil de revertir; y no la desnutrición aguda, cuyo resultado es el bajo peso y puede recuperarse con un tratamiento adecuado.»Santiago del Estero y Tucumán, en el NOA, y Corrientes y Misiones, en el NEA, son los que tienen la mayor cantidad de chicos con baja talla o acortamiento, como se le dice, porque las carencias crónicas afectan el crecimiento de los huesos largos», dijo Jorge Fernández.Encuna pone el acento en las condiciones socioambientales que llevan a la desnutrición. Entre las más alarmantes, el hacinamiento en el que viven en el 49,3% de los hogares; la falta de agua corriente en el 45,3% de las casas y el que más del 60 por ciento vive en zonas que no tienen sistemas de cloacas.Advierten, también, que los programas y las prestaciones sociales (monetarias o alimentarios) no alcanzan para cubrir a casi la mitad de estos hogares. El trabajo infantil es, dice, una de las principales dificultades para romper con el círculo de la pobreza.El Gobierno no tiene hoy, como dijo el ministro de Salud, Ginés González García, una estimación de cuántos chicos desnutridos hay en el país. Sí los tienen algunos ministerios provinciales, pero el problema a la hora de recolectar datos es que ninguno utiliza los mismos parámetros. Algunos miden sólo el peso, otros la talla; hay quienes cuentan chicos de hasta cinco años y quienes llegan hasta los de 13 o de 14.Además, hay algunos datos que resultan, como mínimo, llamativos. Por ejemplo, el Ministerio de Salud de Formosa dice que tienen 8500 chicos con problemas nutricionales, mientras que en Entre Ríos reconocen unos 20.000. La diferencia es extraña si se tiene en cuenta que en el conglomerado de Formosa el 71% de los menores de 14 años es pobre, mientras que en el de Gran Paraná, lo es el 59%, según la última medición de la EPH del Indec.El de las cifras es para Alejandro O´Donnell, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), uno de los mayores problemas. «Creo que hay una fuerte censura de las autoridades, que no quieren dar a conocer los números. Además, falta criterio para evaluar, para tomar medidas. No podemos saber si estamos mejor o peor. Podría decir que el flujo de comida está llegando mejor. Pero debe haber un cambio de mentalidad, porque los planes no fomentan la cultura del trabajo y son instrumentos que sirven a otros fines.»Encuna advierte que el alimento per se y las políticas que históricamente acompañaron los programas alimentarios han sido «ineficaces para revertir los factores causales» de la desnutrición. (La Nación)

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