Doña Pomposa Amarilla de Valdez es la dueña del almacén de ramos generales Virgen de Itapé, ubicado en Reguera y Bajada Vieja, la primera calle donde nació Posadas allá por 1615 cuando vino la evangelización, y donde se inició el puerto. Con su esposo instaló el negocio en 1958, que funciona en el mismo lugar hasta ahora, y con la misma modalidad de atención que desde sus orígenes, ya sea al contado y con libreta.
Doña Pomposa Valdéz es la dueña del almacén Virgen de Itapé, ubicado en Reguera y Bajada Vieja, la primera calle donde nació Posadas allá por 1615 cuando vino la evangelización, y donde se inició puerto. Con su esposo instaló el negocio en 1958, y todavía funciona con la misma modalidad de atención, ya sea al contado y con libreta, conserva las viejas estanterías y equipamientos de tabla de aquella época. Pomposa acepta el progreso de la Costanera, aunque asegura que los perjudicó como barrio, dice que hay que tenerlo como “histórico”, y por eso se opuso a que cambien el nombre de la calle por el de avenida Fleming, y cuestiona que un boliche que se ha instalado enfrente lleve un nombre extranjero.
“Kilombito” con nombre de santa
Doña Pomposa, de 79 años recordó cómo llegó a Posadas. Era maestra normal y trabajaba en el colegio Roque González de Encarnación, “Se había cerrado el puerto en la época de Perón, la profesión de mi esposo que era contador, despachante marítimo se resintió y nos ofrecieron en venta este negocio, estaba muy desatendido por el señor Chemes, porque estaba muy enfermo”.
El lugar ya estaba poblado de gente humilde, “era un barrio desordenado, había muchas bailantas y negocios de que funcionaban con kilombitos, el caso de doña Nicasia Paredes que tenía una restaurant y baile, motel y se llamaba Santa Teresita del Niño Jesús, qué contradicción!”, dijo.
Atendían a las villenas
Contó que levantaron el negocio con esfuerzo y trabajo, “atendimos a las villenas o paseras que venían en lancha repleta de mercadería, los changarines en carretilla, esto era un movimiento comercial imparable”, sostuvo Pomposa.
Dijo que al principio vendían al contado, después tuvo que dar fiado con libreta, porque las posibilidades de la gente no eran muchas porque eran mensualeros, «somos muy necesarios en la comunidad, porque cuando la gente no tiene plata y son tus amigos, vecinos o conocidos vienen a pedirte fiado y le das, hoy día sigo vendiendo así y no quiero complicarme la vida con tarjetas”, reflexionó.
“Ahora no tienen amor al barrio”
Doña Pomposa evoca el trabajo de las comisiones vecinales que funcionaron en su momento. “Si diferenciaban de las demás porque no lucrábamos para nuestro bolsillo, teníamos la caja de socorros mutuos que consistían en hacer asado, locro, empanadas y trabajar por la comunidad, teníamos fondo común para comprar medicamentos, la gente era feliz a su manera, no como ahora que viene este problema de la nueva ola, esta nueva modalidad social que entorpece mucho como barrio porque no tienen amor al barrio, son confiterías que lucran para su bolsillo, cortan un árbol porque les molesta la basura, asesinar un árbol es una injusticia en este lugar de chivatos, cuando estuvo el intendente Llamosas hizo mucho por nuestro barrio”.
Recordó “ teníamos centro artesanal donde se enseñaba a la gente que no tenía trabajo, para que aprenda a repujar el cuero, comprábamos lana de oveja en bolsa y hacían frazadas con eso, eran gente de la costa que no tenía trabajo a quienes se les enseñaba”
También había un centro de ajedrez, “un señor Suereter que ya falleció tenía 70 chicos de la costa, el campeón nacional Ledesma salió de este barrio, el círculo de diabéticos funcionaba acá también donde venía la gente humilde a controlarse”.