¿Qué les parece que se habilite una gran Moratoria Ética Nacional?

Los últimos escándalos de corrupción, la manifestación en la Plaza del Congreso, el estallido del NSB (No Somos Boludos)  la semana pasada, me hace pensar que el hartazgo de la ciudadanía llegó a un punto límite. Pero no significa que nadie quiera rendirse o dejar de tener esperanzas en Argentina. Por el contrario, junto con el repudio a la corrupción se ve mucho patriotismo, euforia y compromiso. Los comentarios, en general, apunta al deseo de un “Mani pulite” argentino, un nuevo comienzo.
Todo esto me llevó a reflexionar en que esta ola de arrepentidos podría ser el punto de partida de un renacimiento nacional. Para eso, podríamos convocar a un blanqueo de coimas, corruptos, una especie de gran Moratoria Ética Nacional. Darles la posibilidad, a empresas e individuos de reponer lo que se robaron o y, en lo posible, de reparar el daño que hicieron, aunque sea en parte.
La corrupción nunca es patrimonio de un solo gobierno. Sí, es posible que quienes se hayan llenado los bolsillos a costa del Estado ya no estén en el gobierno, o incluso que estén tras las rejas. Pero los efectos de la corrupción continúan a largo plazo y son muy difíciles de revertir. Así lo está descubriendo, con algún tropiezo, el gobierno de Macri.
La lucha contra la corrupción fue una de las banderas con las que Cambiemos se instaló en el poder. De hecho, el gobierno también la usó como una carta política. En los momentos de dificultades, se apuraron juicios e investigaciones, y alguna que otra figura K terminó en la cárcel, incluyendo al ex vicepresidente Amado Boudou.
Esta jugada tiene sus límites. Con la insólita trama de los cuadernos Gloria, las investigaciones empezaron a apuntar a grandes figuras de la política, pero también a importantes empresas y empresarios. Esto es una mancha más para el gobierno kirchnerista, y para todos los involucrados, pero también para el país en su conjunto.
Los gobiernos empiezan y terminan, pero las sociedades que los eligieron perduran. Y las empresas que hicieron negocios con ellos también. No importa que los kirchneristas ya no estén en el poder, porque los hechos escandalosos de corrupción se proyectan sobre la actualidad. Dan la imagen de un país poco serio, irresponsable y bananero.
No importa que quienes ahora estén en el poder pertenezcan a otro signo político. A los ojos de la sociedad, toda la política está manchada, y a los ojos del mundo el país sigue siendo el mismo, pero con otro gobierno. Las inversiones por las que Macri suspiraba se escapan despavoridas de un país así.
Con todo esto, me pregunto qué haría falta para reparar un daño tan enorme. Y se me ocurre que lo único que vale es un gesto igual de enorme que ese daño.La Ley de Responsabilidad Empresaria, que permite por primera vez acusar y condenar a empresas, y no sólo a los individuos que forman parte de ellas, es sin duda un gran avance. Pero, como se sabe, ninguna ley es retroactiva.
En Argentina, la impunidad llega incluso a las empresas. Hay once que admitieron haber pagado coimas en el país, pero sólo una recibió una sentencia: IBM, por 21 millones de dólares en sobornos pagados durante el primer gobierno de Menem. En cuanto a las locales, un ranking que se hizo hace unos siete años reveló que las empresas argentinas ocupaban el quinto lugar entre las más corruptas del mundo, siguiendo a las de Rusia, China, México e Indonesia.
Pienso en el inmenso negociado con el gas que fue orquestado por Dromi, en los negociados que prosperaron con Bolivia, Venezuela y Angola. Pienso en todos los personajes que ahora respiran aliviados, pensando que el temporal ya pasó. Quizás para ellos, pero para la gran mayoría del país se siguen volando los techos.
Mi propuesta es convocar a una Gran Moratoria, un gran «blanqueo de corruptos». Es simple: que las empresas y las personas que hayan contribuido al deterioro del Estado con prácticas ilícitas lo compensen económicamente. Las condenas en la justicia son lo que corresponde, pero no sirven para reparar el daño causado. Por el contrario, empeoran  la imagen del país en general.
Es difícil decir con precisión cuánto dinero habría en juego, ya que los datos relativos a la corrupción son casi siempre estimaciones. Pero según dichos y cálculos sofisticados, alcanzaría los 25 mil millones de dólares a nivel nacional. Si sumamos los hechos de la provincia de Buenos Aires y en el resto del país, las consecuencias de la mala administración, y por qué no, los intereses, quizás nos alcanzaría para pagar la deuda externa, que supera hoy los 200 mil millones de dólares.
No debería ser difícil para las empresas, que se apuran a declararse argentinos a ultranza cuando se acerca el Mundial, tener ahora un gesto real de grandeza y patriotismo que ayude a  levantar verdaderamente el país con una acción concreta. Al menos por egoísmo, ya que para una empresa (y los empresarios), en el largo plazo, siempre es mejor operar en un país estable y predecible.

(*) Magister en Comunicación y Marketing político Universidad del Salvador.

Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU.

Director de Buenos Aires Comunicación, BAC

@ossoreina

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