¿A qué edad los niños deberían tener su primer celular y cómo cortar con la adicción?

El veredicto de los padres se divide entre quienes deciden que el paso de la primaria a la secundaria es buen momento para que un chico tenga su propio móvil, los que se lo regalan mucho antes y aquellos que se niegan rotundamente a darles tal «independencia».

La pregunta es recurrente entre los padres y está dada por la falta de experiencia de estos adultos que ven con asombro -y temor- el avance de la tecnología en todos los aspectos de la vida cotidiana. Los menores son, por el contrario, ciudadanos digitales. Nacieron y viven en un mundo al que no conciben sin la tecnología.

Y llega una edad en la que casi indefectiblemente se produce el «choque»: el niño, que ya no se conforma con la computadora o la tablet que hay en el hogar, quiere un teléfono celular para él solo, y los padres dudan acerca de cuándo es el momento ideal para dar ese paso.

La respuesta no tiene números mágicos.

María Zabala es periodista española especializada en ciudadanía y educación digital, madre de tres hijos y autora del blog sobre educación familiar iWomanish, en el que asegura que «entender la época en la que están creciendo nuestros iKids es fundamental para buscar la mejor forma de acompañarlos en su crecimiento».

La vida de nuestros hijos incluye tecnología, sí o sí, y más que renegar de ello podemos incorporar esa tecnología a la educación que les damos. «Su vida incluye tecnología, sí o sí, y más que renegar de ello podemos incorporar esa tecnología a la educación que les damos, inculcar hábitos tecnológicos saludables, potenciar aficiones digitales positivas y educar en valores, autocontrol y respeto. Incluyendo la tecnología -sostiene-. Para que entiendan que en su vida ‘conectada’ es igualmente importante pensar qué hacen, por qué lo hacen, con quién, cuándo o cómo».

Para ella es clave «hablar con ellos sobre auto-control, tiempo bien empleado, respeto a los demás, respeto a uno mismo y entender cómo funciona (realmente) la tecnología que utilizan».

Según Luciana Torres, ingeniera industrial y creadora de MamáConectada, un espacio donde se brindan herramientas para la crianza en el mundo online y offline, «no hay una edad mágica para darles el primer celular a los hijos, ya que depende de la dinámica familiar, para qué lo va a usar, si necesita contactarse con los mismos padres o es sólo para diversión, si es un recurso para socializar con amigos o lo necesita para buscar cosas de la escuela».

Madre de cuatro hijos (Facundo, 15, Gregorio 13, Leopoldo 10, y Catalina de 6), Torres aseguró a Infobae que «hoy en día, los chicos pueden contactarse con sus amigos desde múltiples plataformas (las consolas de videojuegos, las salas de chat de las aplicaciones en las tablets, entre otros) pero el celular les permite acceder a una independencia mayor ya que se pierde el control de la actividad que desarrolla en el mismo».

Y tras asegurar que «los padres deben educar a los chicos a ser ciudadanos digitales responsables, tal como se los educa para la vida offline», recomendó: «Día a día, se deben establecer pautas claras, entender cómo funcionan las redes, aplicaciones, los riesgos que existen (algunos iguales al mundo físico y otros nuevos), mantener una mente abierta y una comunicación intensa. La tecnología no es ni buena ni mala, todo depende del uso que se haga de ella».

Al darle el primer celular a un hijo es clave establecer cuáles son los sí y los no adecuados para cada niño según su edad y características personales. «Todos los celulares poseen la opción de configurar la privacidad y seguridad, de manera de definir qué información se publica (por ejemplo, la geolocalización en las redes sociales), qué información nuestra se muestra y también, qué tipo de apps, películas o videos se pueden abrir -previno-. Al darle el primer celular a un hijo, es clave, que se logre entender cómo funcionan éstas especificaciones, establecer cuáles son los sí y los no adecuados para cada niño según su edad y características personales».

El reciente estudio Uso y abuso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación por adolescentes. Un estudio representativo de la Ciudad de Madrid, realizado por el Departamento de Prevención de Adicciones del Instituto de Adicciones de Madrid Salud junto con la Cátedra para el Desarrollo Social de la Universidad Camilo José Cela, demostró que sólo un 32% de los adolescentes hace un «uso adecuado» de internet: el 31,5% muestra señales de riesgo, el 23,3% mantiene una conducta de uso abusiva y el 13,2% exhibe una clara dependencia de comportamiento en cuanto al uso de la red.

Plataforma a plataforma y al igual que en adultos, los adolescentes consideran WhatsApp como la plataforma favorita (más del 90% de los participantes hacen uso de la app, un 96% de las chicas y un 92% de los chicos), seguida de YouTube (un 90% de las muestras y, en este caso, sin diferencias por sexo). Instagram es la tercera plataforma más utilizada por adolescentes (87% de chicas y 74% de chicos), mientras que Snapchat cayó exponencialmente durante el último año después del boom inicial entre el público adolescente.

Infobae también habló con la médica pediatra Nora Zonis, para quien «no hay una edad puntual recomendada para que un niño tenga su propio celular». «Suele recomendarse que alrededor de los 12 años, cuando cambia su actividad escolar, finalizan la primaria y suele aumentar su independencia es un momento adecuado», destacó, para luego profundizar: «El punto no es el celular sino lo que se haga con él. Lo primero que hay que hacer es poner reglas de uso, idealmente por escrito, para poder acudir al papel en caso de ‘olvidos'».

Y enumeró algunas de las que para ella son clave:

– Momentos de uso, de conexión y desconexión, sitios donde puede usarse o no el teléfono móvil, así como razones por las que los adultos pueden revisar o no el dispositivo. Por ejemplo, no se recomienda comer con ningún aparato cerca y, sobre todo, hay que obligarles a apagar el teléfono una hora antes de irse a dormir.

El punto no es darles el celular sino lo que se haga con él. Lo primero que hay que hacer es poner reglas de uso
– Pedir autorización previo a instalar nuevas aplicaciones o navegar en nuevos sitios web.

– No tener todo el tiempo el celular durante las horas de estudio ni tampoco que se cargue en el dormitorio durante la noche cuando hay que descansar.

– No relacionarse online con desconocidos. Sólo llamar o enviar mensajes a familiares, amigos.

– Pensar dos veces antes de compartir información privada. Fotos, videos, actividades o rutinas familiares.

– Es importante crear una cuenta como menor. Eso limitará el acceso a sitios y descargas que necesiten el permiso de los padres para determinadas tareas, lo que facilitará el poder ir graduando su autonomía digital.

¿Cómo cortar con la adicción?

Para que uno no sea «esclavo» de su celular, es importante tomar dimensión de su uso y saber el promedio de tiempo que se le da al smartphone y cuáles son las aplicaciones que más se usan. Quality Time es una de las tantas aplicaciones que se pueden encontrar en las galerías de la mayoría de los celulares.

La app monitorea varias cosas, entre ellas, la cantidad de tiempo que se usa el celular, cuántas veces se lo desbloquea y cuánto tiempo se le brinda a cada aplicación por día y por semana. «Pause» es otra herramienta que aprovecha el concepto de gamificación para controlar el tiempo que uno pasa mirando el celular.

La app permite competir con los contactos para ver quién es capaz de aguantar más tiempo con el smartphone en modo avión. El segundo paso es empezar a generar perfiles según la situación en la que uno está. Por ejemplo, cuando la persona está en su casa, puede bloquear las aplicaciones del trabajo o el acceso al correo laboral, además de que tiene la opción de pedir que no le lleguen notificaciones.

Otra forma es crear un perfil que sea «Disfrutar en familia» o algo parecido, en donde solo se puedan usar aplicaciones básicas y nada relacionado con las redes sociales. De esta manera, si bien se puede usar el celular, no se puede estar horas y horas inmersos en las redes sociales.

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