Habló la madre de la nena de 12 años abusada: «Fue más duro que la muerte de mi bebé»

Laura, la mamá de la chiquita atacada, contó el drama que vive su familia. Buscan desesperadamente al violador.
 Soy un enviado de Dios que vine a darte de una lección por haber salido de noche. Agradecé que fui yo porque de haber sido otro te habría matado’.

Esta frase fue la que el violador de Marcos Paz al que ahora busca toda la Policía Bonaerense le dijo a su víctima, de 12 años, antes de ponerla boca abajo sobre la mugre de un baldío, atarle las manos a la espalda con la campera, abusarla y dejarla tirada como si fuera una bolsa de basura, desnuda de la cintura a los pies.

Por último, le sacó el celular y la amenazó: ‘Ahora contá hasta 100’.

Y ahí, quietita, se quedó la nena de 12 años hasta que tomó coraje para desatarse, ponerse el pantalón y salir de ese baldío de Marcos Paz adonde minutos antes la habían raptado y violado cuando volvía a su casa tras haber salido con una amiguita a escondidas de su mamá. Los investigadores difundieron el video del ataque: buscan a alguien que reconozca al agresor y lo denuncie.

Detrás de esta búsqueda urgente hay más víctimas. Mientras en la madrugada del sábado su hija era abusada, la mamá, Laura, dormía en su casa sin saber siquiera que la nena había salido. Hoy está viviendo una pesadilla inimaginable.

 

«No sé lo que piensa ahora mi nena», le dice a Clarín. «Sólo siento su dolor como madre, pero no me puedo imaginar lo que está viviendo. Hace diez años perdí a un hijo por una muerte súbita. Tenía tres meses. Pero que violaran a mi hija fue más duro que la muerte de mi bebé».

 

Laura -cuya verdadera identidad se reserva para proteger a su hija- es una sacrificada trabajadora que se levanta todos los días a las 4 para ir a su empleo, en una casa de familia. Camina 10 cuadras hasta la parada de colectivos con su bebé de un año y medio en brazos. «Cuido a un hombre en Capital y ese es el único trabajo al que me permiten ir con mi chiquito», explica esta mujer de 36 años, que recién vuelve a su hogar cerca de las 22.30.

En las horas que pasan en el medio, su hija va a la escuela, toma clases de guitarra y es cuidada por sus abuelos. «Antes de que anochezca, regresa a casa y se queda ahí hasta que llego yo. Con mi trabajo pago el alquiler, la comida… No me puedo dar el lujo de tener una niñera», se angustia Laura, que nada sabe del papá de su hija mayor. Recién hace unos tres años logró separarse del padre de su otro hijo -el bebé que falleció- luego de años de padecer que la golpeara. Ahora está nuevamente en pareja, aunque viven separados: de esa relación nació su tercer chiquito.

 

A Laura le tiembla la voz cuando cuenta lo que pasó su nena. Da gracias por esas dos chicas de unos 20 años que pasaban por el baldío de Marcos Paz donde la atacaron, ubicado en Monteagudo y Buenos Aires, en el oeste del Conurbano bonaerense. Ellas fueron las que la encontraron.

«Todavía apretaba en su mano la bombacha y les pedía que la ayudaran a buscar su celular para llamarme, pero la convencieron de ir a la Policía», relata. El teléfono se lo llevó el violador. «Lo único que pido es que si alguien lo reconoce en los videos lo entregue, porque así como le tocó a mi hija le puede pasar a cualquiera. Llamamos al número de mi nena: alguien atendió y cortó», agrega, desesperada.

La cabeza de Laura no para, la angustia la domina: «Pienso en qué voy a hacer cuando lo tenga enfrente, qué le voy a decir y la verdad es que no puedo entender por qué lo hizo. Creo que es un enfermo».

 

Por lo pronto, ella y sus hijos se mudaron a lo de su mamá, justo a la vuelta del baldío donde violaron a la nena. Mientras Laura se va a trabajar junto a su bebé, a la nena la cuidan su abuela y su tía, se entretiene con su primo y ya tiene ganas de volver a las clases de guitarra. Pero si hay algo que no quiere es regresar a su casa por el miedo, y mucho menos pasar por la cuadra donde la violaron.

«El martes vimos a la psicóloga y estaba más tranquila. Ayer le avisé a mi mamá que no la deje ver la tele porque estaban pasando el video de cuando el violador la agarra, que ella no lo había visto, pero no sabemos cómo vio un programa y se angustió muchísimo por lo que decían», señala Laura.

También revela que todavía no logra explicarse cómo la nena se atrevió a irse con una amiga de madrugada. «Salieron cuando yo ya estaba dormida. Ella pide permiso siempre para irse, no puedo entender cómo se atrevió tan tarde, si no va ni a la esquina de noche porque le da miedo», describe.

Por estas horas, la titular de la Ayudantía Fiscal de Marcos Paz, Romina Morán, junto a la DDI local, intentan identificar al agresor y obtener más datos de las cámaras de seguridad del municipio que permitan reconstruir de dónde vino y hacia dónde se fue. Laura ya reconstruyó lo que sucedió entre el viernes a la noche y la madrugada triste del sábado en que atacaron a su hija. A la nena le cuesta hablar de eso.

 

«El viernes llegué de trabajar, ella estaba con una amiga que se quedaba a dormir. Yo estaba cansada. Ellas salieron sin que me diera cuenta: se fueron al centro, a los juegos, a la plaza», recuerda a Clarín. Y sigue contando cómo fue que las chicas se separaron cuando emprendían la vuelta a casa.

«Un hombre les pidió la hora y siguió caminando. Vieron pasar un auto, sus ocupantes las invitaron a subir pero ellas se asustaron. La amiga se fue por la ruta (40, ex 200) y mi hija siguió por Monteagudo. Ahí se separaron», dice Laura y considera que el mismo hombre que les había pedido la hora es el que la atacó: «Ese mismo fue el que al minuto regresó y la raptó. Ella iba sola, estaba a la vuelta de la casa de mi mamá».

 

A Laura le cuesta respirar cuando empieza a contar cómo violaron a su hija: «La agarró de los pelos, la arrastró y le decía: ‘No grites porque te voy a matar’. Le puso la mano en la boca y ella lo mordió, él le devolvió una piña».

Mientras el violador tenía a la nena cautiva en el baldío, el celular de la hija de Laura comenzó a sonar. Era su amiguita, que la llamaba con insistencia: «Le quitó el teléfono y le dijo: ‘No soy pelotudo, sé que vas a contestar’. Y cuando se fue se lo llevó. Ella me pide perdón porque no debería haberse ido».

 

Ahora, la investigación apunta a que alguien del entorno del violador lo reconozca en el video y por eso difundieron el teléfono de la DDI de Marcos Paz donde se reciben las denuncias: (02323) 426507.

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