“Los libros no muerden”: Esta semana otro concurso para que te ganes el mejor material de lectura

En el marco del ciclo radial del historiador misionero Pablo Camogli “Los libros no muerden” que emite Radio Libertad, 93.7 todos los jueves, Misiones Online realiza un concurso semanal por un libro de Tras los Pasos. Esta vez el premio es un ejemplar Luciano Olivera Largavistas.

 

 

Para participar ingresá a la Comunidad Misiones Online. Si aún no te has sumado deberás registrarte por única vez y finalmente cliquear “Participar Ya” en el concurso, ingresando aquí. El viernes 22 de junio daremos a conocer el nombre del ganador.

Sencillez e historias mínimas parecen ser la clave del éxito literario de Luciano Olivera. El autor que hace unos años conquistó al público con “Aspirinas y caramelos”, recurre a la misma fórmula en su nueva obra, “Largavistas”, editada por TusQuets Editores.

En principio suena muy tentador replicar un modelo que resultó exitoso, pero se sabe que en el mundo literario no siempre lo que funcionó en un momento puede funcionar en otro. En este caso, con solo leer las primeras historias de “Largavistas” se comprueba que la magia sigue intacta y que el formato resulta igual de atrapante que antaño.

Es que Olivera tiene el enorme mérito de escribir con simplicidad, sin rebusques discursivos ni frases altisonantes. Sus palabras son la traducción perfecta de sus historias, esas vivencias mínimas, cotidianas, simples y candorosas que le tocaron vivir a él mismo cuando niño. Un pibe que anota características de los ferrys que lo cruzan entre Buenos Aires y Colonia o que se muestra temeroso con el agua, no parecen ser justamente historias impactantes. Sin embargo, en la pluma del autor, se transforman en una lectura atrapante, que invita a continuar leyendo para saber las peripecias de aquel Luciano pequeño.

Si en “Aspirinas y caramelos” los ejes eran la figura del padre y el amor mutuo por Independiente, en “Largavistas” los ejes se amplían, tanto en términos de personajes involucrados, como en los escenarios. En especial porque ahora aparecen en escena la familia materna y tiene mucho más protagonismo la hermana mayor del niño. Lo mismo para la geografía del relato, que se ubica entre Buenos Aires y Colonia, con el intrigante Río de la Plata como escenografía.

En cierta forma, el título del libro es casi como una metáfora entre ambas publicaciones. Aquel micromundo de “Aspirinas” es observado con un largavistas que permite identificar nuevas relaciones y realidades que terminan de configurar la niñez del protagonista. Hasta dónde ese mundo es real o fue tamizado por la prosa del autor, no lo sabremos nunca y, en verdad, poco importa. Quizás la explicación para ella la encontremos en los agradecimientos, cuando Luciano le agradece a su hija Lola “por ayudarme a recordar qué vemos cuando somos chicos”.

Con simplicidad, con sencillez, con palabras justas, Olivera lo hizo de nuevo. Juntó sus recuerdos, los reconstruyó con la mayor inocencia posible, y los tradujo en un libro de historias breves, de cuentos mínimos. Y como en su experiencia literaria anterior logró algo extraordinario, demostrar desde la mayor sencillez posible, la enorme complejidad de la vida.

 

 

 

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