Llegó de Venezuela, es médica cirujana y se ofrece para limpiar casas

Astrid Dellacanónica es médica, pero busca trabajo «de lo que sea».

Una médica venezolana llegó a Cipolletti en busca de una mejor vida. En su país natal cobraba un dólar al mes cubriendo guardias casi todos los días. Ahora se postula para trabajar como empleada doméstica o planchar ropa hasta que pueda revalidar su título para ejercer su profesión en nuestro país. “Estoy agradecida de todos en la ciudad. No tengo problemas en trabajar de lo que sea hasta poder ejercer de forma legal la medicina. Mi prioridad es poder ayudar a mi familia, que está en Venezuela”, relató a LM Cipolletti.

Astrid Dellacanónica tiene 34 años, un título de médica generalista con especialidad en cirugía y un posgrado iniciado en cirugía general. Se crió en Mérida, a 665 kilómetros de Caracas, junto a su madre, su hermana y dos pequeñas sobrinas. “Estudié siete años en la Universidad de los Andes y me recibí de médica cirujana. Ejercí nueve años en el Hospital Central y en el sector privado. En el último tiempo trabajaba en dos clínicas con turnos todas las noches de hasta 24 horas, y cobraba 50 centavos de dólar la quincena. Con mi último sueldo sólo alcancé a comprar un kilo de queso y un kilo de plátanos, y allí tomé la gran decisión”, recordó la mujer sobre la crisis económica en Venezuela que la empujó a buscar un nuevo horizonte.

Astrid Dellacanónica tiene 34 años, un título de médica generalista con especialidad en cirugía y un posgrado iniciado en cirugía general. Se crió en Mérida, a 665 kilómetros de Caracas, junto a su madre, su hermana y dos pequeñas sobrinas. “Estudié siete años en la Universidad de los Andes y me recibí de médica cirujana. Ejercí nueve años en el Hospital Central y en el sector privado. En el último tiempo trabajaba en dos clínicas con turnos todas las noches de hasta 24 horas, y cobraba 50 centavos de dólar la quincena. Con mi último sueldo sólo alcancé a comprar un kilo de queso y un kilo de plátanos, y allí tomé la gran decisión”, recordó la mujer sobre la crisis económica en Venezuela que la empujó a buscar un nuevo horizonte.

En enero arrancó la travesía en colectivo por América Latina junto a su novio Juan Pablo, ingeniero en informática. El boleto alcanzó para llegar hasta Perú, donde trabajaron cinco meses para poder continuar el viaje hasta la Patagonia. “No teníamos para comer, menos para mudarnos. En Lima trabajé como enfermera en un policlínico y una escuela. Ahorré todo lo que pude para continuar. Viajamos cinco días hasta llegar a Cipolletti. Ahora mi prioridad es trabajar de lo que sea para enviarle ayuda a mi familia y poder pagarles el pasaje en algún momento”, relató Astrid.

Los altos costos de vida en Venezuela y los bajos salarios hacen imposible mantener una vida normal. Los precios de los productos pueden variar en pocas horas.

En la ciudad la recibió con los brazos abiertos toda su familia paterna y le ofrecieron hospedaje. “Tuve un problema con mi DNI, que se me venció, y hasta que no lo renueve no puedo iniciar los trámites de revalidación del título ni trabajar en blanco. Los argentinos me ayudaron en todo lo que pudieron y todos se están movilizando para conseguirme un trabajo”, expresó.

Su gran anhelo es volver a trabajar como médica. “Tengo muchas esperanzas de poder ingresar a trabajar en un hospital local y soy consciente de que es importante que el Estado verifique la matrícula. Sé que los tramites van a demorar mucho tiempo, y mientras tanto mi familia en Venezuela necesita de mi ayuda. Ellos son mi prioridad, y parte de mi dinero es para ellos. Podría ser empleada doméstica, mesera y hasta planchar ropa”, comentó la joven.

Astrid festejó la iniciativa de Río Negro para acelerar el proceso de revalidación del título en la UNCo y poder cubrir las vacantes en el sistema público provincial. Apenas logre ahorrar algo de dinero, lo destinará a la compra de los pasajes para traer a su familia al país.

 

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