Una botella de agua y un chicle, la clave para resolver el crimen de una maestra 25 años después 

Christy Mirack siempre quiso ser maestra. Desde niña, cuando jugaba a la escuela con su hermano. Después de terminar sus estudios, trabajó como mesera, como asistente en una farmacia, pero a los 25 años al fin estaba cumpliendo sus sueños como maestra de una de una clase de sexto grado de la Rohrerstown Elementary School en Lancaster, Pennsylvania.

Faltan pocos días para la Navidad. Christy se quedó hasta tarde envolviendo regalos. Una copia del libro «Miracles on Maple Hill» para cada unos de sus alumnos y el mensaje escrito a mano en la primera página: «¡Te deseo muy feliz navidad y un gran año 1993!».

A la mañana siguiente, se abrigó con una chaqueta de cuero marrón y guantes vino tinto antes de salir a al crudo invierno de la Pennsylvania rural, camino a la escuela.

Pero cuando la campana sonó, el 21 de diciembre de 1992, ella no estaba. El director de la escuela llamó a su casa y nadie respondió. Preocupado, fue a buscarla. Al llegar, la puerta estaba abierta. En el living, su cuerpo yacía muerto, con sus pantalones y bragas desgarrados y los libros para regalar esparcidos a su alrededor.

La policía determinó que Christy fue golpeada, estrangulada y violada antes de su muerte. El asesinato fue un golpe terrible para la comunidad. La policía local y el FBI realizaron 1.500 entrevistas, los análisis forenses descartaron a 60 sospechosos. La familia ofreció 10 mil dólares de recompensa por cualquier información, pero nunca hubo nadie arrestado. Quince años más tarde, el hermano de Christy abrió una página de Facebook sobre el caso y colocó avisos callejeros. Pero nada.

Pero los avances de la ciencia permitieron echar luz de una manera inesperada donde sólo había oscuridad.

Hoy existen manera de cruzar bases de datos genéticos que van muchos más allá de los registrados por el FBI de los criminales. Cada vez es más usual en Estados Unidos y otros países que las personas otorguen una muestra de saliva, o un pelo, o sangre para obtener su ADN  y así rastrear su genealogía familiar o hasta hallar algún pariente perdido. Pues bien, toda esa información puede ser compartida en GEDmatch, una base de datos de código abierto a la que también tienen acceso las fuerzas policiales.

El fiscal del distrito envió entonces las muestras se semen que se habían hallado en el cuerpo de Christy y en la alfombra hace 26 años y del que el FBI no había hallado coincidencias con su base de datos de ADN de criminales a Parabon NanoLabs. Ese laboratorio subió la muestra a GEDmatch en la categoría «privado», para que sólo ellos puedan rastrear sus coincidencias con otros perfiles genéticos pero no pueda ser utilizada en otras búsquedas.

El ADN de la muestra arrojó un vínculo genético con Raymond Rowe, un conocido animador de fiestas y uno de los DJ’s más populares de la zona, conocido como «DJ Freez», que a comienzo de los ’90 vivía a 5 kilómetros de la casa de Christy.

Pero el hallazgo no es suficiente. La policía debía recolectar una muestra de ADN de Rowe y analizarla. El 31 de mayo pasado, «DJ Freez» realizó una fiesta en una escuela primaria. Oficiales de la policía de Pennsylvania estuvieron en el lugar de forma encubierta. Vieron que Rowe mascaba chicle y tomaba agua de una botella. Al final de la fiesta, los policías recogieron el chicle y la botella que habían quedados tirados y los llevaron para su análisis.

El 22 de junio llegaron los resultados del análisis: según el fiscal del distrito, hay una chance en 200 octillones de encontrar a otra persona cuyo perfil genético coincida como el de Rowe con el asesino.

Este lunes, Rowe fue detenido y se le levantarán cargos por homicidio en primer grado.

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