El insólito pedido de Kim para la cumbre con Trump

En una isla vacacional frente a las costas de Singapur, los planificadores de eventos norteamericanos trabajan contra reloj con sus colegas norcoreanos para organizar una crucial cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un, que tiene como objetivo poner fin al programa de armas nucleares norcoreano. Pero aún hay un tema logístico especialmente sensible que, según fuentes internas, sigue irresuelto: ¿quién pagará la cuenta del hotel del dictador en Singapur?

El orgulloso pero quebrado Estado paria pidió que un país extranjero pague la estadía en su alojamiento predilecto: el Fullerton, un espléndido hotel neoclásico junto a la desembocadura del río Singapur, donde una suite presidencial cuesta más de 6000 dólares la noche.

El trivial -pero diplomáticamente espinoso- tema de la factura es apenas uno de los numerosos desafíos logísticos que enfrentan los dos equipos liderados por el vicejefe de gabinete de la Casa Blanca, Joe Hagin, y quien en los hechos funge de jefe de gabinete norcoreano, Kim Chang-son, en el escarpado camino hacia la cumbre programada para el 12 de junio próximo.

Luego de semanas de incertidumbre, la semana pasada Trump canceló la reunión y le echó la culpa a Corea del Norte por su «abierta hostilidad». Pero el frenesí de intercambios diplomáticos que atravesó dos continentes logró encarrilar nuevamente el demorado encuentro, y anteayer Trump anunció que asistiría tal como estaba planeado originalmente.

Dos miembros del equipo organizador confirmaron que Washington está dispuesto a cubrir los gastos del lujoso hotel cinco estrellas elegido por Corea del Norte, pero es consciente que ese gesto podría ser considerado insultante para Pyongyang. Así que ahora los organizadores norteamericanos están evaluando pedirle a Singapur, el país anfitrión, que se haga cargo de esa cuenta.

«Es una irónica y muy reveladora desviación de aquella insistencia de Corea del Norte de ser tratada en un pie de igualdad», dice Scott Snyder, experto en temas norcoreanos del Consejo de Relaciones Exteriores, un think tank con sede en Nueva York.

Sin embargo, el régimen de Pyongyang, totalmente aislado y bajo sanciones económicas, tiene un largo historial de descaradas exigencias.

Durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang, Corea del Sur tuvo que destinar 2,6 millones de dólares para cubrir los gastos de alojamiento de los hinchas norcoreanos, de una troupe de artistas y de otros miembros de la delegación visitante. Para ese mismo evento, el Comité Olímpico Internacional pagó el viaje de los 22 atletas norcoreanos.

En 2014, cuando el entonces director nacional de inteligencia de Estados Unidos, James R. Clapper Jr. visitó Corea del Norte para recuperar a dos prisioneros, los anfitriones norcoreanos le sirvieron «una cena de 12 elaborados platos de cocina coreana», pero luego insistieron en que pagara por ella, según comentó el veterano funcionario.

«Esas normas se establecieron a principios de la década de 2000, cuando arrancó la llamada ‘política soleada’ de Seúl», dice Sung Yoon-lee, experto en cuestiones coreanas de la Universidad Tufts, en referencia a la política de acercamiento asociada con el expresidente surcoreano Kim Dae-jung. «Corea del Norte puede construir bombas nucleares y misiles balísticos intercontinentales, pero dice que no tiene plata para pagar los costos del viaje».

La exfuncionaria del Tesoro norteamericano Elizabeth Rosenberg señala que pagar el alojamiento de los norcoreanos durante la cumbre entraría en contradicción con las sanciones económicas impuestas por el Departamento del Tesoro, ya que la transacción exigiría que la Oficina de Control de Activos Extranjeros «suspenda temporariamente la aplicación de las sanciones».

De hecho, ya se espera que Estados Unidos solicite varias dispensas de Naciones Unidas y del Tesoro para una variedad de gastos de viaje relacionados con la cumbre.

«Existen mecanismos legítimos previstos para hacer excepciones de acuerdo con las circunstancias, pero esto podría suscitar críticas políticas y de la opinión pública, y también podría ser un mensaje equívoco hacia Pyongyang», dijo Duyeon Kim, del Foro sobre el Futuro de la Península Coreana, un think tank de Seúl.

Desentrañar cómo pagar los gastos de hotel de los norcoreanos en Singapur no es el único obstáculo logístico que trae aparejada la cumbre. La obsoleta aeronave de la era soviética en la que viajará la comitiva tal vez deba hacer escala en China, ya que se teme que no logre completar de un tirón los 4800 kilómetros hasta Singapur, o sea que también tendrán que inventar una excusa para que esa parada obligada no sea vergonzante. Otra posibilidad es que viajen en un avión prestado por otro país.

Pero todos esos temas son secundarios frente a la decisión mayúscula: elegir el recinto donde se realizará el encuentro. Al parecer, ambos equipos acordaron que se realice en el hotel Capella, en la isla vacacional de Sentosa. El hotel combina edificios coloniales con otros modernos curvilíneos. Está previsto que Trump se aloje en el Shangri-La, un hotel de 747 habitaciones acostumbrado a situaciones de máxima seguridad. (La Nación)

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