Después de 45 años se encontró con su madre biológica en Japón y recibió una sorpresa que multiplicó su felicidad

Un ataque al corazón fue la razón por la que Bruce Hollywood, un coronel de la Fuerza Aérea de EEUU, decidió buscar a su mamá. Había sido dado en adopción, pero él pronto se dio cuenta de que no lo había abandonado.

La revelación le llegó cuando tuvo de frente a la muerte. Bruce Hollywood, un coronel de la Fuerza Aérea, estaba en el estacionamiento del Pentágono listo para ir a trabajar cuando sufrió un ataque al corazón. En ese momento pensó: «Aquí es donde todo termina».

En la ambulancia, camino al hospital, analizaba lo que había sido su vida y se reprochaba de algunas cosas: no poder ayudar a su hijo en su ingreso a la universidad y conocer a su madre biológica, una mujer japonesa que lo dio en adopción en 1960.

Hollywood fue adoptado por una pareja de estadounidenses que vivía en la estación militar de los Estados Unidos en Japón. Su madre biológica quería que tuviera una mejor vida en Norteamérica, informó The Washington Post.

«Siempre supe que era adoptado por que mis rasgos son asiáticos y mi padre de ascendente irlandés y mi madre noruego. Y ellos siempre me decían: nosotros te escogimos a ti de forma especial. Tú eres incluso más especial que cualquier otra persona», dice Hollywood.

Ese 2005, el año del ataque al corazón, fue el momento en el que decidió emprender la búsqueda de la mujer que lo trajo al mundo, algo en lo que siempre lo alentó su madre adoptiva pero que él por desinterés nunca quiso hacer. Incluso sus padres le dieron el nombre de su madre biológica y le ofrecieron pagarle el pasaje Japón, pero siempre se negó.

Sin embargo, todo cambió con el ataque al corazón, y una vez se recuperó, comenzó la búsqueda. Hollywood tenía un plan armado, le enviaría una carta secreta en caso de que ella nunca le hubiera contado a nadie que tenía un hijo.

«He vivido la mejor vida del mundo. Soy coronel en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Tengo hijos hermosos. La vida es muy buena», quería escribirle Hollywood a su madre.

Intentó encontrar información de ella en la embajada de Japón en Washington y en la embajada estadounidense en Tokyo, pero en ninguno de los dos lugares tuvo suerte. Contrató un detective privado con el que tampoco tuvo fortuna.

Meses después, camino a una conferencia militar en Alemania, Hollywood fue a un bar del aeropuerto de Dulles en Washington a esperar a que se acercara la hora de su vuelo. Allí conoció almirante Harry Harris, un hombre que, sin saberlo en ese momento, le dio un giro a su vida.

La madre de Harris era japonesa y Hollywood le contó su historia, lo que creó un vínculo especial entre los dos.

«Le conté que había tenido un ataque al corazón y que intentaba encontrar a mi madre. Y el me dijo: ‘Bruce, te puedo ayudar’. Y yo le respondí: «Sabes qué, eres un almirante y todo, pero no puedes ayudarme. Ya fui a las embajadas. Intenté por otros medios, y tú no me puedes ayudar», recuerda Hollywood de ese día.

Harris, quien es el comandante de las Fuerzas Armadas estadounidenses en el Pacífico y quien está nominado para ser embajador en Corea del Sur, le respondió: «Sabes, Bruce, en serio te puedo ayudar».

Sin esperanza de conseguir nada, Hollywood le dio toda la información que tenía. Diez días después, sentado en su oficina en el Pentágono, recibió una llamada de la embajada de Japón.

«Coronel Hollywood, es muy grato informarle que hemos encontrado a su madre: Nobue Ouchi. Yo dije: ‘Oh, Dios mío, esto es maravilloso. Me tienen que ayudar a escribir una carta. Quiero que sea precisa y quiero que sea culturalmente sensible. Ustedes me tienen que ayudar», rememora.

La persona que llamó le respondió: «No habrá ninguna carta. Ella lo llamará en 10 minutos, y ella no habla inglés. ¡Buena Suerte!».

Hollywood empezó a enviar correos a todo el Pentágono en búsqueda de alguien que supiera hablar japonés, hasta que dio con un intérprete. Un instante después sonó el teléfono: era su madre. Lloraba

Conmocionado por la situación, comenzó a hablar con rapidez, le decía lo feliz que era y lo agradecido que estaba con ella. Del otro lado de la línea escuchó: «Lo siento, no habló inglés».

Luego comenzó el intérprete a decirle lo que su madre le contaba. Hollywood comenzó a llorar y entre sollozos le contestaba.

El intérprete le dijo: «Bueno, mañana es su cumpleaños número 65 y de regalo de cumpleaños siempre soñó toda su vida que tú volverías a ella».

Su madre nunca se había casado porque decía que su corazón pertenecía a un solo hombre. «Y ese eres tú, ella sabía que regresarías», le dijo el intérprete.

Además, le dijo algo que le pareció increíble: su madre tenía un bar restaurante cuyo nombre era Bruce.

«Yo pensé: ‘O esta es la historia más increíble que he escuchado o esta señora está loca y las cosas que me dice no son ciertas», dijo Hollywood.

Sin embargo, su madre adoptiva antes de que se mudaran a los Estados Unidos le dio a Nobue una foto del bebé, le dijo que su nombre era Bruce y que prometía darle una buena vida.

Nobue le dijo que lo quería ir a visitar, pero le respondió que no, que él sería el que viajaría hasta Japón.

Diez días después, Hollywood estaba Shizuoka, a un par de horas en tren de Tokyo. Su madre le contó que su padre biológico era un militar estadounidense que fue transferido de vuelta a Carolina del Sur, que le había prometido matrimonio pero no lo concretó y a quien no le había contado que estaba embarazada.

En esa primera visita, Nobue nunca se le despegó a su hijo. Cuando él salia a correr y regresaba, ella lo esperaba preocupada. Cuando sigiloso bajaba las escaleras para correr a las 5 de la mañana, Hollywood encontraba a su madre vestida con ropa deportiva.

Los viajes a Japón se hicieron frecuentes. Y algunas ocasiones, invitó a su madre a Washington. Los dos comenzaron estudiar el idioma del otro. Pero tres años después de conocerse, en el 2009, Nobue murió de un ataque al corazón.

Luego de conocerse a su madre, Hollywood descubrió su identidad japonesa, algo con lo que nunca se había identificado.

«En estos últimos 12 años finalmente descubrí mis raíces japonesas. Antes de eso, yo no tenía ninguna identidad japonesa. Yo solo tenía facciones japonesas, pero nada más, y mientras más me involucré con mi comunidad más orgullos me volví de mi herencia», concluye.

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