Dólar, corrida y fuga: en Argentina llueve al revés

Después de tres semanas de intentar contener infructuosamente al dólar a fuerza de sacrificio de reservas, el Banco Central y el equipo económico de Macri salieron el viernes a quemar las naves dispuestos a resignar otros objetivos con tal de frenar la corrida cambiaria que para entonces ya había elevado casi tres pesos la cotización del dólar.

A primera hora de la mañana el Central aumentó 675 puntos básicos la tasa de política monetaria lo que la llevó a 40 por ciento –una semana antes estaba en 27,5 por ciento- y redujo del 30 al 10 por ciento el máximo de tenencias en dólares de los bancos. Horas más tarde, los ministros de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne y Luis Caputo anunciaron que la meta del déficit fiscal primario se correría de 3,2 a 2,7 por ciento, lo que obligará a recortar en alrededor de 30 mil millones de pesos lo previsto para obra pública este año.

Las medidas apuntan en tres direcciones: reducir la cantidad de pesos en circulación, desincentivar la demanda de dólares y ampliar la oferta de billetes de la divisa estadounidense en plaza local. Se busca atacar desde todos los flancos posibles con un solo objetivo: frenar la disparada del dólar.

Mediante el aumento de las tasas, el Central pretende ofrecer alternativas de inversiones especulativas en pesos que sean más atractivas que el dólar, si lo logra se reducirá la demanda de divisas y con ello el peso debería apreciarse o al menos dejar de devaluarse. Además se busca evitar que estalle la bomba de las Lebacs que construyó el Central el año pasado. La política económica necesita mantener condiciones excepcionales de rentabilidad para las inversiones financieras en pesos para evitar un traspaso masivo de Lebac a dólares, por el sencillo motivo de que las colocaciones en Lebac equivalen a casi 60.000 millones de dólares.

El achique del gasto público anunciado busca no solamente reducir la cantidad de pesos en circulación sino también recuperar la confianza de los mercados que observan con preocupación que Argentina depende de una importante cuota de financiamiento externo para costear su déficit.

Aunque el paquete de medidas resulte efectivo para bajar la fiebre verde, es esperable que tenga efectos secundarios negativos, como un enfriamiento de la economía, un incremento de los costos de financiamiento y una reducción de las inversiones en obra pública. “Nos duele tocar el presupuesto de la obra pública, pero entendemos en este contexto que necesitamos acelerar el camino hacia la convergencia fiscal”, reconoció el ministro Nicolás Dujovne.

Los anuncios del equipo económico tuvieron el viernes el efecto deseado y el dólar cerró la semana a 22,28 pesos para la venta, casi un peso menos que el pico de 23,30 del jueves, pero 1,40 pesos por encima de los 20,88 pesos del viernes anterior. Los analistas dan por descontado que con Lebacs a 7 días pagando hasta 47 por ciento de interés, el dólar difícilmente aumente, pero la pregunta que queda planteada es hasta cuándo será necesario mantener semejantes tasas.

Cualquiera sea el caso, en el mundillo de los analistas y opinólogos de la economía volvieron a llover críticas contra Federico Sturzenegger por la estrategia –o la falta de estrategia- en las intervenciones con las que en Central intentó combatir la corrida contra el peso. Al titular de la autoridad monetaria le cuestionan que sacrificó casi 8.000 millones de dólares de reservas para luego terminar recurriendo al conocido remedio de aumentar las tasas. 

¿Para qué vender el miércoles pasado 1.500 millones de dólares a 20,40 pesos sin subir la tasa en pesos, para luego convalidar una fuerte devaluación y después sí aumentar las tasas? Se preguntan los analistas, muchos de los cuales sostienen que el Central no supo anticipar cómo reaccionaría el mercado y eso le costó al país un sacrificio de reservas que era evitable.

Lo que vendrá

La corrida contra el peso y las medidas anunciadas el viernes provocaron un sacudón en el panorama económico del país que se sentirán -al menos- durante todo el año.

Lo más inmediato será un incremento de la inflación dado por el paso a precios del aumento del dólar. Productos dolarizados como los combustibles serán los primeros en subir, tratándose de Argentina, todos los demás precios acompañarán en la misma medida, incluso aquellos que no tengan un solo componente importado.

Si la política de tasas altas resultara efectiva para contener al dólar, es esperable que la inflación se desacelere bastante luego de que las últimas subas del dólar terminen de pasar a precios, lo que podría llevar al menos dos meses.

Otro efecto inmediato será el encarecimiento del crédito, de hecho los bancos aumentaron el viernes tres puntos porcentuales las tasas que cobran por préstamos de corto plazo (adelantos en cuenta corriente, descuentos de cheques y préstamos personales). Con el Central pagando 40 por ciento de intereses, los bancos no tendrán mucho incentivo para prestar a personas o a empresas y en cambio sí para tomar depósitos para luego colocar ese dinero en Lebacs. Habrá más incentivos para ahorrar que para tomar créditos.

El efecto más temido por el Gobierno es el enfriamiento de la economía que provocará la combinación de suba de tasas y recorte de la obra pública. Con inversiones financieras de riesgo relativamente bajo pagando rentas tan altas, a ningún inversor en su sano juicio se le ocurriría hacer otra cosa que comprar Lebacs, lo que virtualmente paralizaría las inversiones en la economía real.

Por otra parte la suba de tasas se traduce en un encarecimiento del crédito que impacta de manera negativa tanto en el consumo cuanto en las cadenas productivas que requieren de financiamiento para funcionar, los yerbateros que por estos días están levantando la zafra de invierno conocen bastante bien esa dinámica.

Por otro lado, la obra pública fue el motor más activo del crecimiento durante todo el año pasado. Una disminución en las inversiones volcadas a ese fin repercutirán de manera directa en uno de los índices más relevantes para que el programa gradualista del Gobierno llegue a buen puerto.

Aún es temprano para medir ese impacto con precisión, pero ya varios consultores de los que responden la encuesta de expectativas del Central estaban previendo arañar un crecimiento del PBI de entre 2 y 2,5 por ciento este año, frente al 3/3,5 por ciento previsto hasta ahora por el Gobierno.

Finalmente, el escenario más sombrío sería la continuidad de la corrida cambiaria a pesar de las tasas récord, lo que obligaría al Gobierno a tomar medidas mucho más recesivas para frenar la estampida, lo que podría revertir el proceso de crecimiento económico.

Las razones del dólar

A la hora de buscar culpables de la corrida contra el peso los interpretaciones varían dependiendo de a quién se le pregunte. Desde el Gobierno nacional apuntan a factores externos –concretamente la suba de tasas de la FED- y en menor medida a la “irresponsabilidad política” de la oposición que intenta poner palos en la rueda del sinceramiento tarifario que impulsa el oficialismo. No se escuchó desde ese sector nada parecido a un mea culpa.

Quienes analizan a cuestión desde otro punto de vista reconocen que la suba de tasas dispuesta por la Reserva Federal del gran país del norte perjudicó a los emergentes, pero advierten que mientras en los demás países de Latinoamérica hubo leves devaluaciones, en Argentina se produjo una estampida, lo que indicaría la presencia de factores internos que alimentaron la crisis.

Los analistas coinciden en que las dificultades que encontró el Gobierno para contener al dólar son un signo claro de que la economía argentina no genera suficiente confianza, no solo en el exterior sino en sus propios habitantes. El grado de preferencia por la moneda local es un parámetro usual para medir esa confianza. Durante el kirchnerismo ese parámetro estaba por el piso y con la gestión de Cambiemos pareciera haber empeorado.

Según los datos del Banco Central en 2016 se fugaron 10.000 millones de dólares del país; el año pasado esa cifra trepó a 22.150 millones de dólares, en el primer trimestre de este año ya sumó casi 7.000 millones y solo el mes pasado el Central vendió más de 4.700 millones de dólares. La progresión mete miedo.

El dato no debería sorprender si se toma en cuenta que la mayoría de los integrantes del gabinete nacional tienen su dinero fuera del país y uno de ellos –Aranguren- reconoció recientemente que en su caso eso se debía a falta de confianza en la economía que ellos mismos manejan.

Al respecto se refirió el exgobernador Maurice Closs en un tuit no exento de ironía.

El creciente déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos es la otra autopista de cuatro carriles por la que escapan los pocos dólares que Argentina consigue por vía de exportaciones y los muchos que llegan por endeudamiento. La balanza de pagos toma en cuenta el ingreso y egreso de dólares por intercambio de bienes (balanza comercial) y por pago y cobro de servicios, allí se incluyen los intereses de la deuda, los viajes, el turismo, la remisión de utilidades, entre otros conceptos. Esa cuenta registró en 2016 un saldo negativo de más de 14.600 millones de dólares, cifra que se duplicó el año pasado al arañar los 31.000 millones y este año sigue en franco ascenso por el aumento de los pagos de la deuda.

Según los propios cálculos del Gobierno, Argentina necesita tomar alrededor de 30.000 millones de dólares de deuda al año para sostener sus cuentas y soñar con un crecimiento de un par de puntos y –siempre según los números de Nación- esa necesidad de deuda no disminuiría al menos hasta 2020.

Argentina gasta más de lo que genera, vive de prestado en un mundo en el cual el crédito es cada vez más caro, de allí buena parte de las dificultades que encuentra el gobierno para construir confianza. En ese contexto, en vez de lluvia hay fuga de inversiones. En Argentina llueve al revés.

Baja de tarifas sin tocar el IVA

Luego de que el dólar acaparara la atención mediática en los últimos días, la discusión por  las tarifas volverá al centro de la escena mediática esta semana cuando se prevé llegue al recinto de Diputados de Nación el proyecto consensuado por buena parte de la oposición tendiente a retrotraer las tarifas.

Mientras que desde el oficialismo impulsan el proyecto presentado por el senador misionero Humberto Schiavoni –figura creciente dentro del Gobierno nacional- tendiente a “limpiar” las boletas de servicios de tasas municipales, impuestos provinciales (menos ingresos brutos) y cargos que no tengan directa relación con la prestación del servicio, del lado de la oposición ganó consenso entre los bloques de Argentina Federal, el Frente Renovador (el massismo) y el Frente para la Victoria el proyecto que propone retrotraer las tarifas a noviembre último, mantenerlas estables durante 12 meses y bajar a la mitad el IVA.

Entre los gobernadores hizo ruido la posibilidad de bajar la carga impositiva, porque eso implicaría achicar la torta de la coparticipación, lo se sentiría en las arcas provinciales. El cordobés Juan Schiaretti, el salteño Manuel Urtubey y el misionero –cuya voz es cada vez más tomada en cuenta en el concierto nacional- Hugo Passalacqua fueron algunos de lo que advirtieron que tocar el IVA no era buen negocio para las provincias.

“Las provincias no debemos invadir en una competencia que no nos pertenece -enfatizó Passalacqua-. Nosotros como espacio opositor a la Nación no avalamos la sanción de alguna ley que signifique un perjuicio a la ley de presupuesto que ya fue sancionado oportunamente, ni un retroceso en materia de recursos fiscales para las provincias, como lo es la reducción del IVA en servicios públicos”, dijo Passalacqua en declaraciones que fueron reproducidas por los principales medios nacionales.

El ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán advirtió que el 89 por ciento del IVA se coparticipa y por lo tanto reducir ese gravamen perjudicaría mucho más a las provincias que la Nación. “Si bajara el IVA seríamos las provincias las que terminamos subsidiando la energía eléctrica”, planteó.

Un informe elaborado por Hacienda de Nación señala que la eliminación del IVA de las boletas de servicios tendría un costo fiscal de casi 40 mil millones de pesos –tomando en cuenta un escenario de máxima- lo que se traduciría en una pérdida de más de 620 millones de pesos para Misiones.

 

La postura planteada por Passalacqua y los demás gobernadores mencionados se terminó imponiendo y los legisladores de las fuerzas opositoras accedieron a quitar del proyecto el artículo referido a la reducción del IVA. Durante la negociación quedó en claro que el posicionamiento político asumido por el Gobierno provincial, que supo mantenerse independiente tanto al Gobierno nacional cuanto a las expresiones opositoras que se ubican del otro lado de la grieta, demostró ser una herramienta efectiva para que la voz del misionerismo sea escuchada y atendida por todas las fuerzas políticas.

El proyecto –ya despojado de la reducción del IVA-  tendría media sanción en la sesión del miércoles y será girado a senadores donde también podría ser aprobado. Cualquiera fuera el caso, el presidente Macri anticipó que vetaría cualquier ley que implique retrotraer tarifas. El retoque de las metas de reducción de déficit primario anunciado el viernes deja de manifiesto la firme voluntad del Gobierno nacional de no retroceder en sus políticas de ajuste de gasto.

 

Mucho con poco

En medio de la incertidumbre económica que afecta a todo el país y frente a un Gobierno nacional que encuentra en el ajuste la única vía para evitar una crisis que acarrearía costos sociales mucho más severos, el Gobierno de Misiones se propuso el desafío de extremar la eficiencia en el manejo de los recursos públicos y profundizar el perfil social de la gestión. “Hacer mucho con poco”, con esa frase que se ajusta a su estilo llano y directo de comunicación con la gente, el Gobernador Hugo Passalacqua resumió el reto frente al cual se planta su gestión.

El mandatario abrió el período de sesiones ordinarias de la Legislatura con un discurso de poco más de una hora en el que resumió los principales ejes de las distintas áreas de gobierno y dejó declaraciones de alto contenido político.

Defendió a raja tabla la política fiscal que impulsa la Provincia a la que entendió como una herramienta esencial para sostener las políticas de alto impacto social y la continuidad de la obra pública en un contexto nacional que no se presenta del todo favorable.

Señaló que el consenso fiscal firmado por la Nación y la mayoría de las provincias obligará a Misiones a resignar parte de su recaudación propia a favor del sector privado y advirtió que quedará en manos de las empresas que esa reducción de impuestos de traduzca en efectos esperados por toda la población como baja de precios, mejora de la competitividad, nuevas inversiones y generación de puestos de trabajo de calidad.

Destacó que pese a las dificultades financieras la provincia logró sostener el ritmo de la obra pública y las inversiones en el plano social y lo atribuyó al “puntilloso trabajo” que se realiza desde Hacienda para administrar los recursos.

Enfatizó que Misiones es una provincia que no tiene problemas para pagar los salarios y no necesita tomar deuda para funcionar normalmente y lo atribuyó al orden sostenido en las cuentas públicas en los últimos años.

Resaltó que la provincia le dedica más del 30 por ciento de su prepuesto a Educación, lo que la convierte en la jurisdicción que destina mayor porcentaje de sus recursos a esa área. Señaló que a inicios del ciclo lectivo se habilitaron 38 nuevos edificios escolares y antes de fin de año se terminarán de construir otras 34 escuelas.

El Boleto Estatal Estudiantil Gratuito mediante el cual la Provincia le pagua el costo del boleto a más de 142 mil usuarios diarios fue otro de los aspectos destacados en el resumen de gestión de Passalacqua, así como la distinción que le aporta al sistema educativo provincial contar con la Escuela de Robótica.

A la hora de hablar de las políticas orientadas al agro, el gobernador volvió a manifestarse en contra de una posible desregulación del mercado de la yerba mate, posibilidad que había sido planteada por el presidente Macri durante su última visita a Misiones. “Tenemos la plena convicción que el INYM es la herramienta institucional fundamental para solucionar las cuestiones de la familia yerbatera; por ello defendemos decididamente su funcionamiento con todas las atribuciones y facultades otorgadas por la Ley. En síntesis, no queremos someter a la querida yerba mate, a la libertad de un mercado, donde las reglas no las pone el pequeño y mediano productor”, definió.

En materia de salud, destacó que después de la situación difícil que se vivió con el dengue durante el verano 2015/2016, se lograron “dos períodos consecutivos sin circulación viral de dengue, aunque sí con aparición de casos esporádicos. Esto nos sigue afirmando como un eficiente escudo epidemiológico para el país”.

Consideró que uno de los mayores motivos de orgullo para los misioneros es la reducción lograda en la morbi mortalidad infantil. “Hoy podemos asegurar que por primera vez en la historia hemos podido llegar a la cifra de 8 por mil nacidos vivos en la mortalidad infantil, disminuyendo no sólo las marcas provinciales sino también mejorando la media nacional en varios puntos”, dijo.

Advirtió que el sostenimiento de servicios públicos, gratuitos y de calidad tanto en educación como en salud, ofrecen a los misioneros herramientas no solo para mejorar la calidad de vida sino también para enfrentar con mejores armas cualquier efecto que pudiera provocar la difícil situación económica que atraviesa el país, ya que permite acceder de manera gratuita a servicios básicos, posibilidad que no existe en otras provincias o países.

Como conclusión, Passalacqua dejó en claro que sin importar el sentido en el que soplen los vientos de la política nacional, la Renovación misionera conserva su visión de un estado presente que brinda soluciones concretas a la gente. Entrega títulos de propiedad y viviendas, construye escuelas y hospitales, mejora la seguridad y asiste a los más necesitados, todo ello gracias a un manejo ordenado de las finanzas que cobra especial relevancia cuando la coyuntura impone extremar la austeridad en el manejo de los recursos.

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