Citas en red: consideran que Instagram pasó a convertirse en el Tinder de la nueva generación de solteros

Los modos de conocer gente van cambiando según las generaciones, ¿la imagen lo es todo a la hora de «likear»?.

En mis treinta y pico me siento muy moderna pero cada vez que me creo ser joven y canchera, el mundo se encarga de recordarme que soy de la época del teléfono de tono y no una nativa digital.

Por ejemplo, últimamente me estresa ir al cajero automático a sacar plata porque siento que estoy rindiendo examen con todas las claves que tiene: numérica, alfanumérica, Token. No entiendo por qué tanta cosa, si antes con los cuatro números de mi fecha nacimiento estábamos genial. Estoy segura que un hacker puede entrar a mi cuenta más rápido que yo y a cada rato me olvido alguna de todas esas claves ridículas y se me inhabilita la tarjeta. Esto es disparador de nuevos problemas porque, para recuperar la funcionalidad de mi tarjeta, tengo que recordar la clave telefónica y el usuario. Básicamente, me convertí en mi abuela.

Como si esto no fuera suficiente para deprimirme, me enteré que si usás Tinder sos una vieja. Así como lo leen. Estaba en un asado cuando, creyéndome muy liberal y desinhibida, deslicé que usaba esa aplicación, mientras un grupo de veinteañeros me miraron con lástima. La vida de las redes sociales es rápida y efímera y hay una forma simple de prever su muerte: si tus padres están allí, es hora de migrar y eso hicieron los jóvenes. Por eso, si estás buscando pareja y lo hacés por Tinder, lamento comunicarte que ya estás en franja etaria de los que somos parte del pasado.

Los malditos veinteañeros sentían por mí lo que yo cuando una cincuentona me dice que va a una fiesta de solos y solas: pena por esa patética imagen que refleja la interlocutora. No iba a rendirme tan fácilmente así que junte como pude mi dignidad destrozada y pasé a pedirles que por favor me enseñaran el camino hacia la luz y aquí comparto con ustedes mis nuevos conocimientos adquiridos.

Las nuevas generaciones, que en su mayoría no tienen perfiles de Facebook, usan Instagram, donde la imagen lo es todo, como una forma para conocer potenciales parejas. Es una red muy estética pero no es necesario que salgas haciendo boquita de pato para conocer a alguien, un plato de comida, tu mascota o un paisaje también pueden ser el disparador de una conversación que lleve a algo más. En general las fotos muestran tu estilo de vida y, aunque los viajes, el gimnasio o los placeres de la vida son los grandes bloques de contenido que se pueden encontrar, también hay espacio para detalles del queacer cotidiano.

El interés se detecta por los «me gusta» así que, si te la pasás poniendo corazones a troche y moche, probablemente quedes como una babosa. Pero si te animás y querés ser un poco más osada, también podés publicar las fotos sólo para un grupo determinado que se define como “mejores amigos”.

El mundo está cambiando y las redes lo reflejan. Por mi parte, pensé brevemente en migrar pero después me di cuenta que sería como ir al cielo: parece un buen plan pero ninguno de mis amigos estará allí y me voy a sentir muy sola. Por ahora me quedo haciendo match con los viejos rechazados por la sociedad joven y bella de Instagram.

Fuente: Clarín

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