Fiesta y devoción en los festejos a Jesús Misericordioso en Itaembé Miní

Como todos los años, el primer domingo después de Pascua, se vivió el domingo de la Misericordia. Este domingo 8 de abril la Parroquia Jesús Misericordioso vivió una gran fiesta y recibió a miles de fieles que llegaron desde distintos lugares.

Las actividades comenzaron muy temprano con la primera misa para los servidores a  las 6 de la mañana. Y luego a las 8 de la mañana fue la concentración para la procesión desde Ruta 12 y Avenida 147.

La procesión fue acompañada por varios sacerdotes, diáconos y peregrinos que acompañaron la imagen de Jesús Misericordioso preparada de manera especial para esta ocasión.

Durante la procesión ya tradicional, los jóvenes de la comunidad hicieron una obra de teatro llamada “Eres mi Todo”, en la que representaban la creación del mundo y la obra de Dios en la vida de los hombres a lo largo del tiempo.

La Misa Central fue presidida por Monseñor Juan Rubén Martínez, quién estuvo acompañado por varios sacerdotes: el padre José Luis Fernández, el vicario parroquial Federico Benchaski, el presbítero Sebastián Escalante y también el padre Cesar Benítez Martínez. Además también lo acompañaron varios diáconos permanentes, y los seminaristas del Seminario Diocesano Santo Cura de Ars.

La comunidad diocesana vivió con muchísima alegría esta fiesta durante todo el día y en la misa central Monseñor llamó a “Seguir celebrando la Pascua, y sabernos amados por Él siempre”.

Compartimos algunos fragmentos de la homilía de Monseñor Juan Rubén Martínez:

Seguimos celebrando la alegría porque Jesús Resucitó, y en este contexto es una ocasión para dar gracias y para pedir. Estamos celebrando una advocación muy querida por nuestro pueblo, nueva en la vida de la iglesia, que todos conocemos desde su aparición, estamos celebrando a Jesús Misericordioso.

Esta mañana estamos celebrando desde esta parroquia, que es una de las más populosas de la Diócesis de Posadas; recuerdo que antes celebrábamos en una especia de tinglado aquí detrás y ahora ha crecido bastante. Crecieron los barrios y así también crecieron muchas capillas, como por ejemplo San Agustín, Casita de Loreto, Nuestra Señora de  Schoenstatt por mencionar algunas. Todo eso es parte de esta parroquia, y esto significa muchos desafíos parroquiales.

Yo quería agradecer  a Dios y a tanta gente que trabajó, que pone su  corazón y tiempo, a las distintas familias y comunidades que trabajan para poder realizar esta fiesta patronal. Nadie dijo que sería fácil, es así la vida y pedimos también a Dios para que siga enviando operarios para trabajar en esta iglesia. Dios provee, aún con sufrimiento.

Tenemos que agradecer y pedir. Tenemos que pedir por un párroco  y tenemos que pedir a Dios por más sacerdotes. Por los que están,  por los que vienen, por los que estuvieron,  porque la historia sigue, la historia de la salvación no se detiene, porque el espíritu santo es el que obra, es Él el que anima la iglesia, Él es nuestra esperanza y es el que nos acompaña y nos seguirá acompañando.

Debemos agradecer y pedir en esta eucaristía, debemos hacerlo celebrando a Jesús Misericordioso, porque difícilmente podemos celebrar la Misericordia si no intentamos experimentar en nuestro corazón a Jesucristo, qué sentido tiene llamarnos cristianos si no buscamos tener una experiencia personal de Jesucristo resucitado. Debemos reconciliarnos, perdonarnos, amarnos los unos a los otros. En vez de juzgar, hay que acercarnos para abrazar, para incluir a aquel que está alejado. En este tiempo de Pascua, abramos nuestro corazón para que Jesús pueda ser el señor de nuestra vida.

Si nosotros abrimos nuestro corazón y tenemos este Cristo vivo y misericordioso podamos instalarlo en nuestra familia y nuestra sociedad. Pidámosle a Jesús misericordioso que con el  ánimo de su espíritu podamos ser Luz como él.

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