Lionel Messi está en Manchester y ya se entrena junto al seleccionado de Sampaoli

Camina a paso distendido, entre los últimos del grupo que participará del entrenamiento. A su lado, el de siempre, Javier Mascherano, con el que acaba de reencontrarse, ahora que el subcapitán vive en China y ya no es vecino suyo en Caselldefels, a las afueras de Barcelona. Son las 16.03 cuando pisa por primera vez la cancha 14 de la Manchester City Academy. Se ríe Lionel Messi, el jefe de la expedición a Rusia. Mientras avanza, dos metros atrás también lo hace Lautaro Martínez, el chico maravilla del fútbol argentino que también aterrizó hace unas horas. La leyenda y el aspirante se mueven como si en el trayecto hasta el encuentro con el resto debieran respetarse los galardones: el 10 adelante.

El capitán había aterrizado en un aeropuerto secundario de esta ciudad, el City Airport and Heliport, en un vuelo privado que lo trajo de Barcelona, donde ayer celebró el día del padre con sus tres hijos y su mujer. Cuando se metió en la concentración, a las 13.30, sus compañeros ya habían terminado de almorzar. Messi, el que todos esperaban, comió solo, se ubicó en la habitación y se vistió de selección por primera vez desde el 11 de noviembre, cuando el equipo le ganó justamente a Rusia en Moscú. Mientras hacía los movimientos de calentamiento que ordenaba Jorge Desio, seguía charlando con Mascherano. Sonreía Messi en ese trío que también integraba Marcos Rojo. Los 15 grados que dejó en su casa a la mañana se habían convertido en 7 acá, con un cielo amenazante. Lo enfrentó con el kit completo de invierno, todo negro: cuello térmico, gorro, guantes y calzas. «¡Los talones en la cola!», gritaba Desio.

Unos minutos después ya estaba con la pelota, en un ejercicio que incluía a Mascherano y cuatro sparrings. Los chicos de la Sub 20 lo miraban igual que Lautaro Martínez, con la diferencia de que el de Racing ahora es su compañero. Unos metros a un costado estaba Pablo Aimar, el ídolo del ídolo. Por primera vez instalado en el seno del cuerpo técnico -una especie de consultor de Jorge Sampaoli-, el ex volante de la selección guarda el perfil bajo de siempre, a tal punto que prefiere mantenerse alejado de las entrevistas. Si antes gustaba poco de expresarse en los medios, ahora esa manera de ser respeta todavía más el lugar que le toca. Y hasta se presta al juego de los sparrings: para completar un ejercicio, Sampaoli necesita de dos piezas más, y ahí se ponen Aimar y Lionel Scaloni, dos campeones mundiales juveniles en Malasia 1997 que ya pasaron al otro lado de la línea de cal.

Messi y Aimar se admiran mutuamente de la escuela futbolística. Son parte constitutiva de la esencia futbolística argentina. El presente y el pasado, unidos una fría tarde de martes en Manchester. Allá lejos, Lautaro Martínez patea una pelota. Y sueña con ser el futuro.

Fuente: La Nación

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