Monseñor Martínez cumple 24 años de obispo

Monseñor Martínez cumple 24 años de obispo con su lema episcopal: “Predicando a Cristo crucificado”. Un pastor nacido hace 65 años yordenado a la edad de 26 por monseñor Justo Laguna. Tras 15 años de ministerio sacerdotal Juan Pablo II lo eligió obispo de Reconquista, provincia de Santa Fe un 19 de marzo de 1994. Seis años más tarde, fue trasladado como obispo de Posadas. Ciudad cuya festividad de su patrono San José coincide con dicha fecha.

Fue también un 19 de Marzo el día de la ceremonia de asunción del papa Francisco, quien fue visitado por Monseñor esta semana.  Todos hemos tenido cerca un referente, un guía, un maestro. “A veces las cosas parecen difíciles, pero nunca perdí la paz, creo que Él me sostiene”, Francisco.

Monseñor Rubén Martínez, es obispo de una Diócesis creada por Pío XII en 1957. Suprimer obispo fue monseñor Jorge Kemerer SVD por 30 años; lo sucedió monseñor Carmelo Giaquinta por 7 años; monseñor Alfonso Delgado del Opus Dei por 5 años y el cuarto obispo es el actual, Mons. Juan Rubén Martínez, quien siendo obispo de Reconquista fue trasladado por Juan Pablo II tomando posesión de esta sede el 10 de marzo de 2001.

Desde la 114º Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), desarrollada en Noviembre pasado, integra por tres años la comisión de Apostolado de los Laicos y Pastoral Familiar junto a obispos de diversas localidades del país.

En la historia de las visitas “ad limina” de los obispos argentinos al papa, hubo una muy particular a  Juan Pablo II a fines de 1995. El autor Juan Magaldi en su libro “La Argentina y el Papa”, comenta el encuentro papal del 10 de Noviembre, la última misa a la que asistieron sólo 22 obispos de la comitiva, entre ellos Mons. Quarracino, Mollaghan, Rubén Martínez, Karlic, Cargnello, Delgado, Frassia, Piña, Martini, Di Stéfano, Novak y Ogñenovich.

Allí el “obispo de Roma” les mostró preocupación por la grave situación económica que afligía a una considerable porción de la comunidad argentina, el incremento del desempleo, la situación de los jubilados, los proyectos anti-vida y la educación; la corrupción y su impunidad que corren riesgo de generalizarse con lamentables secuelas de indiferencia social y escepticismo.

A posteriori fueron recibidos por el cardenal Ratzinger, quien en esa época era titular de la Congregación para la Doctrina de la Fedesde 1981 y posteriormente en menos de diez años, se convertiría en un nuevo sucesor de Pedro: Benedicto XVI.

En los últimos años, Monseñor Martínez nos ha brindado conceptos claves para vivir, no meramente transcurrir en estas memoriosas tierras misionerasevangelizadas a costa de mártires. Tierras coloradas que han sobrevivido gracias a los valores de su gente, su autenticidad y recta conciencia fruto del rol de la familia.Conductas que demuestran que el testimonio personal, como expresión de coherencia y ejemplaridad hace al crecimiento de una comunidad.

Como obispo pastor, en sus alocuciones nos alertó acerca del consumismo, la familia, la comodidad de una fe básica, el secularismo, las vocaciones, la dirigencia, una vida acelerada, del clericalismo y el materialismo.

Nuestros adolescentes son víctimas de ecuaciones con cantidad de variables, consumismo e indiferencia son  las de mayor ponderación, y poseen un único y constante resultado como es el individualismo; que intenta anular la figura de la familia, la primera escuela de formación. Paradójico es que los noticieros y programas periodísticos se asombren del crecimiento de la delincuencia juvenil y, por otro lado, en muchos casos fomenten todo tipo de formas violentas y relativistas.

Existe una fuerte tendencia en los cristianos a ir acomodando la fe al propio parecer, a los propios criterios y afectos. Hace décadas, Juan Pablo II habló de la tentación en reducir al cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi como una ciencia del vivir bien. En otras palabras, sería adecuar la propuesta de Jesucristo, el Señor, a lo que nos parece y a lo que nos gusta en el momento, eludiendo aquello que nos enseña el Evangelio. Fue San Juan XXIII en su Encíclica Pacem in Terris, quien describió que con frecuencia los fieles no dedican igual intensidad a la instrucción religiosa y a la instrucción profana; mientras que en ésta última llegan a alcanzar los grados superiores, en la religiosa no pasan ordinariamente del grado elemental.

Un drama del secularismo, de un humanismo sin Dios, sin encarnación y Pascua, y después sin dignidad humana y sin valores; de una indiferencia, no sólo en lo religioso, sino en todos los aspectos. Una especie de “nihilismo” que conlleva a un cierto vaciamiento del sentido de la vida.

Las vocaciones, “con-vocaciones” se convierten en el anclaje de los puentes de Dios con los hombres en una escenografía donde las cruces no escasean. El Seminario Diocesano Santo Cura de Ars, es la casa de formación y de oración de la diócesis, una de las casas en argentina donde se aprende con los otros y de los otros; donde se cultivan espirituales árboles tal “Moringas” que en poco tiempo esparcirán semillas por doquier.

“Los que están en cargos de formación de los jóvenes, mándelos hablar con los curas viejos, con las monjas viejas, con los obispos viejos”, mencionó Francisco en Perú y recordó el refrán africano: “Los jóvenes caminan rápido, y lo tienen que hacer; pero son los viejos los que conocen el camino”.

Vivimos sumergidos en urgencias que nos han hecho perder la comprensión de lo importante debido a un exceso de información y atención sólo “fenoménica” o superficial, inconsistente y sensacionalista, que nos deja vacíos e insatisfechos. Insatisfacción que puede atenuarse con liderazgos sociales, políticos, económicos y religiosos que posean un perfil que implique en sus acciones y compromisos la opción preferencial por los pobresy el futuro del 50 % de sus niños menores de 14 años hoy subalimentados.

Se requiere erradicar liderazgos de avaricia y gente narcisista que sólo buscan poder y dinero. Personas que siempre conducen al fracaso por desentenderse del bien común, y provocarun excesivo enriquecimiento de algunos dirigentes sociales y eclesiales sin ética alguna y como claro resultado de favores del poder. Un mal que expone a muchos cristianos llamados a transformar las realidades temporales con tareas de conducción a terminar mimetizándose con liderazgos que no dan testimonio de lo que creen, que se “encierran”, se distancian de la gente y no aman ni sirven.

“También nosotros los pastores podemos caer en la tentación del clericalismo y de un modo de pastoreo que lo distancia de la gente y lo lleva a no sentirse parte del Pueblo”; es así que si un sacerdote está lejos de la gente no está, ya que sólo el amor a su pueblo lo hará vivir el sacerdocio.

San Juan MariaVianney, el cura de Ars poseía un sencillísimo secreto: “dar todo y no conservar nada”, junto con Don Bosco, su contemporáneo fueron dos empecinados “buscadores de almas”.

“Cada niño que está viniendo a este mundo merece ser bienvenido, pues todo ser humano es un don, con su dignidad inviolable de ser persona, imagen de Dios”, Conferencia Episcopal Argentina.

El obispo valoró que la mayoría de los argentinos celebren con gran alegría el gozo de la maternidad, aunque también lamentó que ciertos grupos la vean como “un problema” y la pongan en oposición los derechos de la mujer versus los derechos del niño, sobre todo de los niños por nacer. A las madres que hayan optado por el aborto les anunció que la última palabra sobre la existencia humana es siempre la misericordia.

En los últimos años, nos viene recordando la pertenencia a una Iglesia que por milenios está siendo acompañada por el prometido Espíritu Santo y lo hará hasta el final de los tiempos. Pertenencia que implica un compromiso personal y la posesión de consecuentes criterios, opciones y modos de vida; y que aconseja un necesaria y constante referencia comunitaria-eclesial a fin de no “acomodar“ la Palabra de Dios a la medida de cada uno, en base a conveniencias, gustos o ideologías.

Podremos trabajar sobre las cinco emociones básicas de Berné: miedo, bronca, tristeza, alegría y placer aunque la desesperanza y la indiferencia son el peor enemigo cuando ganan nuestro corazón.

Debemos repensar como somos, quienes somos y hacia dónde queremos ir a fin de atenuar las “inconsistencias” que demasiadas veces ofrecen los cristianos entre su fe y su conducta.

“La caridad practicada necesita de una fe que esté acompañada por obras; no podemos vivir cristianamente este tiempo cuaresmal sin cuestionarnos el compromiso que tenemos con nuestros hermanos más pobres y excluidos”, Monseñor Rubén Martínez.

 

 

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