Oídos atentos: Reflexiones sobre el caso de reacción violenta en una escuela de Posadas, el comienzo de las clases y el rol de los docentes

“La noticia del caso de Posadas del adolescente que llevó un cuchillo a clases con intención aparente de agredir o agredirse causa conmoción,y nos debe preocupar y ocupar como sociedad, tanto a padres como docentes”, señala en su columna el especialista santafecino en acoso escolar, Arístides Ricadro Álvarez (*). Las recomendaciones de cómo abordar la problemática, cuándo es correcto hablar de un caso de bullying, y la oportunidad de los docentes de ser guías, consejeros y “oídos atentos”.

Comienzo de clases, alumnos que se van integrando, que se empiezan a conocer. Algunos se van, otros llegan, la integración nunca es sencilla.

Saber aceptar las diferencias…, parece que el desafío es cada vez mayor. Es mucho más sencillo discriminar, apartar, maltratar y convertir la diferencia en un motivo de burla que cuando es intenso, constante, causa sin dudas mucho dolor en quien lo padece.

La noticia del caso de Posadas del adolescente que llevó un cuchillo a clases con intención aparente de agredir o agredirse causa conmoción, nos debe preocupar y ocupar.

Sorprende que a una semana del inicio de clases, y siendo un alumno “nuevo” en la escuela haya tomado esa drástica decisión que felizmente -por el rápido accionar de los adultos, de los docentes -no pasó a mayores, sin dudas, podría haber sido una tragedia.

A la distancia y con algunos rasgos de la noticia, no podemos hablar de un caso de Bullying, pues transcurrieron muy pocos días en que convivieron los chicos en la escuela. Pero me pregunto cómo habrán sido esos pocos días para Santiago como para que lo lleve a tomar esa salida violenta.

Una semana de clases puede ser muy divertida pero también muy triste y angustiante para aquel al que se lo margina del grupo, aquel al que no se acepta, aquel que es motivo de burlas permanentes no solo en el aula, sino a través de las redes sociales, lo cual puede ser aún más angustiante cuando quienes acosan lo hacen durante todo el día y amparados por la impunidad de un perfil falso o detrás de un teclado y pantalla en forma anónima.

También me pregunto cuál será el sostén familiar con que cuenta Santiago, que no supo observar que estaba angustiado en sus primeros días de clases, como para tomar cartas en el asunto y advertir al colegio que el chico no estaba pasándola bien.

¿Será un entorno familiar que lo contiene?, ¿que lo apuntala?, ¿que lo violenta?, ¿qué le sugiere responder con más violencia cuando es atacado, acosado?. Nunca responder en forma violenta es la solución, esto suele generar una escalada de violencia que no termina bien.

Celebro que los docentes y adultos de la escuela hayan intervenido rápidamente, espero que Santiago pueda ser acompañado y contenido porque no la debe estar pasando bien. Que pueda reflexionar sobre su actitud.  Que también reflexionen sus compañeros sobre lo sucedido, encontrando los por qué necesarios que siempre están, aunque a  veces resulta difícil hallarlos, sobre todo cuando nadie quiere asumir responsabilidades, errores, equívocos.

La escuela debe ser una de las etapas más feliz  para los niños y adolescentes, el lugar donde formarse, instruirse, prepararse para los desafíos de la vida, pero también el lugar donde pasarla bien, hacer amigos, encontrar la primer novia/o, compartir viajes, campamentos, deportes.

¿Por qué pasarla mal?, ¿Por qué la permanente necesidad de reírnos, de burlarnos de los demás?. ¿Por qué no reírnos, divertirnos todos juntos? Estos casos si no se trabajan, si no se solucionan en el momento, podrán derivar en jóvenes y adultos con autoestima baja, violentos, retraídos, con dificultades para relacionarse laboralmente (hablaremos de moobing), sentimentalmente, familiarmente.

En la escuela, no solo instruimos, sino que además – y quizás con más importancia en estos tiempos -, formamos ciudadanos para la vida, para esa mejor sociedad que nos merecemos, para cerrar grietas, para aceptar las diferencias, para respetarnos, para valorarnos, para, en definitiva, vivir mejor.

El conocimiento ya no es solo propiedad exclusiva  de los docentes (esta en la web, basta decir “hola Google”), pero sí tenemos los docentes la inmensa oportunidad de ser guías, consejeros, oídos atentos para formar buenas personas, tolerantes, respetuosas, solidarias, comprometidas. Ese es el gran desafío de estos tiempos, y acá estamos los docentes poniendo el hombro, cargando mochilas.

 

“Si nos reímos, nos reímos todos”

 

(*)  Director Instituto “Zona Oeste”,

Rosario, Santa Fe, 14 de marzo de 2018

 

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