La posadeña Paola Fiege y pareja del sindicalista denunció extorsión y condiciones inhumanas en la cárcel

Paola Fiege,  pareja de Marcelo Balcedo y detenida en Uruguay asegura que le pidieron que se declarara culpable para poder ver a sus hijos y denunció irregularidades en el proceso y en su reclusión. «He visto a las ratas comer de la comida de policías», dijo.

La pareja del empresario y sindicalista argentino Marcelo Balcedo, habló con la prensa por primera vez desde que se encuentra en prisión por la causa que investiga a ambos por lavado de activos, contrabando y tráfico de armas.

Fiege dialogó con el periodista Gabriel Pereyra, de Informativo Sarandí, ocasión que aprovechó para denunciar irregularidades en el proceso y condiciones inhumanas en su reclusión.

La mujer contó que cuando conoció a Balcedo ya «era adinerado, producto de sus negocios». «Era un empresario exitoso, muy reconocido en la sociedad platense», contó Fiege, que no está casada con el empresario sino «juntada».

Consultada sobre los bienes de la pareja, Fiege dijo que los autos que se encontraron en la residencia de Playa Verde «llegaron en Buquebus, la mayoría», y que los animales los compraron en Uruguay.

Dijo no saber de dónde salió el dinero en efectivo encontrado en la propiedad. «Nunca me llamó la atención porque siempre fue normal tener dinero en la casa. Teníamos dinero guardado en caso de alguna enfermedad o si le pasaba algo a algún niño», dijo, tras insistir en que la pareja no tiene «nada que ocultar».

Consultada sobre si es posible que su marido tuviera tanto dinero por ser propietario de una radio y un diario, Fiege dijo que «puede ser». «Sé más o menos las propiedades que tenemos acá», aclaró, y señaló que desconoce por qué figura un estudio a su nombre en Internet.

La mujer asegura que la causa judicial en Argentina es en represalias judiciales a investigaciones publicadas por el diario Hoy, que pertenece a Balcedo.

«Yo confío en mi marido. Si me dice firmá aca, yo firmo, no tengo por qué dudar. Siempre tuvo mucho dinero», agregó.

 

Inversión de la prueba e irregularidades

«A mí me dicen culpable de antemano cuando supuestamente todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. En todos lados se dice que somos culpables pero no tenemos un juicio», reclamó.

Paola Fiege aclaró que al día 13 de su detención le dijeron que para ver a sus hijos tiene que «arreglar», lo que a su juicio es extorsión. «Querían que nos declaráramos culpables y llegar a un arreglo como la única forma para ver a mis hijos. Pero no somos culpables de nada. En el juicio se va a demostrar eso», apuntó en la entrevista en Sarandí.

 

La pareja de Balcedo asegura que la Interpol «va a la casa a contar ovejas» y que las niñeras renunciaron porque «les ponían la camioneta el día que tenían libre, hostigándolas». Agregó que no pueden pagar al personal porque tienen todos los bienes congelados y dependen de la caridad de amigos.

Denunció que «secuestraron» los documentos tanto a su hermana como a sus hijos, aunque no tienen causa alguna. «Mi hermana está retenida indebidamente», contó.

«Cuando entraron a casa a detenernos, no me dejaron ver a mis hijos. Los encerraron en una habitación, donde la más chica se hizo pis. Cuando les pregunté si era normal que incautaran cosas, me dijeron que ellos en estos casos hacían lo que querían», prosiguió.

«A nosotros nos violentaron todos los derechos. Pusieron nuestros nombres completos, expusieron a mis hijos», explicó Fiege.

 

En la cárcel

La mujer asegura que cuando ingresó a la cárcel la hicieron desnudar toda, abrir las piernas y agacharse, «todo delante de un hombre». «Me sentí violada», dijo.

«Me tenían en una celda abajo, y he visto pasar de todo. Para ninguna presa, para ninguna persona es digno esto. No sé cómo son otras cárceles pero esto es inhumano, nunca vi algo igual. Está lleno de ratas. He visto a las ratas comer de la comida de policías y operadores», comentó Fiege.

Aclaró que un día explotó un caño en los baños y el piso se llenó de materia fecal. «Desde que denuncié la situación, llegaron las reprimendas. No tengo baño en mi celda, debo hacer en un balde, igual que otras seis personas», contó.

Fiege asegura que en la cárcel de mujeres «hay un abandono total de la persona», una situación «degradante» no solo en lo físico, «sino también lo psicológico», ya que «hay gritos permanentes por la falta de personal».

 

 

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