Un cúmulo de buenas intenciones  que no alcanzan a torcer la realidad

A menos de una semana del discurso del presidente Mauricio Macri inaugurando un nuevo período de sesiones ordinarias del Parlamento Nacional, los números de la economía en la visión Cambiemos no son los esperados, al menos por el Gobierno, porque para las consultoras son los proyectados.

La depreciación de la moneda (nuestra moneda el peso) poco a poco va tomando el lugar que predijeron muchos analistas y es por arriba de los veinte pesos y es probable que cierre segunda semana de febrero por arriba de los 21 pesos, para proyectarse hasta los 25 pesos para mediados de año.

No se puede negar, y no hay que ser un experto para comprenderlo, que la depreciación de la moneda o más conocido mediáticamente como la suba del dólar impacta directamente en los precios de la economía cotidiana, que es la que nos interesa a la “gente común” como le gusta denominarnos al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.

Por mucho que se esfuerce el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, en minimizar algunos números no favorables a sus proyecciones, no se puede navegar contra la corriente en un bote de remos y con viento en contra, tratando de manipular las subjetividades sociales.

Sobre la ya inalcanzable meta del 15 por ciento de inflación para el 2018 que todas las consultoras la ubican por arriba del 20 por ciento, Peña se empeñó en explicar que, “no es un pronóstico, es una orientación de la inflación a la baja” y sostuvo en la misma conferencia de prensa que, “el dólar no es una variable de crisis en Argentina”.

Estas declaraciones del Jefe de Gabinete se hicieron 24 horas después que el Banco Central saliera al mercado, después de seis meses de no intervenir a vender 30 millones de dólares para apaciguar la tendencia alcista que traía, logrando bajarlo dos centavos. No obstante, el miércoles debió vender otros 30 millones y, aun así, cerró en la city porteña a 20,70 pesos

El contexto internacional y los inversores hicieron que la demanda de la moneda estadounidense volviera a presionar y el miércoles recuperó lo perdido y ganó otros nueve centavos cerrando más cerca de los 21 pesos, superando en las casas de cambio de Posadas este techo.

La pregunta obligada que surge de este escenario es, ¿Cuánto tardarán las petroleras en actualizar el precio de los combustibles? que, como se sabe esta liberado y atado al tipo de cambio y el precio internacional del barril de petróleo, en dólares.

Y, nuevamente, surgen los interrogantes en el ciudadano sobre el rumbo de la economía y las explicaciones del Gobierno que se dan de bruces con la realidad, dejando las afirmaciones del presidente Macri en su discurso ante la Asamblea Legislativa, de que lo peor ya pasó y que se frenó la inflación y tantas buenas intenciones hacia un futuro incierto en una confusa nebulosa.

Tan incierto es este futuro que, en la evaluación mensual que hace el Banco Central de la República Argentina tomando las proyecciones de las consultoras privadas, el promedio de la inflación estimada para el 2018, el mes pasado estaba en un 19,3 por ciento, mientras que el de este mes se ubicó en el 19,9 por ciento.

¿Es de esperar que el Gobierno nacional vuelva a recalcular sus metas de inflación, o lo que dijo Marcos Peña de que ese 15 por ciento anunciado no es un propósito, sino una orientación de la inflación a la baja, es el anuncio de una nueva meta sin dar cifras?

No se puede confirmar ni negar, solo esperar que el crecimiento invisible del presidente ponga las cosas en su lugar antes de que las variables se vayan de curso y las intenciones naufraguen.

 

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