La historia detrás de la foto viral de la bombera que luchó hasta caer agotada

Hace un año, Luciana Rizzo protagonizó una imagen que dio la vuelta al mundo.

En la foto no se ve, pero apenas unos segundos antes de que alguien apretara el botón para congelar la imagen, un perro le chupó la cara a la protagonista. Ese lengüetazo no logró despertar a Luciana Rizzo: se había tirado al piso después de casi un día ininterrumpido de trabajo. Y no de cualquier trabajo: como bombera, Luciana combatió durante quince horas el fuego en el incendio que, desde mediados de diciembre de 2016 y hasta los primeros días de enero de 2017, se extendió por La Pampa y el sudoeste bonaerense. Detrás de su cuerpo agotado, en la foto, asoma la autobomba del cuartel de su pueblo, Pedro Luro, que queda a algo más de 100 kilómetros de Bahía Blanca.

«Al móvil ya no le funcionaba el embrague y eso dejaba la bomba de agua fuera de servicio, así que no podíamos seguir trabajando. No daba más así que me senté en el piso, pero no aguanté y me tiré. Habré dormido veinte minutos, no me despertaron ni los perros, y ahí fue que me sacaron la foto», dice Luciana ahora, algo más de un año después de que su nombre se publicara en los diarios y las radios. Esa imagen se viralizó enseguida: menos de veinticuatro horas después de que Luciana la compartiera en su perfil de Facebook, la habían replicado 8.000 usuarios.

El 2 de enero del año pasado, Luciana cortaba el pasto del fondo de su casa. Por handy escuchó que en el cuartel de su pueblo sonaba la sirena. En el grupo de WhatsApp de los bomberos también hubo alerta: había que prepararse para salir. Los primeros focos en La Pampa habían empezado unos veinte días antes: en total, arrasaron con casi un millón de hectáreas en esa provincia y llegaron a territorio bonaerense.

«Tardamos casi dos horas en llegar al incendio, que para tiempos de bombero es muchísimo. Me acuerdo de la adrenalina y de las ganas de llegar a combatir el fuego. No sentí miedo, pero sí mucho respeto por las llamas, y muchísima adrenalina cuando el viento cambió y parecía que el incendio iba a encerrarnos y tuvimos que salir rápido de esa zona», recuerda ahora. Como hacía en aquel momento, los fines de semana Luciana atiende su propio puesto de ventas de frutas y verduras a cuatro kilómetros del centro de su pueblo y corta el pelo a domicilio, sobre todo a familiares y amigos: cobra 100 pesos cada vez.

Fue Martín, el novio de Luciana, quien tomó la imagen que se viralizaría en pocas horas: al momento del clic llevaban un mes juntos, y ahora conviven. El día de la foto, el del cansancio feroz, Luciana tenía 23 años y llevaba ocho como bombera voluntaria de su pueblo, en el que viven unas 25.000 personas. Martín, que es también enfermero y director de una escuela rural, había ido por primera vez a un incendio como bombero voluntario. «En la imagen iban a estar Luciana y Antonella, que también es bombera, pero que se levantó por los lengüetazos de los perros. Yo quería reflejar la entrega absoluta de las mujeres bombero, que dan todo, y lo tenía frente a mis ojos», cuenta ahora Martín.

La foto se publicó en el grupo internacional de Facebook «Bomberos de todo el mundo». «Esa repercusión me impresionó: me llegaron mensajes de distintas provincias y de Chile, México, Estados Unidos, Ecuador, Paraguay. Muchos me dijeron que se iban a anotar en el cuartel de su pueblo, y muchos padres y madres me contaron las historias de sus hijos bomberos. Fue muy emocionante», cuenta Luciana. En su cuartel, la repercusión no fue la misma: «Me empezaron a decir que por la foto había cobrado demasiado protagonismo, y después de que se comunicó conmigo el presidente Macri, todo fue peor. No me dejaban salir a los incendios y me decían que tenía que contar que en aquel incendio habían estado bomberos que en realidad no habían estado», enfatiza la bombera.

«Ese maltrato por parte de mis superiores hizo que dejara de ir al cuartel, y cuando quise volver me dijeron que nos iban a echar a mí y a mi novio, aunque nunca formalizaron esa medida», dice Luciana, la bombera que se hizo viral y a quien el Presidente llamó para felicitarla por su esfuerzo. Y su voz se llena de angustia.

El alivio recién llegó este viernes a la noche: después de que le dijeran que tenía que devolver su traje de gala para dejar de pertenecer al cuartel de Bomberos Voluntarios de su pueblo, Luciana tuvo una reunión con su jefe. «¡Nos reincorporaron!», dice el mensaje que mandó apenas terminó ese encuentro y que repara varios meses de mucha tristeza. Recuperó su pasión «y la vocación de servicio a la comunidad». «Estoy muy agradecida a mi familia por el apoyo y a mis jefes, que reconsideraron su decisión», dice la bombera. La próxima vez que suene la sirena del cuartel de Pedro Luro, podrá volver a ponerse el traje que eligió hace casi diez años y que nunca quiso dejar. Extraña la adrenalina de pelearle al fuego mano a mano y está a punto de recuperarla. Por eso sonríe más que nunca mientras atiende su puesto de frutas y verduras. «Ya puedo salir de nuevo a dar una mano», se conmueve. Esperó esta alegría durante meses. Y llegó.

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