Tras la masacre de Florida: Trump analiza armar a profesores para frenar los ataques en escuelas

En una reunión que sostuvo con estudiantes y familiares de la matanza de Florida, el presidente dijo que va a analizar la idea y que mucha gente estará a favor.

Escuchó historias desgarradoras, padres y chicos con voz quebrada y llena de ira que le reclamaban que los proteja de la violencia de las armas. El presidente estadounidense Donald Trump se reunió este miércoles con sobrevivientes de varias matanzas en escuelas que conmocionaron al país –como la de la semana pasada en la secundaria de Parkland, Florida–, y al concluir el encuentro reveló que analiza una idea que sin dudas desatará un feroz debate: que los maestros lleven armas en forma encubierta para poder responder a cualquier atacante.

La iniciativa puede sonar descabellada en la Argentina pero, según una encuesta de The Washington Post publicada el martes, un 42% de los estadounidenses aprueba que los docentes vayan armados.

El porcentaje varía según la afiliación política del votante: el 59% de los republicanos avala la iniciativa, mientras que un 23% de los demócratas y un 46% de los independientes la apoyan.

Preocupado por la creciente expansión de la protesta estudiantil tras la matanza en la Marjory Stoneman Douglas High School, que dejó 17 alumnos y profesores muertos por los disparos de un ex compañero de 19 años, Trump recibió en la Casa Blanca a seis sobrevivientes de Parkland, pero también de otras masacres como las de la Columbine o Sandy Hook. En total eran unas 40 personas.

Luego de escuchar sus historias, Trump prometió ser “muy firme en las verificaciones de antecedentes”, y añadió que “vamos a hacer muchas otras cosas”.

Pero fue más allá cuando se manifestó a favor de evaluar una propuesta más que controvertida: la portación encubierta de armas por parte de los maestros para que frenen un eventual ataque. “Vamos a analizar eso con rigor. Mucha gente estará en contra y pienso que mucha gente estará a favor, pero lo bueno es que habrá mucha gente del lado de esa idea”, dijo Trump en la reunión.

El presidente, sin embargo, apuntó que la iniciativa “solo funciona si tenemos gente adepta a usar armas de fuego, y tenemos muchas. Serían profesores y entrenadores”. “Esto sería obviamente para personas adeptas a manipular un arma. Y sería con porte encubierto”, aclaró.

Aparentemente, Trump preguntó a los participantes de la reunión si alguien tenía alguna propuesta, y la idea de armar a profesores partió del padre de una alumna. “Una posible solución, que puede no ser muy popular, sería tener en las escuelas profesores o personal de administración que voluntariamente tengan armas trancadas en las salas de clase y quienes reciban entrenamiento”, dijo Frederick Abt.

“Si no es un profesor, puede ser un custodio, o un policía de civil que trabaje en la cantina, sirviendo almuerzos pero que tenga un arma lista”, dijo Abt, cuya hija sobrevivió a la matanza de Parkland.

La iniciativa puede ser bien recibida en la América profunda, donde es muy común que cualquiera maneje un arma y donde no es raro escuchar a la gente decir que las matanzas se terminarían cuando los profesores puedan liquidar al atacante.

Pero, en las grandes ciudades más progresistas, ¿obligarán a los maestros a armarse? ¿Qué sucederá con los que se nieguen? ¿Esa medida, garantiza la seguridad, cuando el tirador tiene un rifle semiautomático que dispara ráfagas? ¿Qué pasa si un profesor se vuelve loco y tiene un arma en clase?

Trump, que ha dicho a la Asociación Nacional del Rifle (NRA) que tiene “un amigo en la Casa Blanca”, está conmocionado por la tragedia en Parkland. Pero más aún por el inesperado movimiento social que la matanza ha engendrado, algo que se ha salido de los carriles habituales porque convocaron a una manifestación el 24 de marzo en Washington.

El presidente percibe que lo que está sucediendo esta vez es diferente. Los estudiantes no se callaron para hacer el duelo, como los mayores hicieron en la matanza de Las Vegas, por ejemplo, con 58 víctimas. Al día siguiente, algunos de los chicos sobrevivientes estremecieron al país con discursos indignados, sensibles, coherentes, directos, con pedidos concretos de acción al presidente y los políticos. Es que estos alumnos, de entre 14 y 18 años, están en la edad de la irreverencia, de los planteos existenciales y en plena formación política e ideológica.

También es una generación que nació luego de la matanza de la escuela de Columbine, en 1999, por lo que toda su vida han padecido en los colegios simulacros y ensayos antiterroristas y se resisten a admitir que un chico de 18 pueda comprar legalmente un rifle semiautomático y tenga prohibido beber una cerveza antes de los 21.

Además, algo que es clave: por primera vez los adolescentes sufren en carne propia una matanza en plena era de las redes sociales, ya que en la de la Universidad Virginia Tech, en 2007, su poder era apenas incipiente. Su voz se propala rápidamente y se agiganta.

La encuesta del Post también reveló que el 60% de los estadounidenses cree que ni el presidente ni los congresistas están haciendo lo suficiente para prevenir estos ataques masivos. Trump, que comprende perfectamente el juego mediático y el de las redes sociales, intenta frenar la ola de indignación y busca una salida.

Ya dijo que está a favor de más controles, también de prohibir dispositivos que convierten a los rifles en automáticos. Y ayer avanzó aún más, con la idea de armar a los maestros. La NRA estará feliz: al menos por ahora, no se habla de restringir la venta de armamento sino todo lo contrario.

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