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Nelson Castro y la muerte de Débora Pérez Volpin: «Durante la endoscopía le perforaron esófago y estómago»

El periodista y médico brindó detalles del informe final que dará luz a las dudas sobre el trágico desenlace.
Nelson Castro dio detalles de la complicación que sufrió Débora Pérez Volpin durante el estudio que le hicieron en el Sanatorio de la Trinidad. El médico y periodista aseguró que el episodio que terminó con su vida «se originó en la endoscopía» y dijo que «hubo una perforación de esófago y eso causó la presencia de aire en el tórax y debajo de la piel». «Esto hizo que la persona se infle, lo que precipitó el paro e hizo muy difícil al reanimación», agregó.

El periodista aseguró en Telenoche que tanto los médicos que participaron en el estudio como los peritos que formaron parte de la autopsia le informaron que nunca habían visto un caso así. Y explicó que la perforación esofágica en la endoscopía tiene una probabilidad del 0.006%.

«El esófago es un tubo que tiene una pared compuesta por capas. Se encontró que las dos primeras capas se separaron y quedó la pared última muy finita. Esa, ante la presión del oxígeno -tanto el que se insufló en el estudio como el que después comenzaron a darle con la máscara para producir la reanimación- precipitó el hecho», explicó.

Nelson Castro consideró que los investigadores deberán determinar si la pared del esófago de Débora estaba debilitada desde antes de que le hicieran el estudio.

«Débora entró a realizarse el estudio en buen estado de salud. Como se dijo, era un estudio programado y nada había que tuviera que ver con una emergencia. Previamente se le había realizado un electrocardiograma que no mostró ninguna anormalidad. El endoscopista fue el Dr. Diego Ariel Bialolenkier y la anestesista fue la Dra. Nélida Inés Puente», escribió en una columna de Perfil.

«El estudio se desarrolló con total normalidad hasta el minuto 5. Fue entonces que la Dra. Puente le advirtió al Dr. Bialolenkier que la paciente presentaba una caída brusca en la saturación de oxígeno. Dicho alerta llevó a la inmediata suspensión del procedimiento. Lo que sobrevino fue abrupto y fatal. En apenas un instante Débora literalmente se infló -producto del enfisema subcutáneo- e hizo un paro cardiorrespiratorio del cual no pudo ser reanimada. ¿Qué fue, pues, lo que sucedió?».

«Tres fuentes médicas distintas que han tenido acceso a la autopsia coinciden en señalar que hubo una perforación del esófago, y del estómago también, que no fueron advertidas. La perforación esofágica fue la más grave y determinante para el deceso, ya que en medio de la insuflación hizo que pasara aire a presión desde el esófago al tórax».

«Este último es una cavidad con presión negativa, por lo cual la diferencia de presiones hizo que el aire entrara con suficiente fuerza como para producir un neumotórax (aire en el tórax) bilateral. Esa cantidad de aire en el tórax generó un desplazamiento y posterior colapso pulmonar, con repercusión cardíaca. Hubo también pasaje del aire al mediastino (espacio torácico virtual ubicado en medio de la caja torácica, entre las dos pleuras, con el esternón por delante y la columna vertebral por detrás) y también entró en el tejido subcutáneo».

«El aire en el tejido subcutáneo (enfisema subcutáneo) fue de tal impacto -por su dimensión y por la rapidez con la que se produjo- que hizo imposible la intubación, procedimiento imprescindible para asegurar una buena vía de oxigenación, sin la cual las maniobras de resucitación están destinadas al fracaso. Como consecuencia de todo esto, se configuró un cuadro de hipoxia, hipercapnia (aumento de anhídrido carbónico) y acidosis que afectó severamente al cerebro y que condujo al paro cardo-respiratorio de origen central irreversible. La secuencia de los hechos dejó a los médicos en estado de shock».

«Hasta ahí lo sucedido desde el punto de vista estrictamente médico. Lo que vino después, forma parte de una conducta de parte de las autoridades médicas del Sanatorio de la Trinidad que resultan inexplicables y reprochables. El comunicado que difundió el martes por la noche fue decididamente malo, ya que para nada reflejaba la realidad de lo sucedido».

«Lo que se hizo trascender ayer, fue aún peor. Ningún miembro de la familia recibió información alguna sobre que Débora -a quien le habían extirpado la vesícula hace algunos años- tuviera una inflamación hepática (hepatitis), ictericia y líquido en la cavidad abdominal. Una de las consecuencias de esa falta de explicaciones acerca de lo que pasó por parte del Sanatorio, fue el temor que se instaló en muchos pacientes que tenían turnos para realizarse endoscopias en esta semana. Como resultado, muchos de ellos suspendieron su realización».

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