Uno de cada nueve habitantes del mundo pasa hambre

El número de afectados por la hambruna aumentó de 777 a 815 millones de personas en un año (la población mundial ronda los 7.500 millones), según el último informe de la FAO. Por ello, la ONG española Manos Unidas centra su campaña en 2018 en el lema «Comparte lo que importa», un llamamiento a la solidaridad internacional que la organización hace para que a través de las redes sociales se difunda la problemática y se apoye la concientización de avanzar en cooperación humanitaria.

El hambre en el mundo afecta ya a uno de cada nueve habitantes del planeta. Por ello, Manos Unidas centra su jornada de 2018 con un llamamiento a la solidaridad que la organización hace también para que se desarrolle en las redes sociales bajo el mensaje #ComparteLoQueImporta.

El objetivo es concienciar sobre el aumento de las personas que pasan hambre en el mundo, que en el último año han pasado de 777 millones de personas a 815 millones (la población mundial ronda los 7.500 millones).

Para la organización, «solucionar esta lacra pasa por acompañar a los más pobres, reforzar el derecho a la alimentación de los pequeños productores, contribuir al cambio hacia unos sistemas alimentarios más justos y educar para una vida solidaria y sostenible»,  según publicó el sitio español El Periódico, tras la rueda de prensa organizada esta semana por directivos de Manos Unidas.

La presidente de la ONG católica, Clara Pardo, fue la primera en tomar la palabra haciendo hincapié en la importancia de compartir soluciones y seguir apoyando la labor de la Organización , al referirse al último Informe sobre la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, publicado por la FAO en 2017: “fue un auténtico mazazo para todos los que trabajamos cada día en la lucha contra el hambre”.

Este informe anunció que en el último año se pasó de 777 millones de personas que sufren hambre a 815 millones, un aumento que, tal y como afirmó la Presidenta de Manos Unidas, “debería hacer que la comunidad internacional se plantease, de una vez por todas, qué es lo que estamos haciendo”.

Con este objetivo, el trabajo de Manos Unidas se centrará en el 2018 en tres cuestiones esenciales y urgentes que pueden ayudar a acabar con la pobreza y el hambre en el mundo: favorecer iniciativas que permitan el acceso a los alimentos para consumo humano, y no para el beneficio económico; impulsar sistemas de producción medioambientalmente sostenibles, y plantear propuestas que eviten la pérdida y el desperdicio de alimentos.

La necesidad de “compartir”

Este año la campaña pone el foco en la palabra ‘compartir’ para llamar la atención sobre las cifras y los mensajes que cada día se comparten en redes sociales. El número de usuarios de redes sociales supera los miles de millones en todo el mundo: por ejemplo, Facebook superó los 2.061 millones en 2017 y Whatsapp ya es utilizada por más de 1.300 millones de personas cada año.

Por eso, este año, Manos Unidas recoge en su imagen de campaña la transformación de un móvil en una regadera: un símbolo que la organización utiliza para que se vea que lo que «compartimos» tiene resultado y lleva la prosperidad a los países en los que realiza sus proyectos de cooperación.

 

Contar con los necesitados

En este sentido se encaminan los proyectos de la ONG católica, según explicaron dos de sus colaboradores, el misionero riojano Juan Pablo López, que ha pasado las últimas dos décadas en Benín, y Marta Machaín, directora de proyectos de la Fundación Celestina Pérez de Almada, entidad que trabaja junto a Manos Unidas en Paraguay.

López insiste en que «hay gente que pasa hambr e» y «no podemos cerrar los ojos». «No solo hambre material, sino todo lo que va unido a la persona», como lo relativo a la educación y la vivienda. Él lo ha experimentado en Benín, «un país milagro, porque todos los de alrededor tienen conflicto» en el continente africano. «Por eso suelo hablar de la bendita pobreza porque al no tener recursos en el subsuelo no hay violencia en el país», subraya.

Sin embargo, a partir de su experiencia, el misionero llama a colaborar con las personas que más lo necesitan contando con ellas, para que sean «los actores en todos los niveles». «Que digan qué necesitan, en qué se implican, y que sean ellos los propios gestores de los proyectos. Así se les da sostenibilidad. Que sean ellos los que digan y los que hagan, y Manos Unidas les apoya», concluye.

 

El drama de Paraguay

Machaín denuncia que en su país, Paraguay, que tiene siete millones de habitantes, dos millones pasan hambre. Esto se debe, dice, a la «mala distribución de la tierra». También explica algunos de los proyectos de su fundación y Manos Unidas, como el papel transmisor de cultura de las mujeres, la labor de concienciación sobre «alimentación consciente» frente al consumismo y la estampida que vive ese país americano con la migración.

«Los chicos quieren terminar la Secundaria y migrar porque la vida rural no es ‘cool’, no está bien vista», asevera, alertando de que con eso se consigue que caigan en redes de trata, las drogas o la prostitución. «Hay que trabajar con los niños desde la escuela», concluye.

 

 

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