La “casa del terror”: un compañero de escuela de la mayor de las chicas Turpin publicó desgarrador post

La mayor de los trece hermanos de California que fueron rescatados de los terribles maltratos de sus padres tenía un aspecto de fragilidad, olía mal y era molestado por sus compañeros en la escuela primaria de Texas a la que concurrió durante un tiempo. Uno de sus compañeros de entonces, contó esto en un desgarrador post de Facebook.

Taha Muntajibuddin asistió desde el jardín de infantes hasta tercer grado con la mayor de los Turpin en Fort Worth, Texas. Y después de enterarse del caso, compartió en Facebook su «abrumador sentimiento de culpa y vergüenza» por cómo ella era tratada entonces.

Muntajibuddin, que es médico pediatra y vive en Houston, Texas, confirmó su publicación en la red social a la agencia de noticias AP.

El mensaje de Muntajibuddin, señala Los Angeles Times, provocó fuertes reacciones. Algunas personas lo criticaron por su comportamiento de niño; otros lo elogiaron por abordar el tema.

Muntajibuddin dijo en una entrevista el martes que estaba sorprendido por las reacciones. «Simplemente fue una lección honesta: tómalo o déjalo», dijo.

El portavoz del distrito escolar independiente de Crowley, Anthony Kirchner, confirmó que Muntajibuddin y la mayor de los Turpin asistieron a la misma escuela, aunque no pudo precisar cuándo inscribieron a la nena ni cuándo dejó la institución.

Otra compañera de clase, Stephanie Hernández, le dijo a AP en un mensaje de Facebook que la mayor de los Turpin estaba siempre callada y que usaba jeans sucios y que le quedaban chicos. Hernández confirmó que la menor a menudo era intimidada. «Recuerdo que alguien la arrojó como una muñeca de trapo», dijo Hernández, enfermera en Mansfield, Texas.

 

Aquí, una traducción completa del post de Taha Muntajibuddin.

 

«Jennifer Turpin era la única chica en Meadowcreek Elementary con la que nadie quería ser atrapado hablando. Cada grado tenía un «chico marginado» designado y ella tenía el título de nuestro año. Era una niña frágil, tenía el pelo liso con flequillo, y a menudo vestía el mismo atuendo morado. Los otros chicos de tercer grado a menudo se burlaban de ella porque a veces su ropa parecía haber sido arrastrada por el barro, también olía mal la mayoría de los días. Recuerdo claramente que toda mi clase de tercer grado se burló de ella un día porque nuestra maestra le pidió que tirara una gomita que había usado para atarse el pelo hecha con papel aluminio de envoltorio de chocolate. Después de ese año, Jennifer se mudó, y nos olvidamos de ella tras pasar al siguiente «chico marginado».

»Varios años después, después de la secundaria, me encontré pensando en ella otra vez. Estaba aburrido en casa y estaba pasando el tiempo en Facebook espiando a antiguos compañeros de la escuela primaria para ver cómo le había ido, y recuerdo haber buscado específicamente a Jennifer. Su nombre era tan particular que no podía haber más que unas pocas personas que lo compartieran, pero no la encontré. Naturalmente había asumido que Jennifer era una de las pocas afortunadas no alcanzadas por el error de usar redes sociales. También pensé en que algún lugar, de alguna manera, Jennifer probablemente estaba viviendo una vida mejor, mostrando a todos los torpes de tercer grado de la clase de la Sra. Llano lo lejos que había llegado. Ella estaba siendo esa persona en la reunión luciendo completamente impecable y ganando seis cifras mientras el resto de nosotros trataba de ocultar nuestro cabello menguante y nuestros trabajos de salario mínimo.

»Siento que todos tenemos la esperanza de que las personas que fueron marginadas durante su infancia (a veces por nuestras propias manos) de alguna manera crecieron más allá de esas circunstancias, y esencialmente crecieron para patear traseros en la vida real. Eso es lo que esperaba para Jennifer. Que ella hubiera usado los insultos que le lanzamos, el aislamiento que le proporcionamos, y el mal aspecto que le atribuimos y lo hubiera usado como munición para forjarse un camino exitoso en la vida. Estaba tan seguro de que era eso lo que había sucedido, que hoy tuve un duro despertar (remite a links con noticias sobre el rescate de los chicos Turpin)

»He estado leyendo estos artículos, viendo estas declaraciones y mirando estas fotos y no puedo evitar sentir una abrumadora sensación de culpa y vergüenza. Por supuesto, ninguno de nosotros es responsable de los acontecimientos que siguieron, pero no podés evitar sentirte mal cuando el compañero de clase del que tus compañeros se burlaron por «oler a caca», literalmente tuvo que sentarse en su propios desechos porque estaba encadenada a su cama. Es aleccionador saber que la persona que se sentó frente a vos en la mesa del almuerzo se iba a su casa a la miseria y a la suciedad mientras vos te ibas a tu casa con comida caliente y un cuento para dormir.

»La rotunda lección aquí es sencilla, algo que nos enseñaron desde el principio: se bueno. Enseña a tus hijos a ser amables. Si ves a alguien que está aislado, hacete amigo de él. Si ves a alguien que está marginado, hacete amigo de él. Si ves a alguien que es diferente, hacete amigo de él. Nunca podemos ponernos completamente en los zapatos de los demás ni podemos entender completamente las circunstancias en las que están, pero un simple acto de AMABILIDAD y aceptación puede ser el rayo de esperanza que esa persona necesita. Hacete amigo de las Jennifer Turpin del mundo.

»Jennifer, a pesar de ser vehementemente vilipendiada por sus pares, siguió siendo una de las personas más agradables que he tenido la oportunidad de conocer. Ella tenía un caprichoso optimismo que no podía ser extinguido, no podía ser apagado sin importar lo que alguien le hiciera. Esa disposición alegre es lo que me hace estar seguro de que Jennifer prevalecerá. Que un día la recordaré, la espiaré en Facebook y veré que ella está viviendo una buena vida. Que a pesar de ser decepcionada por sus padres y por sus compañeros, Jennifer se elevó por encima de todo. Y la apoyaré, como su compañero, como su compañero de clase, como su amigo. Jennifer Turpin: de «chica marginada» a «conquistar el mundo».»

 

Fuente: Clarín

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