Un misionero cumplió «el sueño del pibe» y conoció a Manu Ginóbili

Se trata del posadeño Juan Pablo Trejo, abogado de profesión, quien estuvo presente en la victoria de los San Antonio Spurs sobre los Denver Nuggets y pudo sacarse una foto con el astro bahiense.

Juan Pablo Trejo, FM Show

Los sueños, muchas veces, son simplemente eso: sueños, anhelos a priori irrealizables. En este caso, fue un misionero fanático del básquet el que este fin de semana pudo cumplir su deseo de toda la vida: conocer a Emanuel Ginóbili.

Juan Pablo Trejo, posadeño y abogado, viajó a Estados Unidos con su novia, Gabriela. Entre tantos objetivos que se pusieron para las vacaciones, uno era el de poder asistir a un partido de los Spurs para ver en vivo al «pibe de 40».

«Allá por el mes de abril de 2017 empezamos a idear con mi novia Gabriela nuestro primer viaje a los Estados Unidos. Analizamos y marcamos los lugares que nos gustaría visitar y entre una larga lista aparecía la opción de ver un partido de la NBA aunque esa circunstancia dependía de la decisión que pudiera tomar por ese entonces Manu porque aún estaba en duda si el bahiense jugaría una temporada más», relató el joven en una nota publicada por el diario Infobae titulada «Yo tengo un sueño cumplido: anoche conocí a Manu Ginóbili».

Una vez que el basquetbolista anunció que iba a seguir jugando en la NBA, Juan Pablo no lo dudó: «Debíamos esperar que se confirmara el fixture de la NBA para ver si coincidíamos en alguna de las ciudades que habíamos elegido para visitar. Eso ocurrió en octubre de 2017, momento que recuerdo como si fuera hoy. Corrían ya horas de la tarde noche en mi querida ciudad de Posadas, provincia de Misiones, cuando anunciaron los partidos de toda la temporada y ¡sí! Nuestra estadía en Nueva York coincidiría con un partido que Ginóbili jugaría con San Antonio. Era un sueño: íbamos a ver a nuestro ídolo en el mítico Madison Square Garden. Eso ocurrió hace apenas unos días, cuando presenciamos ese partido del que habló el mundo con el triple de carambola que metió el pibe de 40».

El sueño ya estaba cumplido, pero la pareja no quedó satisfecha y fue por más: los San Antonio Spurs iban a jugar en su estadio contra los Denver Nuggets en unos días y hacía allá fueron.

«Empecé a pensar cómo hacer para llegar hasta él. Confieso que realmente tenía muy pocas esperanzas de que esa posibilidad pudiera concretarse. Sé de lo difícil que es el mundo NBA pero para mi asombro, por medio de una tercera persona, pude conseguir dos pases para ver la previa del partido en la que algunos fans pueden estar cerca de los jugadores que hacen el calentamiento en la cancha y entonces el sueño comenzaba a tener cierto porcentaje de realidad», explicó.

«Durante las tres horas que duró el viaje me imaginé mil maneras de cruzarme con Manu. Yo sólo deseaba poder verlo y sacarme una foto con él y la posibilidad existía pero la incertidumbre y el miedo a saber si ocurriría me dominaban», comentó el posadeño. Una vez arribados a San Antonio, los jóvenes almorzaron en una pizzería donde, en una de las paredes, había una foto de Ginóbili junto a Tim Duncan: «Al tipo lo aman en esa ciudad. Tras ello emprendimos camino al estadio».

«Finalmente llegamos al AT&T Center. Mi ansiedad era absoluta. Seguimos las indicaciones que teníamos para el ingreso y yo ya sabía, por lo que me habían dicho, que los Spurs son una gran familia y así lo sentimos desde el primer momento. Entramos al lugar y lo primero que vimos fue una persona de seguridad que en su mano tenía tres anillos, uno por cada título de los Spurs en la NBA. Tomamos el ascensor y llegamos al campo de juego y en el primer golpe de vista detecté a Kawhi Leonard haciendo su calentamiento. La emoción ya era absoluta. Caminamos y nos ubicamos en la primera fila, detrás de los aros donde estaban los jugadores de los Spurs realizando los movimientos correspondientes. Nos mirábamos con mi novia y no podíamos creer lo que estábamos viendo», relató sobre los minutos previos.

Pero Manu no aparecía: «Tras unos minutos apareció Dany Green a centímetros nuestros. Increíble. Pero hasta entonces Manu no aparecía. Salió Tony Parker, estaban todos, menos él… Pasó un rato que se hizo largo porque la ansiedad se imponía. Fue pasadas las 19 cuando vimos a Emanuel Ginóbili asomar por el túnel y dirigirse a la cancha a hacer su rutina previa al juego. Eso ya era mucho más de lo que yo pude haber imaginado. Yo llevaba la camiseta de la Selección de Básquet y esperaba que él nos viera hasta que, al cabo de unos minutos, se acercó a nosotros, supongo que al ver la albiceleste… Nos hizo un gesto con la mano como saludándonos, aún no lo puedo creer. Sabíamos de su humildad y del tiempo que le dedica a sus fans en cada partido. Entonces me invadió una sensación fuerte por todo lo que habíamos hecho para estar ahí para verlo jugar. Pasó el tiempo, vimos llegar a la esposa de Manu y a sus hijos, los mellizos, quienes se sentaron a un par de butacas nuestras. Todo era fantástico».

Hasta que, finalmente, llegó el momento: «Él terminó su rutina y fue a sentarse con su familia, ya en su rol de padre, con una ternura grandiosa, y luego de un tiempo se levantó y vino hacia nosotros. Es difícil explicar la emoción que me invadió y la que me atraviesa al recordarlo. Nos preguntó de dónde éramos. Mostraba su humildad, cordialidad y buena onda. Le respondimos que de Misiones, intercambiamos unas palabras, le pedimos una foto y por dentro me preguntaba si eso que estaba pasando efectivamente estaba pasando. Yo estaba nervioso ante la chance de que la selfie saliera mal y pensé que él no tendría tiempo de esperar si le pedía otra pero él me dijo: ‘Tranquilo. Saquémosnos una buena foto’. Allí fue cuando me sugirió que un tercero tomara la imagen y eso fue lo que ocurrió».

A pesar de la concreción de su sueño, a Juan Pablo le costaba volver en sí mismo: «Mi sueño había quedado inmortalizado. Esa imagen está llena de historia porque allí está el mejor deportista de nuestra historia que, por si fuera poco, luego me firmó la camiseta que llevaba. ‘Ténganla bien tirante’, dijo, y estampó su marca. Mi sueño ya no era un sueño. Se había cumplido. Llegaré a Misiones, imprimiré la foto y la pondré en un cuadro. En otro colgaré la camiseta y esos serán mis tesoros. Los que verán mis hijos, mis sobrinos y nietos cuando pasen los años y aún se hable de Emanuel Ginóbili, el ídolo, el emblema, el genio, el pibe de 40, el que yo conocí».

Luego de un saludo amistoso, como si fuera algo de todos los días, finalmente los misioneros se apostaron a ver la victoria de los Spurs ante los Nuggets que incluyó una «tremenda volcada» de Manu.

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