El Defensor de los Derechos del Niño aseguró que la única manera de quitar a los niños de la calle es no dándole limosna

El Defensor de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes Miguel Molina, propuso un cambio cultural en todo sentido al referirse a la foto del niño mbyá que bebía del piso y dio vuelta el mundo. Consideró además que es necesario revisar las políticas públicas ya que “es evidente que algo está fallando”. De todas maneras dijo que se está haciendo mucho en materia educativa, donde hay cientos de mbyá estudiando y “esto va a producir un cambio”.

Miguel Molina. Radio Libertad.

Miguel Molina consideró que se avanzó considerablemente en la integración de los mbyá guaraní, donde 70 de ellos fueron titularizados docentes y otros fueron contratados en áreas de salud.
No obstante, planteó que se debería revisar las políticas públicas orientadas a la comunidad, ya que están ocurriendo estas situaciones donde niños terminan siendo usados para mendigar, “tienen derecho y la convención es clara que no puede haber discriminación, y como estado estamos obligados a garantizarles sus derechos”, afirmó.
Para Molina, hay políticas públicas que están fallando y que habría que corregirlas, “porque si tenemos estos resultados quiere decir que debemos intentar de otras formas para solucionar este problema”, sostuvo en relación a las familias que salen de sus comunidades y vienen a la ciudad a mendigar.
Respecto a la limosna aseguró que la única manera de quitar a los niños de la calle es no dándole. Al respecto señaló que la experiencia que tienen en la Defensoría es que siempre detrás de un niño, hay un adulto que lo lleva a la calle, y el niño es sometido a unas de las peores formas de trabajo infantil.
En cuanto a la posibilidad de intervenir para que ese adulto no realice este tipo de prácticos, señaló que es delito, pero sin embargo nuestra sociedad ve como positivo que un niño trabaje, marcando así las contradicciones en las que aún estamos sumidos.
“Las investigaciones demuestran que cuando un niño trabaja, de adulto no puede conseguir trabajo”, indicó. Contó además que en Misiones hubo casos que pudieron constatar que detrás de niños explotados había adultos.
Molina planteó además que se debería buscar una mayor integración. En este sentido explicó: “somos un millón doscientos mil habitantes, creo que podemos garantizar a esta comunidad que son unos seis mil, a que no vivan en esta situación de exclusión”, observó.
“Mi sueño es que no en mucho tiempo, en mi barrio, además de estar la casa de un extranjero, esté la casa de un mbyá, y esto no es hacer que pierdan su cultura”, opinó. Al tiempo que consideró que su concepción de integración pueden tener otras visiones. Marc ó asimismo que estas comunidades ya no pueden vivir de la casa y de la pesca, pero se está haciendo mucho en materia de educación, “son cientos de niños escolarizados y esto va a producir un cambio”, manifestó.

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