La sangre: su vitalidad irreemplazable y la importancia de ser donante

En el Día Nacional de la Donación Voluntaria de Sangre, especialistas alertan sobre la importancia de convertirse en donante, ya que sólo el 1,5% de los argentinos lo hace. Requisitos y condiciones para poder completar este acto altruista que cada vez que se realiza, salva hasta tres vidas.

Hace 103 años, el argentino Luis Agote se convirtió en el primer médico en el mundo que realizó una transfusión de sangre indirecta, sin que la sangre se coagulara en el recipiente que la contenía.

Las transfusiones directas todavía se practicaban a comienzos del siglo XX porque era imposible conservar la sangre extraída inalterada para su posterior uso. Científicos de Estados Unidos y de Europa, en plena Primera Guerra Mundial, no lograban resolver el problema de la coagulación de la sangre en transfusiones para los millones de heridos, ya que al cabo de pocos minutos (de seis a doce) la sangre que se extraía comenzaba a tornarse en forma gradual en una viscosidad que termina con su casi completa solidificación.

Y es que la coagulación de la sangre se comporta como una defensa del organismo para taponar las heridas y minimizar las hemorragias. Hoy se sabe que un coágulo está casi totalmente formado por eritrocitos sujetos por una red de filamentos de fibrina.

Luego de muchas pruebas de laboratorio in vitro y con animales, Agote encontró que el citrato de sodio (sal derivada del ácido cítrico) evitaba la formación de coágulos. Y la clave radicaba en que esta sustancia también era tolerada y eliminada por el organismo sin causar problemas posteriores.

El 9 de noviembre de 1914, en un aula del Instituto Modelo de Clínica Médica, y teniendo como testigos al Rector de la Universidad de Buenos Aires, Epifanio Uballes, el decano de la Facultad de Medicina, Luis Güemes, el Director General de la Asistencia Pública, Baldomero Sommer, y el intendente municipal, Enrique Palacio, además de numerosos académicos y profesores, el médico argentino realizó la primera prueba en un paciente que había sufrido grandes pérdidas de sangre.

El enfermo recibió la transfusión de 300 cm3 de sangre previamente donados por un empleado de la institución y conservados gracias a la adición de citrato de sodio. Tres días después el paciente, totalmente restablecido, fue dado de alta.

Y como homenaje a esta nueva técnica que revolucionó el ámbito médico, se celebra en la Argentina el Día del Donante Voluntario de Sangre.

En la Argentina, solamente el 1,5% de la población dona sangre, muy por debajo del 8 o 10 por ciento necesario. Es decir, que de los 45 millones de habitantes que viven en el país, son donantes de sangre unas 670.000 personas. Según cálculos del hospital Garrahan, para alcanzar el objetivo de cubrir las necesidades transfusionales, nuestro país debería contar con hasta 2 millones de donantes por año.

A escala mundial se realizan anualmente unas 92 millones de donaciones de sangre. Sin embargo, 30 millones de estos donantes voluntarios donan una sola vez y no vuelven a hacerlo. En cada donación se extraen tan solo 450 mililitros, de manera que al tener más donantes de repetición se puede lograr que el suministro y la seguridad de la sangre y sus derivados sean más confiables.

La donación de sangre es un acto anónimo, voluntario y altruista, y siempre se realiza bajo vigilancia de personal calificado. Es muy importante ya que la sangre es una necesidad permanente, no puede fabricarse, no se compra ni se vende y sólo se obtiene de personas solidarias que la donen para ayudar a vivir a quienes la necesitan.

La sangre es un recurso importante en todos los tratamientos programados y en las intervenciones urgentes. Permite aumentar la esperanza y la calidad de vida de los pacientes con enfermedades potencialmente mortales y llevar a cabo procedimientos médicos y quirúrgicos complejos. Asimismo, es fundamental para tratar a los heridos durante urgencias de todo tipo (desastres naturales, accidentes, conflictos armados, etc.) y cumple una función esencial en la atención materna y perinatal.

La clave de la formación de donantes comprometidos está en la educación. Desde la escuela primaria se debe abordar el tema, naturalizando la situación de ir a donar sangre, para que al llegar a los 18 años sea natural habitual y cotidiano donar sangre voluntariamente.

En segundo lugar, la información constante y permanente. Las personas tienen que conocer la problemática actual y estar informados en cuanto a la importancia de ir a donar sangre. En tercer lugar, el trabajo en conjunto de todos los actores sociales (centros de salud, asociaciones científicas, ONGs) junto con el Estado.

Fuente: Infobae

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