Descubrieron que eran hermanos cuando fueron a tratarse por una rara enfermedad

Francisco y Emanuel se reencontraron en Paraná. Ambos sufren una afección que provoca movimientos involuntarios.

En cada rincón del país habita una historia de vida que vale la pena contar. Sin embargo, sólo algunas trascienden a niveles de exposición masiva y muy pocas, quizá, lleguen a impactar en la emoción y en la incredulidad de la gente. Algo de esto último tiene la historia de Francisco y Emanuel.

Se conocieron hace algunos días en un centro de rehabilitación de Paraná. Ambos acudieron por la misma enfermedad: el mal de Huntigton, afección que provoca movimientos involuntarios del cuerpo. Los dos con el mismo diagnóstico. Entre charlas y charlas, de las vulgares y de ocasión que se producen en un espacio así, a Francisco le quedó una sensación especial. Sus padres adoptivos le habían contado su historia personal, quién era, de dónde venía y sobre su familia biológica. Cuando intentó comenzar a desarrollar ese sentimiento frente a su madre empezó tímidamente: «Mamá, hay un chico que tiene la misma enfermedad que yo y que…».

-Debe ser tu hermano- lo interrumpió sin titubear su mamá del corazón.

La búsqueda, entonces, la impulsó la mamá de Francisco, quien se reunió con el papá adoptivo de Emanuel con la intención de que confirmara esa corazonada. Ese sentimiento fue estrechándose, las coincidencias de datos se unían cada vez más, las pruebas terminaron ratificando ese palpito: son hermanos. Francisco (28) y Emanuel (27) fueron separados al nacer y hoy, una rara y grave enfermedad hereditaria, los volvió a unir. «No lo podía creer, es una alegría enorme y ahora tengo la posibilidad de verlo todos los días», dijo Francisco en diálogo exclusivo con Clarín. Sin embargo, un dato significativo surgió tras el reencuentro: «Ahora queremos encontrar a los otros 17 hermanos». «Mi mamá siempre me contó la verdad: que yo era adoptado y tenía 18 hermanos. Pero jamás podía pensar en cómo lo encontré. Lamentablemente padecemos esta enfermedad pero el reencuentro fue una inyección de energía para ambos», agrega Francisco Ríos, quien es profesor de Educación Física y se encuentra realizando un pos título en Discapacidad. «Ahora estamos todo el día juntos», sintetiza emocionado.

Ya como hermanos, con el lazo constituido y reforzado también fueron apareciendo las diferencias. Una insalvable: «Emanuel es de Boca y yo de River. Así que el tuvo un par de semanas más alegres que yo en el último tiempo», bromea. La enfermedad comenzó a aparecer en Francisco hace algunos meses. «Tuve la oportunidad de conocer a mi mamá biológica pero no estuve interesado. Sí fuimos a buscar respuestas genéticas por mi situación y descubrimos con otros cinco hermanos habían fallecido. Es decir que eramos 23 hermanos».

Emanuel hace un año que va al Centro Integral de Rehabilitación Neurológica de Entre Ríos (CIRNER), donde los profesionales atienden a ambos. «Para nosotros es importantísimo esto. Es un refuerzo al trabajo diario pero además es algo muy significativo para la vida de ellos», explica a este diario Juan Bautista Poci, uno de los profesionales que trabaja en la rehabilitación de los hermanos. Los encuentros no sólo ahora se dan en el marco de la rehabilitación. «Fuimos a jugar a la pelota y me llevé una sorpresa porque Emanuel juega mejor que yo, vamos a tomar mate, su familia es muy buena también. Estamos tratando de recuperar el tiempo que no vivimos juntos», dice Francisco.Según los especialistas , la enfermedad afecta a diez de cada cien mil habitantes. Provoca movimientos involuntarios que sólo se detienen cuando quienes la padecen están dormidos.

El reencuentro ahora motiva otra acción: intentar dar con los otros hermanos. «Esperemos que a partir de que nuestra historia trascienda podamos dar con nuestros hermanos», se ilusiona Francisco. Sería movilizante para ellos, sin dudas. Pero también conmovedor para el resto de la sociedad que asiste a esta emotiva historia. (Clarín)

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