Las urnas medirán el apoyo a la gestión de Macri en un clima enrarecido por la muerte de Maldonado

Luego de 79 días de búsqueda finalmente apareció Santiago Maldonado. No estaba en Chile ocultado por la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), como había estimado Elisa Carrió; no estaba haciendo dedo, ni andando en bicicleta en Entre Rios o Rio Grande; ni cortándose el pelo en San Luis, como habían indicado versiones de dudosa procedencia que fueron reproducidas por medios nacionales. El tatuador estaba muerto, sumergido en las frías aguas  del río Chubut, a solo 300 metros de donde había ocurrido la persecución entre gendarmes y mapuches, situación en la que testigos afirman haberlo visto por última vez.

El cuerpo fue encontrado el martes, pero recién fue identificado el viernes en una autopsia realizada en Buenos Aires. Los peritos pudieron determinar que no tenía golpes y estimaron que en unas dos semanas darían resultados de las pericias complementarias que determinarían la data y la causa principal de la muerte.

Luego de identificar el cadáver, la familia de Maldonado emitió un comunicado a través del cual manifestaron que las circunstancias del hallazgo generaron “muchas dudas” y pidieron “dejar trabajar sin presiones al juez Lleral”. “Necesitamos saber qué le sucedió a Santiago y quiénes son los responsables de su muerte. Todos. No sólo quienes le quitaron la vida sino los que, por acción u omisión, colaboraron en el encubrimiento y perjudicaron el proceso de búsqueda”, señalaron.

En el mismo comunicado, volvieron a cuestionar al juez Otranto –que fue apartado de la causa por la Cámara Federal de Apelaciones- y al Gobierno nacional por haberse negado a aceptar la colaboración de expertos de la ONU para la búsqueda del cuerpo y el esclarecimiento de la causa. “Nadie podrá sacarnos de la cabeza que se podría haber hecho mucho más y mucho antes”, afirmaron.

El reclamo de justicia de la familia Maldonado, al que se suma buena parte del país, pone al Gobierno de Macri frente a un desafío de proporciones: evitar que un caso con alta carga política se convierta en otra muerte rodeada de misterio, como ocurrió en otros momentos, con otros gobiernos.

El objetivo debe ser impedir que Maldonado pase a engrosar la lista que entre otros integran el fiscal Nisman; Carlos Menem Junior; el reportero gráfico José Luis Cabezas; la exsecretaria de Emir Yoma, Lourdes Di Natale, denunciante en el caso de contrabando de armas; el exdirector de Aduanas Rodolfo Echegoyen, implicado en una investigación por tráfico que drogas que apuntaba contra el grupo Yabrán; el Capitán Horacio Estrada, vinculado con la venta de armas a Ecuador y Marcelo Cattaneo, sindicado como el que pagaba las coimas en el caso IBM-Banco Nación.

La primera reacción del Gobierno de Macri ante la desaparición de Maldonado le valió críticas no solamente por parte de grupos de defensa de los derechos humanos, algunos de ellos identificados políticamente con el kirchnerismo, sino también de organismos internacionales como Naciones Unidas.

Declaraciones efusivas de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, desligando del caso a la Gendarmería incluso antes de que se hiciera alguna investigación, la demora en reconocer como hipótesis de investigación que alguna fuerza de seguridad podría haber tenido algo que ver con la desaparición de Maldonado, la negativa a aceptar la ayuda de un grupo de expertos de la ONU y un puñado de dichos poco afortunados, entre los que se destaca el 20 por ciento de posibilidades de que Maldonado estuviera en Chile, calculado por Elisa Carrió, fueron algunos de los pasos en falso del Gobierno nacional en su tarea de colaborar con el esclarecimiento del caso.

Pero con el desplazamiento del juez Otranto y su reemplazo por el juez Lleral, sumado al llamado a silencio de la ministra Bullrich y de otros funcionarios, parecen haber dado un cambio de aire a la investigación.

A diferencia de Otranto, el juez Lleral supo ganarse la confianza de los familiares y consiguió en poco tiempo, avances que su antecesor no había logrado en meses.

Ahora Cambiemos deberá demostrar en los hechos que efectivamente quiere cambiar la historia del país. Llegó la hora de cumplir con la promesa de hacer de Argentina “un país en serio”, de dejar trabajar sin presiones a la justicia, de demostrar que están en condiciones de poner al interés común por encima de los intereses partidarios, de poner a la verdad por encima del relato.

A los dirigentes de la oposición, muchos de los cuales representan a espacios que tuvieron responsabilidad en que las muertes citadas con anterioridad sigan siendo dudosas, les tocará dejar de lado las especulaciones, evitar usar la muerte de un ser humano con fines políticos y aceptar los datos objetivos que surjan de la investigación, gusten o no.

La hora del pueblo

El país volverá a las urnas mañana para elegir a sus legisladores. Los partidos políticos enfrentan la jornada con diferentes desafíos, Cambiemos espera desatar una ola amarilla que le permita consolidarse como fuerza de alcance nacional, mejore su representatividad en el Congreso y alimente sus ambiciones de retener la presidencia y ganar más gobernaciones en 2019.

A las contundentes victorias obtenidas en las PASO en distritos como Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, el partido de los globos buscará sumarle triunfos en Santa Fe y provincia de Buenos Aires –en ambos casos perdió por muy poco margen- para afianzarse en la franja central del país, donde están los votos que definen las elecciones nacionales.

Para el justicialismo en sus diversas formas, el objetivo es minimizar las pérdidas, sobrevivir frente al crecimiento del rival. Dentro de este espacio fragmentado, las elecciones del domingo servirán para posicionar a las figuras de cara a una eventual unificación, condición necesaria para disputarle el poder a Cambiemos en 2019.

Cristina buscará demostrar que todavía es capaz de ganar una elección en la provincia de Buenos Aires, su último bastión. Es la que más puede sumar entre todos los peronistas, la que tiene un piso más alto de votos, sin embargo sus detractores le atribuyen un techo muy cercano a ese piso, producto del desgaste de ocho años de presidencia signados por resonantes casos de corrupción y un enfrentamiento frontal con distintos sectores de la sociedad.

El espacio que lidera Sergio Massa, acompañado por Margarita Stolbizer, tendrá una nueva oportunidad de mostrarse como alternativa válida para encabezar a la oposición peronista, pero para ello deberá al menos acercarse en cantidad de votos a Cristina.

El tercero en discordia en ese espacio es el exministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, uno de los pocos integrantes del gabinete de Cristina que logró terminar su mandato con una imagen mayormente positiva y sin verse salpicado directamente por alguna denuncia de corrupción. Sin embargo en las PASO, que significaron su debut como candidato cabeza de lista, no llegó al 6 por ciento de los votos, muy poco para sus ambiciones de encabezar a un peronismo unificado.

En Buenos Aires el escenario está claro, Cambiemos apuesta a concentrar el voto anti-Cristina y mantener divido al peronismo para asegurar un triunfo de la lista que encabeza Esteban Bullrich, mientras que los partidarios de la expresidente apelan al voto útil presentándose como la única fuerza capaz de disputarle la elección al macrismo.

Ajenos a esta disputa, los partidos de izquierda apuestan a consolidar el camino de crecimiento que vienen transitando en las últimas elecciones y tienen la expectativa de alimentarse del descontento de ciertos sectores de la sociedad con el gobierno de Macri.

El Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) sumó más de dos millones de votos en todo el país en las últimas PASO, 30 por ciento más que en las primarias de 2015. Ahora buscarán defender esos votos frente al intento del kirchnerismo de polarizar las elecciones en Buenos Aires.

Duros de roer

Ante un escenario nacional signado por el crecimiento de Cambiemos ante un peronismo atomizado, cobran especial relevancia los partidos provinciales como contrapeso de un poder central cada vez más hegemónico. Liderazgos históricos como el de los Rodríguez Saa en San Luis, de Schiaretti y De la Sota en Córdoba o del Movimiento Popular Neuquino, ya sucumbieron ante la ola amarilla, que incluso arrasó en Santa Cruz, cuna del kirchnerismo.

Pocas fuerzas provinciales lograron contener en las PASO el avance de Cambiemos, entre ellas el Frente Renovador. La estrategia utilizada por el partido gobernante en Misiones fue basar la campaña en la gestión y en mantener un marco de diálogo y sana convivencia política con las demás fuerzas.

La figura del Gobernador Hugo Passalacqua resultó fundamental en ambos aspectos, por un lado sostuvo el ritmo de la gestión sin desviar su atención a pesar de la campaña y por otro lado, se apoyó en su carácter afable para sostener un diálogo franco y constructivo con las demás fuerzas.

Como efecto de ese diálogo en el que también colaboró el Gobierno nacional, en Misiones la campaña pasó con un bajo nivel de conflictividad y prácticamente sin chicanas políticas.

La gestión no paró en ningún momento. Incluso en la última semana de campaña, la atención estuvo centrada en los actos de gobierno. Como resultado, no hubo por el lado de la renovación pomposos actos proselitistas en la última semana, pero sí se logró avanzar en dos cuestiones concretas para el desarrollo de la provincia.

El jueves el Gobierno provincial y la cámara del sector foresto industrial Apicofom firmaron un convenio que permitirá financiar la construcción de una fábrica de casas de madera en Posadas y mediante el cual la Provincia se comprometió a comprarle a las empresas locales 60 mil viviendas de madera en diez años.

Un día después, el propio Passalacqua firmó un convenio que oficializa la radicación en el Parque Industrial de Posadas de la empresa Retsa, líder en la fabricación de motos eléctricas y baterías de litio.

Ambas acciones de gobierno aportan al cumplimiento de dos objetivos prioritarios para la gestión de Passalacqua: la generación de empleo y la reducción del déficit habitacional.

Nacionalizar lo provincial

Durante las últimas dos semanas de campaña, Cambiemos hizo desfilar por Misiones a sus principales figuras para potenciar sus listas locales. Mauricio Macri y su jefe de Gabinete Marcos Peña, pasaron la semana anterior y para el cierre de campaña se reservaron a la vicepresidente Gabriela Michetti y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

En discursos plagados de expresiones emotivas, los funcionarios nacionales pidieron a los misioneros que voten a las listas de Cambiemos para asegurar la gobernabilidad de Macri y garantizar así la continuidad del cambio frente a la amenaza que implicaría el resurgimiento del kirchnerismo.

A sabiendas de la buena imagen que conserva el gobierno provincial, Cambiemos apuesta a plantear las elecciones en Misiones como parte de la disyuntiva que enfrenta al macrismo contra el kirchnerismo o alguna otra forma de peronismo, a pesar de que en la provincia no tienen representación ninguna de esas fuerzas en las elecciones de mañana.

La jugada es no competir directamente contra la renovación, sino correrla de la escena para poder así replicar en la provincia el escenario de Buenos Aires, al que anticipan mucho más favorable que el de Misiones.

Frente a este intento de nacionalizar las elecciones, candidatos de la renovación apuntan a resaltar la conveniencia de elegir a diputados y senadores que no respondan directamente al Gobierno nacional para así evitar posibles atropellos de la Nación contra los intereses de la provincia.

El candidato a senador Maurice Closs advirtió que en la agenda que se viene para el Congreso de la Nación habrá temas centrales para Misiones como el reparto de los recursos y las reformas fiscal, laboral e institucional y se comprometió a defender los intereses de la provincia cuando llegue ese momento.

“El misionero debería votar pensando en Misiones. Macri ya tiene la gobernabilidad asegurada porque va ganar en los principales distritos del país. En la agenda central no están Misiones ni las provincias chicas. Los únicos que vamos a poner en agenda los problemas de Misiones somos nosotros, los renovadores”, consideró.

Más allá de los argumentos de campaña, un día antes de las elecciones se hizo sentir un factor que podría tener incidencia en los resultados: el clima. La copiosa lluvia que azotó a gran parte de la provincia desde la noche del viernes hasta la tarde del sábado provocó inundaciones y dificultó el tránsito en caminos de tierra.

Los números de elecciones anteriores sugieren que la lluvia provoca una reducción en los porcentajes de participación en municipios con mucha población rural.

Esta situación podría beneficiar a Cambiemos, cuya base de votos se halla en la población urbana de los municipios más grandes y perjudicar al Partido Agrario y Social (PAyS), que tiene muchos votos en las colonias, especialmente del Alto Uruguay.

Cuánto incidirá el clima, cuánto las campañas, son preguntas que muy pronto tendrán sus respuestas. Ya hablaron los candidatos, analizaron los analistas y opinaron los opinólogos. Ahora solo queda escuchar el dictamen definitivo, el del pueblo que se pronunciará el domingo en las urnas.

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