La Mamboretá Candombe de la Selva rumbo a San Juan

Representará a Misiones en el 11º Encuentro Nacional de Candombes a realizarse del 14 al 16 de octubre en Jáchal-San Juan.

Tras meses de trabajo conjunto y autogestivo, la Mamboretá parte el jueves para cumplir uno de sus deseos más fuertes de cada año: reunirse con sus pares de otras provincias en el Encuentro Nacional de Candombes en su décima primera edición.

Esto será posible gracias al esfuerzo mancomunado de sus integrantes que desde siempre vienen trabajando para reunir los fondos necesarios a través de ventas de pollos, rifas, toques a la gorra, kermesses, presentaciones y talleres dictados en Posadas y en otras localidades de la provincia. Todo esto sumado a las colaboraciones recibidas por allegados a la comparsa que se sienten comprometidos por esta movida cultural cien por ciento autogestionada, a la que acompañan incansablemente.

El objetivo de este evento tiene que ver con la unión de energías de cada comparsa que durante tres días compartirán distintas realidades y saberes, historias y experiencias las que se entremezclarán y transformarán hasta dar lugar al momento de la esperada “llamada”, apoteosis de cada encuentro candombero.

En esta oportunidad la Mamboretá recorrerá más de 1600 km hasta llegar a San José de Jáchal, ubicado a 150 km al norte de San Juan, epicentro del encuentro en este 2017. Allí se establecerán durante tres días en un camping en donde se sumarán comparsas de Salta, Neuquén, Córdoba, Corrientes, Chaco, Buenos Aires, entre otras.

La Mamboretá en sus inicios. Hace casi 10 años que surgió la primera formación de la única comparsa de candombe de la provincia que por entonces estuvo conformada por cuatro personas y hoy en día cuenta con más de 30 integrantes, algunos de ellos nacidos en el hermano país, Uruguay, cuna de esta expresión musical.

El candombe surgió a principios del siglo XIX como un grito de libertad de los pueblos africanos que eran trasladados en barcos a Montevideo para ser esclavizados en arduos trabajos. Cada vez que les era posible se reunían en las costas montevideanas, donde evocaban sus vidas en su tierra originaria, a través de su música y su danza que los hacía sentirse vivos nuevamente, o como bien dice el historiador afrouruguayo Oscar Montaño “[el candombe era] una válvula de escape a la tragedia que enfrentaban”.

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