Mataron la esposa y enviaron a sus hijos a Chile contra su voluntad

Gabriela Surita fue asesinada en 2015 y dejó tres niños huérfanos. El padre biológico y legal está detenido por tentativa de robo; su hermano reclama por él.

«Yo solo pido piedad por mi hermano Carlos, porque así como van las cosas ya fue condenado tres veces. Una vez por sus delitos. La segunda cuando le mataron a su esposa en su ausencia; ella se hallaba en indefensión junto a sus tres hijos. Y la tercera vez fue cuando la Justicia envió a sus tres hijos a Chile siendo éstos reconocidos legalmente por el hombre privado de su libertad», dijo Aldo Ramos.

El hombre, con domicilio en villa Lavalle de Salta, recordó que el 1 de julio de 2015 la mujer de su hermano, Gabriela Surita, fue ultimada a golpes delante de sus tres hijos en la vivienda que había compartido con su hermano Carlos hasta el día de su detención, un año antes del homicidio que lo dejó viudo y ahora sin hijos, su única ancla sobre la tierra.

«Nuestra madre murió el año pasado, esperando la libertad de su hijo y el reencuentro de él junto a sus tres hijos huérfanos de madre. Nosotros les habíamos construido una pieza solo para ellos y nos enteramos hace unos días -por vecinos- que los chicos habían sido entregados en guarda a la abuela materna, quien sin autorización del padre biológico y legal, lo que constituye una grave falta, los sacó del país. En realidad se los arrancaron», afirmó.

El tío de los niños sostuvo que «su calidad de padre no cambia por estar privado de su libertad, al menos así lo entiendo yo. Él no dejó de ser el papá y hoy sufre mucho más en la cárcel sabiendo que sus hijos están lejos, que se lo privó de sus visitas, de sus fotografías y de sus afectos, aún sabiendo que lo único que lo sostenía emocionalmente en el encierro eran sus hijos».

«¿Quieren una condena más cruel? No sé si las hay. Él está purgando a la misma vez el dolor por las culpas de sus delitos, el crimen de su esposa -que no cometió- y la separación y expatriación de sus hijos que no autorizó», dijo Aldo Ramos.

El hombre, mostrando la habitación de los chicos, dijo: «No entiendo a los jueces: Gabriela Surita vivía sola. Abandonada por años por su madre radicada en Chile, quien una semana antes del crimen le vendió la casa donde vivía. Ella vino aquí y comenzamos a construir esta pieza ahora terminada, porque estaba ya en la calle. Siete días después es asesinada y sus tres chicos me fueron dejados en guarda. Al poco tiempo decidieron entregárselo a un hermano de Gabriela y unos días después a la misma mujer que había abandonado a Gabriela, que le había vendido la casa sin darle un solo peso de la operación y quien se llevó a los chicos a Chile, por las fotos que nos enviaron desde allá», dijo Ramos .

El hombre agregó: «Yo visito periódicamente a mi hermano en Villa Las Rosas y no entiendo por qué aún no está en libertad. Desde que le asesinaron a su esposa y se negó a firmar la autorización para que sus hijos sean enviados a otro país, cada día la libertad se le torna más imposible».

 

El caso

Gabriela Surita fue ultimada a golpes por su supuesta pareja, Gustavo Herrera, el 1 de julio de 2015. El crimen se dio en momentos que la mujer quedó en la calle por la venta de su casa por parte de su propia madre.

«Esto sumado a que se comentaba que su marido Carlos Ramos iba a salir pronto de la cárcel provocó temor en Gabriela y de cierta forma intentó terminar la relación con Gustavo Herrera», relató.

Cuando Ramos -su esposo y padre de los niños- fue condenado, Gabriela vivía en la casa que pertenecía a su madre, María Fernanda Jerez, en villa Lavalle. Jerez vendió la vivienda con la supuesta intención de que su hija se fuera a vivir con sus hijos a Chile. Sin embargo, desde la cárcel, Ramos se negó a firmar el permiso para que los niños salieran del país.

Es por esto que Gabriela, ya sin casa, se fue a vivir a la casa de Clarisa Rojas, madre de Carlos Ramos.

 

Noche fatal

Gabriela se presentó una y otra vez en la comisaría del barrio y denunció a Gustavo Herrera por violencia de género. Hasta el 1 de julio.

Esa madrugada discutió con Herrera, quien la atacó con un bloque de cemento delante de sus tres hijos, quienes se encontraban en la casa y fueron testigos presenciales del ataque.

Ante la terrible escena con su madre desangrándose en el piso y el agresor huyendo, el mayor de los hijos cargó a su hermanita más chica y, junto a la de 3 años, salieron a la calle a pedir ayuda. Un vecino los vio y solicitó la presencia policial.

El autor de aquel crimen ya fue condenado a prisión perpetua, mientras hoy el padre de los tres chicos reclama por la restitución de los niños y, a la vez, por su libertad.

En ese reclamo están unidos varios vecinos de villa Lavalle, y entre estos una joven que aseguró que Carlos Ramos «tiene derecho a recuperar a sus hijos porque ya pagó sus delitos y no debe ser condenado por lo que no hizo».

«Está claro que en el crimen de Gabriela, que fue mi amiga y de quien se dijeron muchas cosas inexactas, tuvo mucho que ver su situación de calle. Porque estaba junto a sus tres hijos en la calle. Por eso vino a tratar de construir en casa de su suegra una pieza para ella y sus hijos y está demás decir para esperar allí al padre de los niños, que aún no puede recuperar su libertad y cada mes que pasa le van extendiendo la condena, que tiene como base una tentativa de robo», afirmó.

En ese contexto el hermano del condenado dijo que desea que se investigue cómo salieron esos chicos del país, sin la autorización de su padre, quien -dijo su hermano- «fue torturado» para que firmara, cosa que nunca hizo. «Eso no es justicia. Mi hermano delinquió y ya pagó, no deben condenarlo de por vida», concluyó.

 

 

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