El maléfico payaso Pennywise es un boom mundial.
TN Show le planteó el interrogante a tres especialistas en diferentes áreas. El autor del libro Todo sobre Stephen King, Ariel Bosi, dio su visión sobre el impacto del arte del escritor; el productor y guionista argentino de films de terror independientes, Hernán Moyano, habló sobre por qué puede llegarnos a atraer tanto ir al cine a ver esta clase de ficciones; y el psicólogo Miguel Espeche analizó qué se esconde detrás de ese horror en la mente de las personas.
Para Espeche, el ser humano «está diseñado» para tener una cuota de miedo. «Hay una cercanía a lo mortal y a lo siniestro de la noche que la vida urbana no hace que se cumpla del todo. Ver lo siniestro en la pantalla quizás sea la forma de tener esa adrenalina que genera la peligrosidad, el misterio y lo oculto. Pero también de ser testigos de la crueldad, la sangre y la muerte, dentro de una cultura que tiene como costumbre ocultarla», opinó.
Los temores «diseñados» en el ser humano, referidos por Espeche, son los miedos durante la niñez. En este tema coincidió Bosi, analista de la obra literaria de King luego de años de coleccionar todo lo relacionado al novelista nacido en Portland: «Lo que hizo con It es muy claro. Para crear su novela usó todo lo que sabía sobre los miedos en la infancia. Después se adaptó a la miniserie y, ahora, a la película. Pero en esencia es lo mismo. Es lo que te asusta cuando sos chico, el momento en el que sos más sensible a todo y mucho más fácil de sugestionar».
De acuerdo con lo que le dijo a TN Show, las películas que mejor funcionan son aquellas cuyas temáticas se relacionan con posesiones o espíritus, como El Conjuro, Actividad Paranormal o El proyecto Blair Witch, todos exitazos explosivos en el momento de sus estrenos. «Esas son taquilleras. Van al revés del subgénero torture porn (las ultra explícitas que muestran mucho gore, desmembramientos o sangre a montones). La gente se siente identificada más con It: juega todo el tiempo con la oscuridad y con tener que enfrentarla junto a un grupo de amigos», señaló.
Esa identificación y empatía es la que, según Bosi, es clave para que lo siniestro tenga un efecto claro. Para que sea un furor: «Es territorio desconocido, pero seguro. Cuando lo ves, tu adrenalina va a circular y vas a reaccionar. Vas a generar empatía con los personajes. Sufrís lo que viven, te asustás con ellos, pero seguís siendo vos. No experimentás lo que viven los personajes. Solo los ve a través de tus ojos, sin conocer las consecuencias. Es seguro y por eso es tan atractivo».
Moyano también cree que todo el éxito del susto está en la identificación con los personajes. Para el productor, la base del buen terror es que los protagonistas sean identificables al toque. Por eso, muchos autores juegan con los estereotipos: el gordo, el nerd, el acosador.
«Hay que sentirse dentro de la película: eso es lo que hay que buscar. Generar empatía», definió. Pero agregó otro elemento fundamental en lo siniestro: el lugar donde se ve la película. «Hay una cuestión ligada a la oscuridad de la sala. Allí uno va a vivir una experiencia colectiva. En el terror se contagia esa predisposición para asustarse. La gente va porque se siente segura. Sabe que nada malo puede pasar. Reacciona, el cerebro libera endorfinas y tiene esa sensación de adrenalina tan placentera y divertida, sobre todo si vas en grupo», describió.
Un nene corre debajo de una lluvia torrencial. El barquito con el que jugaba se le escapa. No lo puede alcanzar. Se le va por la alcantarilla. Georgie intenta agarrarlo y se asoma. De golpe, aparece una figura desde abajo. El chiquito se paraliza.Tiene mucho miedo. Es Pennywise. Sus ojos brillantes casi que hipnotizan al pequeño. También a la gente que ve el film. Nadie emite un sonido. Todos están callados.
«A nadie le gustaría encontrarse con un monstruo y tener que lidiar con ello. Esta buenísimo encontrárselo a través de personajes de ficción donde apagás la tele, cerrás el libro o termina la película y seguís tu vida», comenta Bosi. El escabroso payaso ataca. Cuando después de dos horas termine ese terror, tenés que salir a la calle. No te queda otra.