Lanús pasó a San Lorenzo por penales y será el rival de River en semifinales

El Granate ganó 2-0 en los 90 minutos, igualó la serie y luego se quedó con la definición desde los doce pasos 4-2. Andrada atajó los remates de Caruzzo y Blandi. En semifinales lo espera River.

Lanús, en la misma noche mágica de River -su rival en las semifinales de esta Libertadores-, también construyó un episodio épico para su vida de 102 años. Este triunfo se ganó un pedazo de historia: es la primera vez que el equipo del Sur llega tan lejos en la máxima competición continental. Lo consiguió con armas propias de su rival, San Lorenzo. Abrazado a un milagro y por penales. En la cancha, emparejó el 0-2 de la ida, gracias a un comienzo estupendo. En los penales, encontró en Esteban Andrada a su perfecto superhéroe.

Los roles se invirtieron de una semana a otra. Porque Lanús, en poco más de 15 minutos, hizo mas (muchísimo más) que en los 90 del Nuevo Gasómetro. Y porque del otro lado San Lorenzo fue una sombra de aquel equipo que borró de la cancha a los de Jorge Almirón. Se dio el partido que se esperaba en la previa: obligado por el 2-0 de la ida, el local salió a comerse vivo a su rival. Y vaya si lo logro. Con Román Martínez como eje, Lanús le ganó el mediocampo a los de Boedo, y a partir de allí dominó cada rincón de la Fortaleza. Fue un efecto dominó: el buen manejo de pelota del 10 granate pareció contagiar a sus compañeros. Entre todos, al cabo, le robaron el balón a San Lorenzo, que quedo resignado al pelotazo sin sentido para al menos respirar un poco ante tal dominio.

Se dijo: en una fracción del partido Lanús hizo más que en toda la ida. Es que en 16 minutos, el local igualó una serie que era cuesta arriba. Primero, con un tanto del inoxidable Sand, y luego con un cabezazo de Pasquini, tras un córner jugado rápidamente por Silva. En un suspiro, el granate había hecho lo más difícil, poner el marcador de la serie en 2-2. E inclusive pudo haber convertido un gol más, pero el travesaño le negó otro grito a Sand.

Lanús hizo todo el desgaste en el inicio en una cancha pesada por la lluvia. Y toda esa exigencia le pasó factura sobre el final del primer tiempo. Fue allí cuando San Lorenzo pudo al menos respirar y se acercó al arco de Andrada. Eso sí, la suerte no lo acompaño: sobre el final del primer tiempo, el zurdazo de Belluschi se estrelló en el ángulo y lo privó de un gol que, de todas maneras, hubiera sido injusto. Antes, también, el local pudo recortar distancias, pero en este caso el que se equivocó fue el árbitro, quien no sancionó un penal de Andrada sobre Cerutti. En el complemento las formas se desdibujaron. Es que Lanús dejo de ser el dominador de las acciones y le costó tener fluidez en sus ataques. Y, del otro lado, San Lorenzo por fin asumió el rol protagónico que el partido pedía, pero sin profundidad en sus avances. El encuentro, entonces, pasó a disputarse en la mitad de la cancha, y fue el visitante quien se paro mejor, ayudado por un Mercier que en el primer tiempo habia perdido casi siempre.

Precisamente el volante central fue protagonista de otra de las polémicas de la noche. Es que en una de sus contras, Pichi derribó a Silva cuando el delantero se iba en soledad. Fue amarilla, pero nadie podía decir nada si el árbitro lo expulsaba.

Ninguno parecía conformarse con la lotería de los penales. Y el partido se volvió más disputado que jugado. Ninguno de los dos se hizo dueño de las acciones, aunque los dos llegaron con peligro al arco de enfrente.Lanús con el zurdazo de Maciel y San Lorenzo, con el de Botta.

Ya no quedaba tiempo para más. Apenas para lo que obligaba la igualdad en la serie. Esos penales. Los que consagraron a Andrada como la cara feliz de este Lanús de Almirón que sigue haciendo historia. Que se anima a más. A todo. Y mientras tanto, festeja a lo grande.

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