Corredor Biológico Urugua-í-Foerster: esfuerzos conjuntos de ONG y privados logran la restauración de la selva y conexión ecológica de áreas protegidas estratégicas

En el 2002 nació el proyecto con el objetivo de proteger, conservar y restaurar un corredor biológico que “conecte” los parques provinciales Foerster y Segismundo Welcz con el PP Urugua-í, en Andresito. La historia coloca como protagonista de la iniciativa al biólogo Diego Varela, de la ONG Conservación Argentina. En 15 años, de dos reservas privadas ya son nueve los emprendimientos comprometidos con la conservación: Yate-í , Los Tatetos, San Sebastián de la Selva, Bio-Reserva Karadya, Ivytú, Mainumbí, San Francisco, San José y Selvas para Siempre. “En la biodiversidad de la Selva Paranaense encontraron un valor agregado al turismo de naturaleza en Misiones”, aseveró Varela.

De esta manera, en una entrevista con ArgentinaForestal.com, uno de los impulsores de la iniciativa, compartió los avances logrados en estos 15 años de trabajo y cómo se generó el compromiso con la conservación a partir de un magnifico proyecto de restauración en Misiones: el Corredor Biológico entre los parques provinciales Urugua-í  y Foerster, que se extiende en el municipio de Andresito, en el norte de la provincia.

Un corredor biológico es un área de bosque nativo o de un uso amigable con la naturaleza, que conecta dos o más áreas naturales protegidas, permitiendo el intercambio biológico y genético entre las áreas. “Las áreas protegidas, cuando quedan aisladas unas de otras como consecuencia del desmonte y las rutas, reducen su capacidad para conservar poblaciones de animales y plantas. La biología de la conservación propone conservar y restaurar estas conexiones ecológicas para permitir la supervivencia a largo plazo de la fauna silvestre en estas áreas, principalmente de aquellas especies que requieren grandes superficies conservadas para sobrevivir, como el caso del Yaguareté y otros mamíferos grandes”, explicó Varela inicialmente, de manera de poder lograr dimensionar la importancia ambiental del proyecto que lideran desde la ONG ambiental en la provincia.

En Andresito el proyecto es coordinado por el profesional y hasta la fecha, entre la ONG y personas particulares, se adquirieron 15 lotes en el área, totalizando más de 500 hectáreas bajo la figura de áreas naturales protegidas privadas.

Varela es el principal protagonista de la historia de creación de esta red de reservas privadas que tienen un rol “estratégico” para la provincia, dada la “conexión ecológica” que se logró en el sitio. En este tiempo han restaurado más de 100 hectáreas de antiguas áreas de cultivo y ganadería, las cuales hoy presentan bosques y capueras en diferente grado de regeneración. “No solo se restauró la cobertura de bosque nativo, también la fauna silvestre comenzó a re-colonizar el corredor. Gracias al monitoreo que realiza Conservación Argentina con la ayuda de cámaras trampa podemos detectar como las especies animales se recuperan. Más de 25 especies de mamíferos medianos y grandes están utilizando el corredor biológico para desplazarse”, afirmó con orgullo el biólogo.

 

Restauración en el Corredor Verde

El Corredor Biológico Urugua-í – Foerster no tiene límites definidos, ya que no tienen un reconocimiento «oficial» o legal, pero forma parte del Corredor Verde de Misiones y los propietarios dan carácter legal a la creación de sus reservas. “Nosotros consideramos, como parte del corredor biológico, aproximadamente a unas 2.000 hectáreas ubicadas entre los dos parques, de las cuales un poco más de 500 hectáreas se encuentran actualmente amparadas bajo distintas figuras de áreas naturales protegidas privadas (reconocidas oficialmente o  definidas por el propietario) y quedan otras 209 hectáreas que fueron declaradas como Parque Provincial Segismundo Welcz, aunque esta última área, actualmente no se encuentra protegida en la práctica”, expresó Varela. (Ver noticia relacionada)

El profesional es egresado de la Universidad de Buenos Aires, está especializado en ecología y conservación de mamíferos. Cuando cursaba sus últimos años de la carrera, junto a otros estudiantes, fundó la ONG Conservación Argentina. Desde 2002, impulsa y coordina el proyecto de conservación y restauración Corredor Biológico Urugua-í – Foerster a través de Conservación Argentina y también lidera un proyecto de Ecología de Rutas en Misiones. Actualmente es investigador asociado del Instituto de Biología Subtropical (IBS-Universidad Nacional de Misiones/CONICET) en Puerto Iguazú y es miembro activo de la ONG Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA).

En el proceso, en distintas etapas del proyecto, contó con el apoyo y participación de varias instituciones y profesionales que acompañaron la iniciativa. “En las distintas etapas del proyecto, pasaron numerosos  profesionales, estudiantes, técnicos y guardaparques, los cuales contribuyeron a cumplir con resultados que emergen después de tantos años de trabajo.  Entre ellos quiero destacar a Nicolás Rey, Aloicio Foletto, Gustavo Zurita, Cecilia Arienti, Mariana Villagra, Fernando Foletto, Sergio Casertano, Julián Baigorria, Leonardo Raffo, Rodrigo Becerra, Ana Vivaldi, María de la Paz Isola, Alejandro Gatto, Fernando Zamudio, Jorge Machado, Celine Lardinois, Gilles Lacroix y Ramón Moller Jensen”, enumeró el profesional.

A su vez, agregó una mención especial para Omar “Nené” Machado, una persona que cumple un rol fundamental para el proyecto (desde hace 10 años), coordinando todas las actividades de campo en la Reserva Natural Yate-í. “Nené en el área hace de guardaparque, guía, asistente en la investigación, constructor, encargado del vivero, coordinador de voluntarios, es el alma del proyecto”, resaltó Varela.

 

 

Territorialidad, gestión y compromiso

El proyecto del Corredor Biológico nació en un momento en que el área estaba bajo una intensa actividad de desmonte. En estos 15 años de trabajo, con presencia en el territorio, gestión ambiental y compromiso va avanzando en forma gradual en la restauración de la selva paranaense. Y la alternativa agroecológica y el ecoturismo permiten, con mucho esfuerzo, sostenibilidad a las reservas privadas creadas.

“Gran parte de las propiedades que allí se encontraban realizaban extracción selectiva de madera (sacaban los árboles más grandes para ser vendidos a los aserraderos de Andresito o Piñalito Norte). Prácticamente todos los días se veían circular los camiones cargados de rollos de madera nativa. Pero además, en el corredor se desmontaba y quemaba para plantar tabaco y para ampliar la superficie de potreros para pastura de ganado. Gran parte de los remanentes de bosque nativo estaban degradados por la tala selectiva y por el ramoneo y pisoteo de las vacas, porque en muchas propiedades, también se hacía ganadería dentro del monte”, recordó Varela.

Frente a este contexto es que impulsó la creación del proyecto, que surgió por la iniciativa de un grupo de profesionales y estudiantes de biología, ciencias sociales y educadores ambientales nucleados en una pequeña ONG llamada Conservación Argentina. “El proyecto fue premiado a nivel internacional, lo que nos permitió realizar los primeros trabajos de campo. El objetivo fue conservar y restaurar un corredor biológico que conecte ambos parques provinciales”, precisó.

En una primera etapa se realizó un diagnóstico de la situación del corredor que consistió en los primeros relevamientos de fauna (principalmente aves), encuestas a los pobladores locales, un mapeo de la cobertura de bosques nativos, actividades de educación ambiental y la construcción del primer vivero de árboles nativos del proyecto. En esa instancia fue de gran importancia el convenio firmado con el Ministerio de Ecología de Misiones, el cual permitió que el guardaparque local Aloicio Foletto se integre al equipo del proyecto, destacó el coordinador.

Los primeros resultados revelaron la necesidad de implementar una estrategia de conservación en el área que incorpore tanto la creación de áreas naturales protegidas (públicas y privadas) como así también la incorporación de nuevas alternativas productivas compatibles con la conservación de la biodiversidad, como son los sistemas agroforestales y agroecológicos, y ecoturismo. “En 2005, junto a la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA), obtuvimos apoyo de la oficina holandesa de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que permitieron comprar tierras para crear las dos primeras reservas privadas del corredor: Yate-í y Los Tatetos”, señaló Varela.

La protección de estos lotes permitió el inicio de la recuperación del bosque nativo del corredor, ya que antiguas áreas de cultivo de tabaco y de pasturas ganaderas iniciaron el proceso de regeneración natural. Por medio del financiamiento holandés lograron iniciar obras de infraestructura en la reserva Yate-í que incluyeron: un Centro de Visitantes, vivienda de guardaparque, estación biológica, vivero de árboles nativos y varios senderos de interpretación en distintas áreas de bosques en recuperación.

“Con la consolidación del proyecto de corredor biológico en esta área, otras personas se interesaron en la compra de chacras para contribuir a la conservación y la restauración del bosque nativo y su fauna. Personas comprometidas en la protección ambiental que de a poco fueron adquiriendo lotes, y que, a modo de piezas de un rompecabezas, fueron completando la “conexión ecológica” entre los parques provinciales Urugua-í y Foerster”, relató el biólogo.

Así se fueron sumando a este desafío San Sebastián de la Selva (con 92 hectáreas), Bio-Reserva Karadya (con 95 hectáreas), Ivytú (con 31 hectáreas), Mainumbí, San Francisco (con 21 hectáreas), San José (con 92 hectáreas) y Selvas para Siempre.

 

“A la fecha, entre Conservación Argentina y personas particulares, se adquirieron 15 lotes, totalizando más de 500 hectáreas protegidas bajo la figura de áreas naturales protegidas privadas. Se han restaurado más de 100 hectáreas de antiguas áreas de cultivo y ganadería, las cuales hoy presentan bosques y capueras en diferente grado de regeneración. No solo se restauró la cobertura de bosque nativo, también la fauna silvestre comenzó a re-colonizar el corredor”, aseveró el biólogo.  

 

Agregó, por otro lado, que por medio del monitoreo que realiza Conservación Argentina con la ayuda de cámaras trampa, se logró detectar como las especies animales se recuperan (Ver galería de imágenes). “Más de 25 especies de mamíferos medianos y grandes están utilizando el corredor biológico para desplazarse. Incluso especies que habían desaparecido en esta zona, como el puma, que ya recolonizó las áreas en restauración”, subrayó.

En varias de las reservas naturales privadas, como San Sebastián de la Selva o Bio-Reserva Karadya, el ecoturismo se convirtió en una alternativa económica local. Las reservas privadas, en lugar de producir tabaco o vacas, “producen naturaleza”. El corredor biológico, con una riqueza de avifauna cercana a las 300 especies, sin dudas se ha convertido en “una meca” para los observadores de aves (“birdwatchers”) y fotógrafos de naturaleza.

 

Con visión de futuro, como actividades motores de desarrollo sostenible para la provincia, Varela consideró que “si bien existen algunas pequeñas iniciativas en marcha, la producción agroecológica y la promoción de sistemas agroforestales, podrían ser un complemento ideal para el desarrollo económico sostenible en los corredores biológicos en el futuro.  El palmito, los dulces de frutos nativos de la selva, la yerba mate bajo cubierta de bosque y la producción de mieles de yate-í (abejas nativas) son solo algunas de las producciones amigables con la biodiversidad podrían promoverse en esta región. Además, le darían un valor agregado al turismo de naturaleza en Misiones”, marcó el profesional.

 

Pasos de fauna, un ejemplo en América Latina

Otro avance que destacó Varela fue que durante estos años se logró que la pavimentación de la Ruta Nacional 101 reduzca su impacto ambiental cuando atraviesa el corredor biológico. Esto se logró mediante la propuesta de medidas de mitigación ambiental que permiten generar “Pasos de Fauna” para que los animales puedan cruzar la ruta de forma segura.

“Estos pasos consistieron en la construcción de dos pasa-faunas por debajo de la ruta y del primer ecoducto de América Latina. El ecoducto es un puente de 40 metros de ancho cubierto de bosque nativo (restaurado) que cruza por encima de la ruta. Estas medidas fueron posibles gracias al trabajo conjunto entre la Dirección Provincial de Vialidad, el Gobierno de Misiones y de Conservación Argentina. Hoy en día, estas obras son un ejemplo a nivel nacional y en Latinoamérica de cómo hacer las rutas más amigables con la fauna silvestre. El monitoreo que realizamos con cámaras trampa nos ha permitido confirmar el uso de estas estructuras por casi todas las especies de mamíferos presentes en el corredor biológico”, precisó el profesional.

 “Las rutas pavimentadas que atraviesan áreas naturales protegidas y corredores biológicos representan un importante impacto ambiental para la fauna silvestre. Sus consecuencias son la mortalidad de animales por atropellamientos y la fragmentación de las poblaciones por el “efecto barrera” que produce la ruta. En 2006, la pavimentación de la Ruta Nacional 101 en el tramo del Corredor Biológico Urugua-í – Foerster, representó una amenaza para la conservación del área, pero también fue una oportunidad para implementar un proyecto de mitigación de los impactos de la ruta en el corredor”, admitió el representante de Conservación Argentina.

El monitoreo de fauna con cámaras trampa permite en la actualidad comprobar la efectividad de estas medidas de mitigación como un paso seguro para los animales silvestres.

 

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Por Patricia Escobar 

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