Nueva pista por estudio de rastros en el caso Santiago Maldonado: ¿estuvo con los mapuches el 15 de agosto?

La hipótesis se desprende de un informe preliminar de la Policía. Fue luego de inspeccionar el campamento mapuche con perros entrenados.

Expertos de las brigadas caninas entregaron un informe preliminar al juez Guido Otranto en el cual se indica que el 16 de agosto, encontraron aromas de personas, muy presumiblemente vivas, en el interior de Cushamen, que se corresponden con los de las ropas que se le adjudican a Santiago Maldonado brindadas por los mapuches y avaladas como propias del artesano según la familia.

El lapso máximo sobre el cual funciona con mayor precisión el grupo de perros es de 24 horas, pero en la Patagonia, debido a sus condiciones climáticas, tales como el viento, las precipitaciones y las características del suelo arcilloso del área, estas deben reducirse a unas 15 horas, según explicaron expertos a Clarín.

Es decir que quien usó las ropas que fueron entregadas por los propios mapuches probablemente se encontraba en el área del llamado Pu Lof el día 15 entre las 18 y 19 horas.

El estudio está lejos de ser concluyente y antes que una hipótesis debe ser considerado «una pista». Para que el trabajo cobre mayor peso deberán esperar los resultados de los estudios de ADN hechos a las prendas.

El 16 de agosto, las brigadas caninas de Santiago del Estero y Viedma volvieron por segunda vez al terreno. Los canes buscaron rastros a partir del aroma que quedó en las ropas y accesorios adjudicadas al joven: un cuello, una boina y un buzo. Según indica el acta que fue levantada el día de las pesquisas, los animales encontraron señales claras de que el o los dueños de las ropas habían estado caminando y estacionados en distintas áreas del campo, siempre en un apretado radio de 350 metros, que tiene como eje referencial a las precarias construcciones levantadas por los ocupantes.

Partiendo del aroma del cuello como elemento original, los perros siguieron rastros hacia la izquierda del campamento. Luego, utilizando como principio la boina, se volcaron hacia la derecha y, finalmente, regresaron a la derecha cuando fueron instruidos con el buzo. El perro adiestrado para descubrir restos cadavéricos no obtuvo resultados.

«Los patrones de olores coinciden con alguien que anda en la zona, por 24 horas, luego de ello las condiciones se ven complejas», le explicó el Comisario Marcelo Sialle de la policía de Santiago del Estero al juez Otranto, como parte de sus conclusiones preliminares. Fuentes de la investigación completaron estos valores, asegurando que los peritos son bien conscientes de que el rango de reconocimiento se achica a casi la mitad de horas tratándose de la geografía sureña.

El 16 de agosto los canes además señalaron un collar de cordón que podría haber estado en manos de Maldonado de acuerdo a la conducta que estos mantuvieron al encontrarlo. «(Es) de color oscuro, con un colgante tipo colmillo y otro de material símil cuero, con dibujos», detalla el documento.

Durante el anterior rastrillaje, hecho el 5 de agosto por los perros de las mismas brigadas, los animales les indicaron a sus guías que el rastro continuaba «vivo» cruzando el río Chubut. La primera intención fue continuar para ver hacia donde los llevaba esta iniciativa, pero miembros de la comunidad Pu Lof les impidieron a los agentes continuar alegando que se trataba de «terreno sagrado». El juez Otranto decidió no confrontarlos.

Ahora los especialistas tienen un elemento extra para especular con que el tatuador pudo marcharse voluntariamente y continuar con una vida clandestina en algún área de las más de 1.000 hectáreas ocupadas por la gente del Pu Lof entre quienes habría integrantes del grupo Resistencia Ancestral Mapuche. Fuentes de la investigación reconocen que están dedicando una parte de sus esfuerzos a corroborar esta teoría. Sin embargo, su existencia se choca con otra hipótesis que apunta a que Maldonado no estaba en Cushamen los días 31 de julio y 1 de agosto.

De todas formas, lo que pareciera una evidencia podría no resultar como tal. Expertos consultados por Clarín subrayaron que, al tratarse de una comunidad de estilo rural, los olores de las ropas pueden convertirse en una cuestión colectiva. «Las agrupaciones de este tipo tienen coincidencias en sus aromas, podría definírselos como aromas culturales, además se trata de olores muy fuertes, tomando en cuenta las condiciones que soportan sus habitantes. A esto se le suma que en muchas ocasiones la ropa es compartida», advierte.

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